Papa León XIII
Oh, Señor, Tú ves como por todas partes los vientos han estallado y el mar se convulsiona con la gran violencia de las olas crecientes.
Ordena, te lo pedimos, que calmes los vientos y los mares.
Restaura la paz entre nosotros, esa paz que solo Tú nos puedes ofrecer y restaura la armonía social.
Bajo tu mirada protectora y tu inspiración puedan los hombres y mujeres volver al orden, venciendo la codicia, convirtiéndonos en lo que debemos ser, reflejo del amor de Dios, de la justicia, de la caridad con el prójimo, haciendo uso ordenado de todas las cosas.
Haz que tu reino llegue.
Que todos puedan reconocer que están sujetos a Tí, y que deben servirte, porque eres la verdad y la salvación; que sin Tí, todo lo que se hace es en vano.
Tu ley, Señor, es justa y paternalmente bondadosa.
Tú estás siempre a nuestro lado con tu fuerza y tu poder abundante para ayudarnos.
La vida en la tierra es una guerra, pero Tú ayudas al ser humano a conquistar lo que necesita.
Tú sostienes al débil y lo coronas con la victoria.
San Pío X
ORACIÓN A LA INMACULADA
Oh, Virgen Santísima, que habéis sido agradable al Señor y os convertisteis en su Madre; Virgen Inmaculada en vuestro cuerpo, en vuestra alma, en vuestra fe y en vuestro amor, mirad con ojos benévolos a los infelices que imploran vuestra poderosa protección.
La serpiente infernal, contra quien fue lanzada la maldición primera, continúa combatiendo y tentando a los pobres hijos de Eva. Vos, Madre nuestra bendita, nuestra Reina y Abogada, vos que habéis aplastado la cabeza del enemigo desde el primer instante de vuestra concepción, acoged las plegarias que, unidos a vos en un solo corazón, os rogamos presentéis ante el trono de Dios, para que jamás nos dejemos arrastrar a las emboscadas que nos son preparadas, sino que alcancemos el puerto de salvación y que, en medio de tantos peligros, la Iglesia y la sociedad cristiana canten una vez más el himno de la liberación, de la victoria y de la paz. Amén.
Benedicto XV
Oración por la paz
Espantados por los horrores de una guerra que trastorna pueblos y naciones, nos acogemos, oh Jesús, como refugio supremo a vuestro amantísimo Corazón: de Vos, oh Dios de las misericordias, imploramos el fin del durísimo azote; de Vos, Rey pacífico, esperamos con ansia la suspirada paz.
De vuestro Corazón divino irradiasteis sobre el mundo la caridad, para que, disipada toda discordia, reinase entre los hombres solamente el amor; mientras andabais entre los mortales tuvisteis latidos de tiernísima compasión para con las humanas desventuras. ¡Ah! conmuévase, pues, vuestro Corazón también en esta hora llena para nosotros de tan funestos odios y tan horribles estragos.
Tened piedad de tantas madres angustiadas por la suerte de sus hijos, piedad de tantas familias privadas de su jefe, piedad de la desgraciada Europa, a la que sobrevienen tantas ruinas.
Tened piedad de tantas madres angustiadas por la suerte de sus hijos, piedad de tantas familias privadas de su jefe, piedad de la desgraciada Europa, a la que sobrevienen tantas ruinas.
Inspirad a los gobernantes y a los pueblos sentimientos de compasión, cesen las discordias que desgarran las naciones, haced que los hombres vuelvan a darse el ósculo de paz, Vos que les hicisteis hermanos con el precio de vuestra sangre. Y así como un día al grito suplicante del Apóstol Pedro: "Sálvanos, Señor, que perecemos" respondisteis piadoso calmando la tempestad del mar, así ahora responded propicio a nuestras confiadas oraciones devolviendo al mundo tan perturbado la tranquilidad y la paz.
Vos también, oh Virgen Santísima, como en otros tiempos de terrible prueba, protegednos, salvadnos.
Así sea.
Oración a Jesús, Rey del Universo - Pío XI
(21 de febrero de 1923)
Oh Cristo Jesús, yo os reconozco como Rey universal. Todo cuanto existe ha sido creado por Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos.
Renuevo las promesas del bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y muy particularmente me comprometo a hacer triunfar, según mis fuerzas, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia.
Corazón divino de Jesús, yo os ofrezco mis pobres acciones, para lograr que todos los corazones reconozcan vuestra sagrada Realeza, y que así se establezca en el mundo el reino de vuestra paz. Así sea.
Implorando la reconciliación
Pio XII (1942)
¡Oh Madre de misericordia!
Intercede ante Dios y obtennos la gracia de la reconciliación cristiana de los pueblos.
Obtennos las gracias que en un instante puedan convertir los corazones humanos, aquellas gracias que puedan preparar y asegurar la anhelada paz.
Reina de la Paz , ruega por nosotros y logra para el mundo
la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo.
la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo.
ORACION POR LA PAZ
Beato Juan XXIII
Señor Jesucristo, que eres llamado Príncipe de la Paz , que eres Tú mismo nuestra paz y reconciliación, que tan a menudo dijiste: "La Paz contigo, la paz les doy."
Haz que todos hombres y mujeres den testimonio de la verdad, de la justicia y del amor fraternal.
Destierra de nuestros corazones cualquier cosa que podría poner en peligro la paz.
Ilumina a nuestros gobernantes para que ellos pueden garantizar
y puedan defender el gran regalo de la paz.
y puedan defender el gran regalo de la paz.
Que todas las personas de la tierra se sientan hermanos y hermanas.
Que el anhelo por la paz se haga presente
y perdure por encima de cualquier situación.
y perdure por encima de cualquier situación.
ORACION POR LA PAZ
Papa Pablo VI
Señor, Dios de la paz,
Tu que creaste a los hombres para ser herederos de tu gloria,
Te bendecimos y agradecemos porque nos enviaste a Jesús, tu hijo muy amado.
Tu hiciste de El, en el misterio de su Pascua, el realizador de nuestra salvación, la fuente de toda paz, el lazo de toda fraternidad.
Te agradecemos por los deseos, esfuerzos y realizaciones que tu Espíritu de paz suscitó en nuestros días, para sustituir el odio por el amor, la desconfianza por la comprensión, la indiferencia por la solidaridad.
Abre todavía mas nuestro espíritu y nuestro corazón para las exigencias concretas del amor a todos nuestros hermanos, para que seamos, cada vez mas, artífices de la paz.
Acuérdate, oh Padre, de todos los que luchan, sufren y mueren para el nacimiento de un mundo mas fraterno.
Que para los hombres de todas las razas y lenguas
venga tu Reino de justicia, paz y amor. Amen.
venga tu Reino de justicia, paz y amor. Amen.
ORACION POR LA PAZ
Beato Juan Pablo II
Oh, Dios, Creador del universo, que extiendes tu preocupación paternal sobre cada criatura y que guías los eventos de la historia a la meta de la salvación; reconocemos tu amor paternal que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo dividido por la disputa y la discordia,
Tú nos haces preparar para la reconciliación.
Renueva en nosotros las maravillas de tu misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros, para que él pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los enemigos puedan empezar a dialogar; para que los adversarios puedan estrecharse las manos; y para que las personas puedan encontrar entre sí la armonía.
Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda sincera por la verdadera paz; para que se eliminen todas las disputas, para que la caridad supere el odio, para que el perdón venza el deseo de venganza.
(Día Mundial por la Paz , 1 de enero del 2002)
La oración Benedicto XVI en el muro de las lamentaciones
Dios de todos los tiempos, en mi visita a Jerusalén, la Ciudad de la Paz , morada espiritual para hebreos, cristianos y musulmanes, llevo ante Ti los gozos, las esperanzas y las aspiraciones, las angustias, los sufrimientos y las penas de todo Tu pueblo disperso por el mundo.
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, escucha el grito de los afligidos, de los que tienen miedo, de los desesperados, manda tu Paz sobre esta Tierra Santa, sobre Medio Oriente, sobre la entera familia humana; ilumina el corazón de todos aquellos que invocan tu nombre a fin de que quieran caminar humildemente sobre el camino de la justicia y la piedad.
Bueno es el Señor con el que espera en Él, con el alma que lo busca (Lam 3,25).
Benedicto XVI
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