LOS CUATRO
EVANGELIOS:
¿POR QUÉ SON
EL CORAZÓN DE LA FE CRISTIANA?
¿Qué significa Evangelio?
- “Evangelio” es una palabra griega
(euangelion) que llegó al español a través de la palabra latina evangelium y
que significa literalmente buena noticia. Esta buena
noticia se refiere a la vida y a la predicación de Jesucristo, el Hijo
Unigénito de Dios hecho hombre.
¿Cuántos y cuáles son los Evangelios?
Son 4: evangelio de Mateo (Mt),
Marcos (Mc), Lucas (Lc), Juan (Jn). Forman parte de la
Sagrada Escritura y, en particular, del Nuevo Testamento, Pertenecen, por
tanto, al canon de las Escrituras, que es “la lista completa
de los escritos sagrados, que la Tradición Apostólica ha permitido discernir a
la Iglesia. El canon comprende 46 escritos del Antiguo
Testamento y 27 del Nuevo” (Compendio, 20).
¿Cuándo fueron escritos?
Los 4 evangelios fueron escritos entre
los años 60 y el 100 d.C.
¿Por qué son solamente 4?
Son solamente cuatro, en cuanto que ha
sido la Tradición Apostólica la que ha permitido a la Iglesia
que estos cuatro y sólo estos cuatro evangelios deberían ser comprendidos en la
lista de los Libros Sagrados.
¿Qué es la Tradición Apostólica?
“La Tradición Apostólica es la
transmisión plena del mensaje de Cristo, desde los orígenes del cristianismo,
mediante la predicación, el testimonio, las instituciones, el culto, los
escritos inspirados. Los Apóstoles transmitieron a sus sucesores, los Obispos,
y, a través de éstos, a todas las generaciones hasta el final de los tiempos,
todo lo que han recibido de Cristo y aprendido por el Espíritu Santo.
¿En qué modos se cumple la Tradición Apostólica?
La Tradición Apostólica se cumple de
tres modos: con la transmisión viva de la Palabra de Dios (llamada simplemente
la Tradición), y con la Sagrada Escritura, que es el anuncio mismo de la
salvación puesta por escrito.
¿Qué relación existe entre la Tradición y la Sagrada Escritura?
La Tradición y la Sagrada Escritura
están íntimamente y profundamente vinculadas. Ambas vuelven presente y fecundo
el misterio de Cristo en la Iglesia y brotan de la misma fuente divina:
constituyen el sagrado depósito de la fe, del cual la Iglesia extrae la propia
certeza sobre todas las verdades reveladas.
¿Qué relación existe entre Escritura, Tradición y Magisterio?
Los tres están unidos estrechamente de
modo que ninguno de ellos puede existir sin los otros dos. En conjunto
contribuyen eficazmente, cada uno según el modo propio, bajo la acción del
Espíritu Santo, a la salvación de los hombres” (Compendio, 12-14.17).
¿Qué sabemos sobre los autores de Los cuatro evangelios?
Según la tradición, de los autores de
los cuatro evangelios sabemos que:
Marcos:
-es frecuentemente identificado con “el
joven envuelto en una sábana” que trató de seguir a Jesús después de que éste
fue arrestado (Mc14,51-52). sucesivamente fue discípulo de san Pedro;
siguió también a san Pablo en uno de sus viajes misioneros.
Mateo:
-llamado también Leví, fue uno de los
apóstoles. Era un publicano, esto es, un cobrador de impuestos. Jesús lo llamó
mientras estaba en la mesa de los impuestos.
Lucas:
-discípulo de san Pablo, lo siguió en
algunos de sus viajes. Es considerado también como autor de los Hechos de los
Apóstoles. Era médico, probablemente de Antioquía. Según la tradición, pintó un
retrato de la Virgen.
Juan:
-fue uno de los apóstoles más cercanos a
Jesús. En su Evangelio, frecuentemente se refiere a sí mismo como “el discípulo
que Jesús amaba”. Es considerado también autor de tres Cartas Apostólicas y del
Apocalipsis
¿Qué importancia tienen los cuatro evangelios para los cristianos?
“Los cuatro evangelios de Mateo, Marcos,
Lucas y Juan, siendo el testimonio principal sobre la vida y doctrina de Jesús,
constituyen el corazón de todas las Escrituras y ocupan un lugar único en la
Iglesia” (Compendio, 22)
¿Cómo se formaron los evangelios?
En la formación de los evangelios se
pueden distinguir tres etapas:
1. La
vida y enseñanzas de Jesús: Jesús no dejó nada escrito. Al predicar y
enseñar, eligió y formó discípulos, especialmente los Doce Apóstoles, que
escucharon su palabra por tres años. Bajo este aspecto se puede destacar que la
exigencia de predicar y enseñar de memoria era la costumbre propia de aquel
tiempo, debido al hecho de que la escritura no era muy difundida.
2. La
tradición oral: «Después de la Ascensión del Señor, los apóstoles
predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida
inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos
gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad.» (Concilio Vaticano ii, Dei Verbum 19).
Los Apóstoles han realizado, por tanto, lo que Jesús les había ordenado: “Id y
enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo” (Mt 28,19). Así pues, ellos, respondiendo a
este mandato de Cristo, anunciaron los hechos de los cuales fueron testigos
durante su vida con Jesús, repitiendo sus palabras y enseñanzas, en particular
a quien no lo había conocido. Así, lentamente los recuerdos y narraciones sobre
Jesús, de igual modo que sus palabras y milagros, transmitidos constante y
fielmente, asumieron una forma literaria específica. Por ejemplo, inmediatamente
después de la Muerte y la Resurrección de Jesús, esto es, en torno al año 40
d.C., en el famoso himno que contiene la Carta de san Pablo a los Filipenses,
la Iglesia cantaba: “Jesucristo, aún siendo de naturaleza divina, no se aferró
a su condición divina” (Flp 2,6).
En torno a esta predicación se puede destacar que:
· la comunidad cristiana no
crea el contenido de la predicación, sino que elabora
la forma literaria;
· dicho contenido se basa en el
testimonio autorizado de los testigos oculares;
· y es estrictamente examinado por
la comunidad apostólica de Jerusalén, la cual tiene como preocupación y
convicción principal ser fiel a la memoria de Jesús.
3. Los
evangelios escritos: las enseñanzas apostólicas sobre Jesús no se
quedaron como una pura enseñanza oral, sino que, muy pronto y de manera
gradual, fueron puestas por escrito. Esto ocurrió entre el año 60 y el 100 d.C.
«Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas
cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando
otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, reteniendo
por fin la forma de proclamación de manera que siempre nos comunicaban la
verdad sincera acerca de Jesús.» (Concilio
Vaticano ii, Dei Verbum, 19). La razón de poner por escrito
lo que anunciaban oralmente se explica de acuerdo a las exigencias de
las primeras comunidades cristianas:
· la celebración de la liturgia: en la celebración son
necesarios los textos para leer;
· la catequesis: para la formación de los creyentes,
los catequistas tenían necesidad de textos de referencia sobre los cuales
fundamentar sus enseñanzas;
· la actividad misionera para anunciar la buena
nueva a los no creyentes, exigía tener a la mano por lo menos algunos apuntes que
contuvieran las enseñanzas y palabras más significativas pronunciadas por
Jesús;
· la determinación del comportamiento
moral y práctico de los cristianos en el encuentro con culturas y
estilos de vida diversos;
· la defensa contra las
acusaciones, calumnias y malos entendidos, a las cuales las comunidades
estaban sujetas, sea por parte de los judíos sea por parte de los paganos.
- Todo esto ocurrió bajo la guía del Espíritu Santo, como había
dicho el mismo Jesús durante su vida terrena: «Os he dicho estas cosas estando
con vosotros. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os
he dicho» (Jn 14,25-26). «Él me glorificará, porque tomará de lo
mío y os lo hará saber» (Jn 14,16)
¿Cómo han sido transmitidos los Evangelios a través de los siglos?
Ante todo existe la transmisión
manuscrita (a partir del 60 d.C.) en griego bíblico (un tipo de lengua griega
popular, común en aquel tiempo). Los manuscritos más antiguos de los
Evangelios, así como todo el Nuevo Testamento han sido escritos en griego. Poco
después, en los siglos II y III d.C. fueron traducidos del griego al latín (la
vetus latina) y después, sucesivamente, con la invención de la imprenta
(1516) se pasó de la transmisión manuscrita a la transmisión impresa.
Los Evangelios ¿son de origen apostólico?
La Iglesia afirma como dato de fe que
los Evangelios derivan de los Apóstoles: “La Iglesia siempre ha defendido y
defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los
Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del
Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por
escrito, fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones,
según Mateo, Marcos, Lucas y Juan.” (Concilio
Vaticano ii, Dei Verbum, 18).
¿En qué sentido los Evangelios son históricos?
- Los Evangelios son históricos, en cuanto se refieren fielmente a
las obras y palabras de Jesús, a la luz de su Muerte y Resurrección y bajo el
influjo del Espíritu Santo. “La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha
creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin
vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los
hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que
fue levantado al cielo.” (Concilio
Vaticano ii, Dei Verbum, 19).
- Es necesario tener presente que los Evangelios fueron escritos en
un periodo histórico (siglo I d.C.) en el cual:
· los Apóstoles y
muchas personas que habían conocido, escuchado y vivido con Jesús;
· así como personas que habían conocido y vivido con
los Apóstoles aún estaban vivas, y, por tanto, eran capaces de verificar si lo
que era predicado y lo que se había escrito correspondía o no a la verdad. Bajo
este aspecto, tampoco se debe olvidar que muchas de estas personas habían
aceptado el martirio antes que renegar de su fidelidad a Cristo (por ejemplo,
la persecución sufrida por los cristianos en el año 64 d.C. por causa de
Nerón).
- Para garantizar la historicidad de los hechos existen, asimismo,
otros criterios complementarios (como el criterio de atestación múltiple, de la
no contradicción, de la continuidad y discontinuidad, de la conformidad, etc.)
que pueden ofrecer una certeza moral de historicidad para la mayor parte de los
hechos narrados en los Evangelios.
¿Cuáles son los criterios de autenticidad de los Evangelios?
- El criterio fundamental: el reconocimiento de la Iglesia
divinamente asistida por el Espíritu Santo. Este reconocimiento ha sido dado ya
por la primitiva Comunidad eclesial en el siglo I d.C. y ha sido siempre
reconfirmado por la Iglesia en los siglos sucesivos hasta nuestros días.
- Los criterios objetivos:
· el origen apostólico;
· la fidelidad absoluta a cuanto dijo e hizo Jesús;
· el testimonio de aquellos que fueron testigos
oculares.
¿En qué sentido los Evangelios son libros inspirados?
“Las verdades reveladas por Dios, que se
contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración
del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por
santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas
sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a
Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la
redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de
sus propias facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos,
escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería” (Concilio Vaticano ii, Dei Verbum,
11).
¿Por qué los Evangelios enseñan la verdad?
Porque Dios mismo es su autor. Por ello
enseñan sin error las verdades que son necesarias para nuestra salvación.
“Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe
tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de
la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios
quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación. Así, pues, “toda
la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para
corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto y equipado para toda obra buena” (2 Tim., 3,16-17).” (Concilio Vaticano ii, Dei Verbum,
11).
¿Cuáles son algunas de las características de cada Evangelio?
- El Evangelio según Marcos:è es considerado el más
antiguo de los cuatro Evangelios. Tiene un tono más narrativo: rico en
particularidades, pinta eficazmente la Palestina de la época de Jesús. Los
destinatarios de la obra eran los cristianos no judíos, probablemente los que
habitaban en Roma. El autor es el Marcos conocido por Pedro, que acompañó más
tarde a Pablo y a Bernabé. El Evangelio de Marcos está marcado por el “camino”:
el viaje de Jesús hacia Jerusalén para el cumplimiento del misterio pascual.
- El Evangelio según Mateo: destinado a un público de
origen judío. Abundan las citas del Antiguo Testamento. Según la tradición
cristiana, el autor fue uno de los doce Apóstoles que en algunos pasajes es
llamado Mateo (el cobrador de impuestos) y en otros Leví. El Evangelio es rico
en parábolas y contiene 5 grandes discursos de Jesús, entre los cuales el
célebre sermón de la montaña (5,1-7,29). Es considerado como el texto más rico
en valores morales y por siglos ha inspirado pueblos de toda cultura y religión.
- El Evangelio según Lucas: es una sola obra junto con
los Hechos de los Apóstoles. Escritos por el mismo autor, presente el mismo
estilo y el mismo destinatario, un cierto Teófilo, del cual no se tienen más
noticias (el nombre griego significa Amigo de Dios). Según la
tradición, el autor es Lucas, compañero de san Pablo en algunos de sus viajes.
El corazón de la obra es la actividad de Jesús en Jerusalén, la predicación del
inicio de una nueva era, la redención de los hombres y el amor por los pobres
- El Evangelio según Juan: es muy distinto a los otros,
aun estilísticamente. Contiene menos parábolas, menos milagros, no contiene
indicaciones sobre la institución de la eucaristía, al Padre Nuestro y a las
bienaventuranzas. Aparecen, sin embargo, nuevas expresiones para hablar de
Jesús (por ejemplo, Verbo de Dios). Según la tradición el autor es el Apóstol
Juan, el predilecto de Jesús, también autor del Apocalipsis. Un grande escritor
cristiano del siglo II, Orígenes, definió el cuarto Evangelio con las siguientes
palabras: “la flor de toda la Escritura es el Evangelio y la flor del Evangelio
es el que nos ha transmitido Juan, cuyo sentido profundo y ordenado nadie podrá
captar jamás.”
¿Qué características presentan los Evangelios en conjunto?
- Sobre las Fuentes,
se puede destacar:
· la esmerada búsqueda de los hechos históricos. Así se
expresa Lucas al inicio de su Evangelio: “Puesto que ya muchos han tratado de
poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido
ciertísimas, tal como nos las enseñaron los que desde el principio las vieron
con sus ojos y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí,
después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen,
escribírtelas por orden, excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la
verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.” (1, 1-4);
· lel testimonio ocular y la experiencia sorprendente,
nueva, de algunas personas que vivieron con Jesús.
- Sobre el Contenido:
· los Evangelios se complementan mutuamente poniendo en
evidencia, cada uno, ciertos aspectos particulares de la enseñanza y de la
praxis de Jesús;
· no solo contienen la Palabra de Dios, sino que ellos
mismos son Palabra de Dios: Palabra de Dios en palabras humanas. En cuanto obra
humana, los Evangelios deben ser estudiados con criterios científicos (de
crítica literaria e histórica), pero en cuanto Palabra de Dios, deben ser
leídos sobretodo con los criterios de la fe.
· Jesucristo es el contenido central, el dato principal
y permanente, el centro estable que unifica y da solidez a los Evangelios, los
cuales son el eco fiel de cuanto Jesús ha dicho y hecho. Los Evangelios son un
solo libro y este único libro es Cristo. Él es el revelador definitivo del
Padre con su mismo ser, con las palabras y obras, con los milagros, con la
Muerte y Resurrección, con el don del Espíritu Santo.
· la fe cristiana no es una «religión del Libro», sino
una religión de la Palabra de Dios, que «no es una Palabra escrita y muda, sino
el Verbo encarnado y viviente» (San Bernardo de Claraval);
· existe un contenido común al presentar los hechos
principales de la vida de Jesús: Jesús es presentado en sus lineamientos
principales, en las constantes de su enseñanza y comportamiento, en los
momentos fundamentales de su vida pública, en su absoluta novedad y
originalidad: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; y nosotros vemos
su gloria, gloria de unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).
- Sobre la Interpretación de
los acontecimientos: debe ser hecha a la luz de la Resurrección de Jesús y
puesta al servicio de los creyentes y de la Iglesia. Los Evangelios fueron
escritos en la certeza que Jesús, muerto en la cruz, ha resucitado y que está
vivo y presente en la Iglesia. Ahora bien, para conocer al Señor Resucitado es
necesario acudir a la vida y a la enseñanza de Jesús, no simplemente en cuanto
acontecimientos del pasado, sino para iluminar con tales acontecimientos la
acción de Cristo actualmente vivo.
- Sobre la Finalidad,
los Evangelios:
· No buscan ofrecernos una biografía de Jesús. Los
autores sagrados, como la tradición anterior a los mismos, no tienen el interés
de conocer a detalle la descripción de los acontecimientos de la vida de Jesús.
Los detalles que están presentes en el texto no tienen la finalidad de una
descripción cronológica de los hechos.
· Tampoco ofrecen respuesta a los problemas de historia
o de ciencia: la verdad que Jesús comunica es para nuestra salvación. Los
Evangelios refieren hechos y dichos de Jesús considerados importantes por su
significado salvífico.
· Se proponen, más bien, de expresar y suscitar la fe
en el Señor Jesús. Siendo transmitida por los creyentes para suscitar y nutrir
la fe, la tradición evangélica pone la atención al significado que tienen tales
eventos para la fe. Por tanto, la verdad de una narración no está en el informe
exacto de un hecho, sino en el aferrar el sentido, el valor, la lección
contenida en el hecho mismo.
¿Qué unidad existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamento?
“La Escritura es una, en cuanto es única
la Palabra de Dios, único el proyecto salvífico de Dios, única la inspiración
divina de ambos Testamentos. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo y el Nuevo
Testamento da cumplimiento al Antiguo: los dos se iluminan mutuamente.”
¿Qué función tiene la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia?
La Sagrada Escritura da fundamento y
vigor a la vida de la Iglesia. Para sus hijos es firmeza en la fe, alimento y
manantial de vida espiritual. Es el alma de la teología y de la predicación
pastoral, Dice el Salmista que es “lámpara para mis pasos, luz en mi camino” (Sal 119,105).
Por ello, la Iglesia exhorta a la frecuente lectura de la Sagrada Escritura, ya
que “la ignorancia de las Escrituras es la ignorancia de Cristo (San Jerónimo)”
(Compendio, 22-24).
¿Qué son los evangelios apócrifos?
- Desde el segundo siglo (esto es, a cierta distancia temporal de
los acontecimientos narrados) nacen otros evangelios, llamados apócrifos. Estos
evangelios:
· Nacen (p. ej. los evangelios gnósticos) en el
contexto de las corrientes teológicas juzgadas heréticas por la Iglesia de la
época.
· En muchos casos, buscan llenar el silencio de los 4
Evangelios sobre ciertos periodos de la vida de Jesús (en particular de sus
primeros treinta años), dando un largo espacio a la fantasía y a la invención.
· Muestran un interés particular por los aspectos
estrepitosos de los milagros, por la infancia de Jesús, por las vicisitudes de
los apóstoles no mencionadas en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
· Algunos de ellos, inclusive, no hablan de la Muerte y
Resurrección de Cristo.
- Por estos motivos, a diferencia de los cuatro evangelios
canónicos, no han sido reconocidos como inspirados por la Iglesia, la cual,
apenas fueron escritos, los ha rechazado juzgándolos como poco fidedignos y más
bien dañinos.
- No obstante, estos evangelios han tenido una influencia en la
tradición y en la iconografía: por ejemplo la presencia del buey y del asno en
la gruta de la Natividad y el nombre de los padres de María (Joaquín y Ana) nos
llegan precisamente a través del protoevangelio de Santiago, el más famoso.
Otros textos apócrifos han sido conocidos sólo recientemente, como el evangelio
de Dídimo Judas Tomás.
- Es necesario recordar que los 4 Evangelios auténticos son
precedentes a los evangelios apócrifos. El Evangelio de Juan, que es el último
de los cuatro, fue compuesto hacia el 90-95, muchas décadas antes de que
algunos autores escribiesen los evangelios apócrifos.
¿Cuáles son los criterios para leer los Evangelios?
1. Ante
todo, es necesario “buscar con atención qué cosa han querido afirmar los
hagiógrafos humanos y qué cosa ha querido manifestar Dios a través de sus
palabras. Para comprender la intención de los autores sagrados, se
deben tener en cuenta los condicionamientos de su tiempo y de su cultura, de
los «géneros literarios», los modos de entender, de expresarse, de narrar
propios de la época.” (CCC, 109-110).
2. Siendo
Evangelios inspirados existe otro principio para la interpretación adecuada, no
menos importante que la anterior, sin la cual la Escritura permanecería como
«letra muerta»: «la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el
mismo Espíritu con que se escribió» (Concilio
Vaticano ii, Dei Verbum, n. 12). El Concilio Vaticano II
indica tres criterios para una interpretación de la Sagrada Escritura conforme
al Espíritu que la ha inspirado: 1) atención al contenido y unidad de toda la
Escritura; 2) lectura de la Escritura en la Tradición viva de la Iglesia; 3)
Respeto de la analogía de la fe, es decir, de la cohesión de las verdades de fe
entre ellas.
3. Los
Evangelios han de ser interpretados bajo la guía del Magisterio de la Iglesia,
al cual corresponde interpretar auténticamente el depósito de la fe: “La
interpretación auténtica de este depósito compete sólo al Magisterio viviente
de la Iglesia, es decir al Sucesor de Pedro, Obispo de Roma, y a los Obispos en
comunión con él. Al Magisterio, que en el servicio de la Palabra de Dios goza
del carisma cierto de la verdad, corresponde también definir los dogmas, que
son formulaciones de las verdades contenidas en la Revelación divina. Esta
autoridad se extiende también a las verdades necesariamente entrelazadas con la
Revelación.” (Compendio, 16).
4. Los
Evangelios han de ser leídos teniendo presente la unidad global del proyecto
divino, que se actúa en la historia y que Dios ha revelado de modo pleno y
definitivo en su Hijo Unigénito Jesucristo.
¿En qué modo se deben leer los Evangelios?
- Ante todo, una cita bíblica se lee en el modo siguiente:
Mt 3,1-4 significa el libro de Mateo, capítulo3, versículos del 1 al 4;
Mt 3,1-4 significa el libro de Mateo, capítulo3, versículos del 1 al 4;
- La lectura de los Evangelios puede ser hecha en modo individual o
comunitario, de uno o más pasajes, de una o más páginas. Dicha lectura debe ser
hecha con atención, sin saltar lo que parece secundario, interpretando
correctamente el sentido del texto bíblico. Y se desarrolla, gracias a la ayuda
del Espíritu, en meditación, contemplación y oración:
· Meditación (Meditatio): lo que ha
sido leído debe ser confrontado con los pasajes bíblicos paralelos y aplicado a
la vida personal, a través de un compromiso concreto;
· Contemplación (Contemplatio): es
el momento de la reflexión, del silencio y de la adoración, hasta notar la
presencia viva de Dios;
· Oración (Oratio): es el momento de
la alabanza y de la intercesión. El discípulo comparte con sus hermanos la fe y
ora según lo que el encuentro con Dios le ha sugerido en la lectura de un
pasaje de la Escritura. Todo esto puede suceder también en el contexto de una
celebración comunitaria sobria. “No olviden que la lectura de la Sagrada
Escritura debe ser acompañada por la oración para que se entable diálogo entre
Dios y el hombre.” (Concilio Vaticano ii, Dei
Verbum, no. 25)
- Es necesario tener presente algunas exigencias para leer bien los
Evangelios:
· Conocimiento del lenguaje evangélico y atención al
sentido literal, especificando el objetivo, e argumento y la disposición del
texto. Para este fin es necesario recurrir a los instrumentos de una correcta
exégesis, para no caer en interpretaciones arbitrarias;
· lectura y relectura incesante del texto evangélico
para adquirir una cierta familiaridad con su horizonte global. Para tal fin es
útil confrontar un pasaje con otros textos de la Biblia. La unidad de la
Sagrada Escritura, que representa la unidad del designio salvífico, exige que
un pasaje específico sea leído en el contexto de otros pasajes y confrontado
con ellos; que el Antiguo Testamento sea leído a la luz del Nuevo, pero también
que el Nuevo Testamento sea leído a la luz del Antiguo para reconocer la
“pedagogía de Dios”, en cuanto que el Nuevo no puede ser comprendido fuera de
una estrecha relación con el Antiguo y con la tradición judía que lo ha
transmitido;
· lectura actualizada: es necesario actualizar el texto
bíblico a nuestro tiempo. A través de la lectura del pasado, el Espíritu nos
ayuda a discernir el sentido que él mismo va dando a los problemas y
acontecimientos de nuestro tiempo, habilitándonos a leer la Biblia con la vida
y la vida con la Biblia;
· atención a los sentidos de la Sagrada Escritura y,
por tanto, de los Evangelios.
¿Cuáles son los sentidos de la Escritura?
“Según una antigua tradición, se pueden
distinguir dos sentidos de la Escritura: el sentido literal y el sentido
espiritual. Este último se subdivide en sentido alegórico, sentido moral y
sentido anagógico. La concordancia plena de los cuatro sentidos asegura a la
lectura viva de la Escritura en la Iglesia toda su riqueza.
- El sentido literal; es aquel significado por las
palabras de la Escritura y encontrado a través de la exégesis que sigue la
regla de la recta interpretación. «Omnes [Sacrae Scripturae] sensus
fundentur super unum, scilicet litteralem – Todos los sentidos de la
Sagrada Escritura se basan en el sentido literal».
- El sentido espiritual:. Dada la unidad del designio
de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino también las realidades y
los acontecimientos de los que habla pueden ser signos. Este comprende:
1. El sentido alegórico: Podemos llegar a una
comprensión más profunda de los acontecimientos si reconocemos su significado
en Cristo; así, el paso del Mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y,
por tanto, del Bautismo;
2. El sentido moral: Los acontecimientos narrados en la
Escritura pueden conducirnos a actuar rectamente. Han sido escritos «para
amonestarnos» (1 Cor 10,11);
3. El sentido anagógico: Podemos ver ciertas realidades
y acontecimientos en su significado eterno, que nos conduce hacia nuestra
Patria. Así, la Iglesia sobre la tierra es un signo de la Jerusalén celestial.
- Un dístico medieval resume muy
bien el significado de estos cuatro sentidos. La letra muestra los hechos, la
alegoría que cosa creer, el sentido moral lo que hay que hacer y la anagogía
hacia donde dirigirse (Litera gesta docet, quid credas allegoria. Moralis
quid agas, quo tendas anagogia)” (CCC, 115-118).
El Primicerio
De la Basílica de San Carlos y San Ambrosio
Monsignor Raffaello Martinelli
De la Basílica de San Carlos y San Ambrosio
Monsignor Raffaello Martinelli
Para profundizar el argumento, se pueden
ver los sugientes documentos pontificios:
·
Concilio
Vaticano II, Dei Verbum;
·
Catecismo
de la Iglesia Catolica (CCC), nn. 74-141;
Compendio
del CCC, nn. 11-24.
No hay comentarios:
Publicar un comentario