Domingo de la 29ª semana
ANUNCIACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
I. Fue conveniente se
anunciase a la Bienaventurada Virgen que concebiría a Cristo.
1º) Para que se
guardase el orden conveniente de la unión del Hijo de Dios con la Virgen, es
decir, para que su espíritu lo supiera antes que lo concibiese en la carne. Por
lo cual dice San Agustín: "Más dichosa es María percibiendo la fe de
Cristo que concibiendo la carne de Cristo". Y después añade: "De nada
hubiera aprovechado a María su cualidad de Madre, si no hubiese llevado más
felizmente a Cristo en su corazón que en su cuerpo"*.
2º) Para que tuviera
más cierta noticia de este misterio una vez que ya había sido instruida de él
por parte de Dios.
3º) Para que ofreciese a Dios el presente voluntario de su obediencia, a lo que se ofreció dispuesta, diciendo: He aquí la esclava del Señor (Lc 1, 38). Y da ejemplo de recibir la fe, porque la anunciación, que es por la predicación de la fe, según aquello: la fe es por el oído (Rom 10, 17), precedió a la concepción espiritual de Cristo, que es por la fe.
4º) Para que se
manifestase haber cierto matrimonio espiritual entre el Hijo de Dios y la
naturaleza humana; y por eso, se esperaba por la anunciación el consentimiento
de la Virgen en nombre de toda la naturaleza humana.
II. La anunciación fue
hecha por el Ángel con un orden conveniente.
Tres cosas se proponía
el Ángel con relación a la Virgen.
1º) Llamar la atención
de su alma a la consideración de una cosa grande, lo cual hizo al saludar de
una manera nueva y desusada; porque para un alma humilde nada es más
extraordinario que oír hablar de su excelencia; pero la admiración excita la
atención de la manera más viva; y por esto el Ángel, queriendo llamar la
atención de la mente de la Virgen a la audición de un misterio tan grande,
comienza por alabarla: Dios te salve, llena de gracia (Lc 1, 28). En la cual la
expuso primero su idoneidad de concebir, al decir: llena de gracia.; expresó
que concebiría en estas otras palabras: El Señor es contigo; y le anunció el
honor consiguiente, cuando dijo: Bendita tú entre las mujeres.
2º) Se proponía
instruirla en el misterio de la Encarnación, que debía cumplirse en ella, lo
cual hizo preanunciando la concepción y el parto: Concebirás en tu seno y
parirás (Lc 1, 31), y al manifestarle la dignidad de la prole concebida, cuando
dijo: Éste será grande, etc. (Lc 1, 32), y también al demostrar el modo de la
concepción, en estas palabras: El Espíritu Santo vendrá sobre ti (Lc 1, 35).
3º) Trataba de atraer
su ánimo al consentimiento, lo cual hizo con el ejemplo de Isabel y con el
argumento tomado de la omnipotencia divina.
(3ª, q. XXX, a. 1 y 4)
Nota:
* De Virginitate, cap.
3.
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