Jueves de la 29ª semana
SAN JUAN BAUTISTA
Él era una antorcha,
que ardía y alumbraba (Jn 5, 35).
Juan fue un testigo
grato de Cristo, y esto se demuestra por tres cualidades de su perfección. La
primera pertenece a la condición de su naturaleza, cuando dice: Era una
antorcha; la segunda a la perfección de su amor, porque ardía; la tercera a la
perfección de su inteligencia, porque alumbraba.
I. Juan era perfecto
en su naturaleza, porque era una antorcha, es decir, estaba iluminado por la
gracia y por la luz del Verbo de Dios. Pues: la antorcha se diferencia de la
luz en que la luz brilla por sí misma y la antorcha no brilla por sí misma,
sino por participación. La verdadera luz es Cristo, como dice el Evangelista:
Era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre (Jn 1, 9). Pero Juan no era
luz, sino antorcha, pues estaba iluminado, para que diese testimonio de la luz
(Jn 1, 8), conduciendo los hombres a Cristo; antorcha de la cual se dice:
Preparada tengo una antorcha a mi Cristo (Sal 131, 17).
II. En él había un amor ardiente y ferviente; por eso dice: Que ardía. Porque algunos son antorchas únicamente por oficio, pero están apagadas en el corazón. Pues así como la antorcha no puede arder, si no se enciende con fuego, del mismo modo la antorcha espiritual no brilla, si con anterioridad no arde y es inflamada por el fuego de la caridad. Por eso el ardor precede a la luz, pues, por el ardor de la caridad se da el conocimiento de la verdad. A vosotros os he llamado amigos, porque os he hecho conocer todas las cosas que he oído de mi Padre (Jn 15, 15). Los que teméis al Señor, amadle; y serán iluminados vuestros corazones (Eccli 2, 10). Porque el fuego tiene dos propiedades: arde y resplandece. El ardor del fuego representa al amor por tres causas:
1º) Porque el fuego es
el más activo de todos los cuerpos, y del mismo modo el ardor de la caridad, en
cuanto que nada puede soportar su ímpetu, cómo dice el Apóstol: El amor de
Cristo nos empuja (2 Cor r, 14).
2º) Porque así como el
fuego, por herir mucho la sensibilidad, produce mucho calor, así también la
caridad causa calor hasta que el hombre logre su fin.
3º) Porque como el
fuego se dirige hacia arriba, así también lo hace la caridad, para unirnos a
Dios. Quien permanece en caridad, en Dios permanece, y Dios en él (1 Jn 4, 16).
III. Alumbraba también
en el entendimiento.
1º) Interiormente, por
el conocimiento de la verdad. Llenará tu alma de resplandores (Is 58, 11), esto
es, hará que resplandezca.
2º) Exteriormente por
la predicación. Entre los cuales resplandecéis como lumbreras en el mundo
(Filip 2, 15).
3º) Por la
manifestación de las buenas obras. De este modo ha de brillar vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras (Mt 5, 16).
(In Joan., V)
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