miércoles, 21 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 203

 

Miércoles de la 29ª semana

LA GRANDEZA MORAL O SOCIAL

DE LA PERSONA QUE PECA AGRAVA EL PECADO


Existen dos clases de pecados. Uno que proviene de la subrepción, por debilidad de la naturaleza humana; y tal pecado se imputa menos al que es más aventajado en virtud, porque descuida menos el reprimir semejantes pecados, a los que, sin embargo, la debilidad humana no permite evitar del todo.

 

Otros pecados proceden de deliberación, y se imputan tanto más a uno cuanto mayor sea. Y esto puede ser por cuatro razones:

 

1º) Porque los mayores pueden resistir más fácilmente al pecado, por ejemplo, los que aventajan a los demás en ciencia y en virtud; por lo cual dice el Señor: «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes (Lc 12, 47).

 

2º) Por la ingratitud, porque todo bien con que uno se engrandece es beneficio de Dios, a quien el hombre se hace ingrato pecando; y en cuanto a esto, cierta supremacía, aun en los bienes temporales, agrava el pecado, conforme a aquella sentencia del libro de la Sabiduría: Los poderosos poderosamente padecerán tormento (Sab 6, 7).

 

3º) Por la especial repugnancia del acto del pecado a la grandeza de la persona, como si un príncipe, que está constituido en custodio de la justicia, la violara, y el sacerdote, que tiene hecho voto de castidad, fornicara.

 

4º) Por razón del ejemplo o escándalo, porque, como dice San Gregorio: "La culpa se extiende vehementemente al ejemplo, cuando el pecador es honrado por la reverencia de su posición''*. Pero si Dios castiga más a los mayores por un solo y mismo pecado, no hace en esto acepción de personas, porque la superioridad de los mismos influye en la gravedad del pecado.

(1ª 2ae , q. LXXIII, a. 10)

 

Nota:

*In Pastorali, part. I, cap. 2

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