Sábado de la 29ª semana
OBLIGACIÓN DE HACER EL BIEN
No nos cansemos, pues,
de hacer bien; porque, a su tiempo segaremos, si no desfallecemos (Gal 6, 9).
Tres cosas aconseja el
Apóstol en estas palabras:
I. Aconseja que
hagamos el bien. Porque debemos hacer el bien, ya que todas las cosas nos
enseñan naturalmente a obrar bien.
1º) Porque todas son
buenas: Vio Dios todas las cosas que había hecho; y eran muy buenas (Gen 11,
31). Avergüéncense los pecadores en medio de tanta multitud de criaturas, que
son buenas todas, mientras que ellos son malos.
2º) Porque todas hacen naturalmente el bien. Cualquier criatura se da a sí misma, lo que prueba su bondad y la del Creador. San Dionisio dice: "Dios es el bien que se derrama." Y San Agustín: "Gran indicio de la bondad divina es que cualquier criatura se ve obligada a darse a sí misma."
3º) Porque todas las
cosas apetecen naturalmente el bien, y tienden hacia el bien, pues el bien es
lo que todos desean.
II. Aconseja el
Apóstol que no desfallezcamos en la práctica del bien. Tres cosas contribuyen
principalmente a que el hombre persevere en el bien:
1º) La oración devota
y asidua, por la cual el hombre implora el auxilio de Dios para no sucumbir en
la tentación, como dice el Señor: Velad, y orad para que no entréis en
tentación (Mat 26, 41). 2º) El temor constante, pues en cuanto el hombre se
cree seguro, deja de hacer el bien. Si no te mantuvieres firmemente en el temor
de Dios, será presto arruinada tu casa (Eccli 17, 4). El temor del Señor es
guardián de la vida; de lo contrario, muy pronto, esto es, de improviso, vendrá
abajo tu casa, tu morada terrena. 3º) La huida de los pecados veniales, los
cuales son ocasión de los mortales, y frecuentemente causan la ruina del
edificio de las obras buenas. Por eso dice San Agustín: "Evitaste los
grandes peligros, procura no ser sepultado por la arena." Y el
Eclesiástico (19, 1): El que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco caerá.
III. San Pablo
establece un premio conveniente, abundante y eterno. Porque a su tiempo segaremos,
si no desfallecemos (Gal VI, 9). Conveniente, a su tiempo, esto es, en tiempo
oportuno; o conveniente, es decir, en el día del juicio, en el cual recibirá
cada uno según sus obras; del mismo modo que el labrador no recoge al instante
el fruto de lo que siembra, sino en tiempo oportuno: Mirad cómo el labrador
espera el precioso fruto de la tierra aguardando con paciencia hasta recibir la
lluvia temprana y tardía (Stgo. 5, 7).
Abundante: Segaremos;
aquí se indica la abundancia del premio. En la recolección se advierte la
abundancia. El que siembra en bendiciones, de bendiciones también segará (2 Cor
9, 6). Y San Mateo: Vuestro galardón muy grande es en los cielos (5, 12) (Serm.
in Dom. XV post Pentec).
Eterno: Segaremos, si
no desfallecemos. No por espacio de una hora, sino siempre, debemos hacer el
bien. No nos cansemos de hacer el bien (Gal 6, 9), esto es, obrando bien,
porque no desfalleceremos al segar. Cualquier cosa que puede hacer tu mano,
dice el Eclesiastés, óbrala con instancia (9, 278 10). Y con razón no hay que
desfallecer, porque esperamos una remuneración eterna e infalible. Por eso dice
San Agustín: Si el hombre trabaja sin descanso, tampoco Dios lo pondrá a la
remuneración.
(In Gal. VI, 9)
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