Miércoles de la 28ª semana
ESTADO DE LOS PECADORES
I. Sois semejantes a
los sepulcros blanqueados (Mt 23, 27).
Se llama sepulcro el
lugar donde descansa un cuerpo muerto. Los cuerpos muertos de los santos son
templo de Dios, en los cuales habita Dios, como dice el Apóstol: El templo de
Dios, que sois vosotros, santo es (1 Cor 3, 17).
El cuerpo es morada
del alma, y el alma es trono de Dios; y así como el cuerpo es morada del alma,
del mismo modo el alma lo es de Dios. El Señor está en su templo santo (Sal 10,
5). Pero el cuerpo del pecador es sepulcro, porque contiene a un muerto, pues
el alma muere por el pecado; por eso los malos son llamados sepulcro: Sepulcro
abierto es la garganta de ellos (Sal 13, 3). En el interior del sepulcro está
el cuerpo muerto, mientras que en el exterior hay a veces una imagen que parece
un rostro viviente: Yo conozco tus obras, que tienes nombre, que vives, y estás
muerto (Apoc 3, 1).
Por eso se dice: Que parecen de fuera hermosos (los sepulcros), a causa del ornato exterior, y dentro están llenos de huesos de los muertos, y de toda suciedad (Mt 23, 27), esto es, de toda podredumbre y de toda inmundicia. Después de eso se añade: Así también vosotros, por fuera os mostráis, en verdad, justos a los hombres, es decir, los hombres os consideran justos; mas por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad (Ibid. 28).
II. ¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas!, que limpiáis lo de fuera del vaso y del plato
(Mt 23, 25). San Jerónimo ve en esto una manera de hablar, y lo aplica a toda
limpieza que se muestra por fuera. En el plato se sirve la comida; en el vaso,
la bebida. Mas el hombre se llama plato. La comida, en la cual Dios se deleita,
son las obras buenas que hace. Mi comida es que haga la voluntad del Padre que
me envió (Jn 4, 34). Consta que el uso del vaso y del plato no está en la
superficie externa, sino en la interior. Limpia el vaso exteriormente el que
exteriormente dispone su cuerpo. Pero vosotros sois de esta manera: Por dentro
estáis llenos de rapiña y de inmundicia (Mt 23, 25).
Limpia primero lo
interior del vaso y del plato (Mt 23, 26). Pues toda la pureza exterior depende
de la pureza interior, como se lee en San Mateo: Si tu ojo fuere sencillo, todo
tu cuerpo será luminoso (VI, 22). Por eso enseña que es preciso limpiar el
corazón; y así todo estará limpio. Por eso dice: limpia primero lo interior;
porque todo lo que se haga exteriormente será bueno, si procede de buena
voluntad. Guarda tu corazón con toda diligencia (Prov 4, 23).
(In Matth., XXIII)
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