Catecismo de la Iglesia Católica
ARTÍCULO 6
EL SEXTO MANDAMIENTO
«No cometerás adulterio» (Ex 20, 14; Dt 5, 17).
«Habéis oído
que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pues yo os digo: Todo el que mira a una
mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mt 5,
27-28).
I. “Hombre y mujer los creó...”
2331 “Dios
es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola
a su imagen [...] Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer
la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad
del amor y de la comunión” (FC 11).
“Dios creó el
hombre a imagen suya; [...] hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27). “Creced y
multiplicaos” (Gn 1, 28); “el día en que Dios creó al hombre, le hizo a
imagen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó “Hombre” en
el día de su creación” (Gn 5, 1-2).
2332 La sexualidad abraza
todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su
alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de
procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de
comunión con otro.
2333 Corresponde
a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual.
La diferencia y la complementariedad físicas, morales y
espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de
la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la sociedad depende en
parte de la manera en que son vividas entre los sexos la complementariedad, la
necesidad y el apoyo mutuos.
2334 «Creando
al hombre “varón y mujer”, Dios da la dignidad personal de igual modo al hombre
y a la mujer» (FC 22; cf GS 49, 2). “El hombre es una persona, y
esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos fueron
creados a imagen y semejanza de un Dios personal” (MD 6).
2335 Cada
uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta,
imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la
mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad
y la fecundidad del Creador: “El hombre deja a su padre y a su madre y se une a
su mujer, y se hacen una sola carne” (Gn 2, 24). De esta unión proceden
todas las generaciones humanas (cf Gn 4, 1-2.25-26; 5, 1).
2336 Jesús
vino a restaurar la creación en la pureza de sus orígenes. En el Sermón de la
Montaña interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: «Habéis oído que se
dijo: “no cometerás adulterio”. Pues yo os digo: “Todo el que mira a una
mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”» (Mt 5,
27-28). El hombre no debe separar lo que Dios ha unido (cf Mt 19, 6).
La Tradición
de la Iglesia ha entendido el sexto mandamiento como referido a la globalidad
de la sexualidad humana.
Castidad y homosexualidad
2357 La
homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan
una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo.
Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen
psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada
Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19,
1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la
Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente
desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona
humana, 8)*. Son contrarios a la ley natural.
Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera
complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún
caso.
2358 Un número
apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente
arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la
mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de
Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del
Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas
homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí
mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una
amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben
acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
*Persona Humana n°8
8. En nuestros días
—fundándose en observaciones de orden psicológico— han llegado algunos a juzgar
con indulgencia, e incluso a excusar completamente, las relaciones entre
personas del mismo sexo, contra la doctrina constante del Magisterio y contra
el sentido moral del pueblo cristiano.
Se hace una distinción
—que no parece infundada— entre los homosexuales cuya tendencia, proviniendo de
una educación falsa, de falta de normal evolución sexual, de hábito contraído,
de malos ejemplos y de otras causas análogas, es transitoria o a lo menos no
incurable, y aquellos otros homosexuales que son irremediablemente tales por
una especie de instinto innato o de constitución patológica que se tiene por
incurable.
Ahora bien, en cuanto
a los sujetos de esta segunda categoría, piensan algunos que su tendencia es
natural hasta tal punto que debe ser considerada en ellos como justificativa de
relaciones homosexuales en una sincera comunión de vida y amor semejante al matrimonio,
en la medida en que se sienten incapaces de soportar una vida solitaria.
Indudablemente, esas
personas homosexuales deben ser acogidas en la acción pastoral con comprensión
y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales y
su inadaptación social. También su culpabilidad debe ser juzgada con prudencia.
Pero no se puede emplear ningún método pastoral que reconozca una justificación
moral a estos actos por considerarlos conformes a la condición de esas
personas. Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos
privados de su ordenación necesaria y esencial. En la Sagrada Escritura están
condenados como graves depravaciones e incluso presentados como la triste
consecuencia de una repulsa de Dios [18]. Este
juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta
anomalía por esta causa incurran en culpa personal; pero atestigua que los
actos homosexuales son por su intrínseca naturaleza desordenados y que no
pueden recibir aprobación en ningún caso.
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica
487. ¿Qué corresponde a la persona humana frente a la propia
identidad sexual?
2331-2336
2392-2393
Dios ha creado
al hombre como varón y mujer, con igual dignidad personal, y ha inscrito en él
la vocación del amor y de la comunión. Corresponde a cada uno aceptar la propia
identidad sexual, reconociendo la importancia de la misma para toda la persona,
su especificidad y complementariedad.
488. ¿Qué es la castidad?
2337-2338
La castidad es
la positiva integración de la sexualidad en la persona. La sexualidad es
verdaderamente humana cuando está integrada de manera justa en la relación de
persona a persona. La castidad es una virtud moral, un don de Dios, una gracia
y un fruto del Espíritu.
489. ¿Qué supone la virtud de la castidad?
2339-2341
La virtud de
la castidad supone la adquisición del dominio de sí mismo, como expresión de
libertad humana destinada al don de uno mismo. Para este fin, es necesaria una
integral y permanente educación, que se realiza en etapas graduales de
crecimiento.
490. ¿De qué medios disponemos para ayudarnos a vivir la
castidad?
2340-2347
Son numerosos
los medios de que disponemos para vivir la castidad: la gracia de Dios, la
ayuda de los sacramentos, la oración, el conocimiento de uno mismo, la práctica
de una ascesis adaptada a las diversas situaciones y el ejercicio de las
virtudes morales, en particular de la virtud de la templanza, que busca que la
razón sea la guía de las pasiones.
491. ¿De qué modos todos están llamados a vivir la castidad?
2348-2350
2394
Todos,
siguiendo a Cristo modelo de castidad, están llamados a llevar una vida casta
según el propio estado de vida: unos viviendo en la virginidad o en el celibato
consagrado, modo eminente de dedicarse más fácilmente a Dios, con corazón
indiviso; otros, si están casados, viviendo la castidad conyugal; los no
casados, practicando la castidad en la continencia.
492. ¿Cuáles son los principales pecados contra la castidad?
2351-2359
2396
Son pecados
gravemente contrarios a la castidad, cada uno según la naturaleza del propio
objeto: el adulterio, la masturbación, la fornicación, la pornografía, la
prostitución, el estupro y los actos homosexuales. Estos pecados son expresión
del vicio de la lujuria. Si se cometen con menores, estos actos son un atentado
aún más grave contra su integridad física y moral.
493. ¿Por qué el sexto mandamiento prohíbe todos los pecados
contra la castidad?
2336
Aunque en el
texto bíblico del Decálogo se dice «no cometerás adulterio» (Ex 20, 14),
la Tradición de la Iglesia tiene en cuenta todas las enseñanzas morales del
Antiguo y del Nuevo Testamento, y considera el sexto mandamiento como referido
al conjunto de todos los pecados contra la castidad.
494. ¿Cuáles son los deberes de las autoridades civiles respecto
a la castidad?
2354
Las
autoridades civiles, en cuanto obligadas a promover el respeto a la dignidad de
la persona humana, deben contribuir a crear un ambiente favorable a la
castidad, impidiendo inclusive, mediante leyes adecuadas, algunas de las graves
ofensas a la castidad antes mencionadas, en orden sobre todo a proteger a los
menores y a los más débiles.
En el YouCat
400 ¿Qué quiere decir que el ser humano es un ser sexuado?
Dios creó al
hombre como varón y mujer. Los creó el uno para el otro en el amor. Los creó
para la transmisión de la vida. [2331-2333,2335,2392] Ser varón o mujer marca
profundamente al ser humano; es un modo diferente de sentir, una forma
diferente de amar, una vocación diferente en relación con los hijos, otro
camino de fe. Dado que quería que existieran el uno para el otro y se
complementaran en el amor, Dios hizo diferentes al hombre y a la mujer. Por eso
el hombre y la mujer se atraen sexual y espiritualmente. Cuando el esposo y la
esposa se aman y se unen corporalmente, su amor encuentra una profunda
expresión sensible. Así como Dios es creador en su amor, el hombre puede ser
creador en el amor dando vida a los hijos.
415 ¿Cómo valora la Iglesia la homosexualidad?
Dios ha creado
al ser humano como varón y mujer y los ha destinado uno para el otro también en
lo corporal. La Iglesia acoge sin condiciones a las personas que presentan
tendencias homosexuales. No deben ser discriminadas por ello. Al mismo tiempo,
la Iglesia afirma que todas las formas de encuentros sexuales entre personas
del mismo sexo no corresponden al orden de la Creación. [2358-2359]
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