jueves, 15 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 197

 

Jueves de la 28ª semana

LA VANAGLORIA ES VICIO CAPITAL

 

         I. De los vicios capitales algunos hablan de dos maneras; pues unos clasifican a la soberbia entre los vicios capitales y no incluyen entre ellos a la vanagloria. Pero San Gregorio considera a la soberbia como reina de todos los vicios; y a la vanagloria, que nace inmediatamente de la misma, la pone como vicio capital*. Y esto con razón.

 

         Porque la soberbia es apetito desordenado de excelencia. De todo bien que uno apetece, consigue cierta perfección y excelencia; por lo tanto, los fines de todos los vicios se ordenan al fin de la soberbia, y por eso parece que tiene cierta general causalidad sobre los otros y no debe computarse entre los principios especiales de los vicios, cuales son los pecados capitales. Pero entre los bienes por los que el hombre alcanza superioridad parece concurrir principalmente la gloria, en cuanto importa la manifestación de la bondad de alguno; porque lo bueno es naturalmente amado y honrado por todos. Y por lo tanto, así como por la gloria que hay en Dios, el hombre consigue la excelencia en las cosas divinas, así también por la gloria de los hombres alcanza el hombre la excelencia en las cosas humanas. Por lo tanto, es lógico que sea muy apetecible a causa de la proximidad a la superioridad, que los hombres desean sobre todo. Y puesto que del apetito desordenado de ésta dimanan muchos vicios, la vanagloria es vicio capital.

 

          II. De la vanagloria proceden la jactancia, la presunción de novedades, la hipocresía, la pertinacia, la discordia, las riñas y la desobediencia, que son sus hijas.

 

         Pues aquellos vicios, que por sí naturalmente se ordenan al fin de algún vicio capital se llaman hijos de éste. El fin de la vanagloria es la manifestación de la propia excelencia. A ello puede tender el hombre de dos maneras.

 

         De una manera directa, ya por palabras, y así es jactancia; ya por hechos, y así si son cosas verdaderas, que tienen alguna admiración, constituyen presunción de novedades; mas si son falsas, hipocresía.

 

         De manera indirecta, si alguno se empeña en manifestar su excelencia haciendo ver que no es menor que otro, lo cual puede ocurrir de cuatro modos:

 

         1º) En cuanto a la inteligencia, y así es pertinacia, por la que el hombre se aferra demasiado en su propio parecer, y no quiere creer mejor a otro.

 

         2º) En cuanto a la voluntad, y así es discordia, porque no quiere apartarse de su propia voluntad para concordar con otros.

 

         3º) En cuanto al lenguaje, y así es riña, cuando uno disputa con otro verbalmente con griterío.

 

         4º) En cuanto al hecho, y así es desobediencia, cuando alguien no quiere cumplir el mandato del superior.

(2ª 2ae , q. CXXXII, a. 4, 5)

Nota:

*Moral., lib. XXXI, cap. 17

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