"Había un hombre rico que se vestía
de púrpura y de lino finísimo y cada día tenía convites espléndidos. Y había
allí un mendigo llamado Lázaro, que yacía a la puerta del rico, lleno de
llagas. Deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico, y
ninguno se las daba: mas venían los perros y le lamían las llagas".
"Y aconteció que cuando murió aquel
pobre, lo llevaron los ángeles al seno de Abraham. Y murió también el rico, y
fue sepultado en el infierno. Y alzando los ojos cuando estaba en los
tormentos, vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno. Y él, levantando el
grito, dijo: Padre Abraham, compadécete de mí y envía a Lázaro, que moje la
extremidad de su dedo en agua para refrescar mi lengua, porque soy atormentado
en esta llama. Y Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tú bienes en tu
vida, y Lázaro también males; pues ahora él es aquí consolado y tú atormentado.
Fuera de que hay una sima impenetrable entre nosotros y vosotros: de manera que
los que quisieren pasar de aquí a vosotros no pueden, ni de ahí pasar
acá".
"Y dijo: Pues te ruego, Padre, que
lo envíes a casa de mi padre. Porque tengo cinco hermanos, para que les de
testimonio; no sea que vengan ellos también a este lugar de tormentos. Y
Abraham le dijo: Tienen a Moisés y a los profetas, óiganlos. Mas él dijo: No,
padre Abraham; mas si alguno de los muertos fuere a ellos, harán penitencia. Y
Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco creerán, aun
cuando alguno de los muertos resucitare".
Beda
Había advertido el Señor que nos granjeásemos amigos con las riquezas de
la iniquidad y los fariseos que lo habían oído se reían de El. Pero después les
confirma lo que había predicado por medio de un ejemplo, diciendo: "Había
un hombre rico", etc.
Crisóstomo, hom. de divite, ex Luca
Era, no es, porque pasó como una sombra que huye. No toda pobreza es
santa, ni todas las riquezas son pecaminosas, pero así como la lujuria deshonra
las riquezas, así la santidad recomienda la pobreza.
Prosigue: "Que se vestía de púrpura y de lino finísimo".
San Ambrosio
La púrpura tiene el color de manto real y sale de las conchas marinas
abiertas con hierro. La gasa es una especie de lino blanco muy delicado.
San Ambrosio
San Gregorio,
in Evang hom. 40
Si no fuese una falta el abuso de los vestidos finos y preciosos, nunca
la palabra de Dios se hubiese ocupado de ellos. Ninguno se pone vestidos
preciosos sino por vanidad y por aparecer más digno de consideración que los
demás y ninguno gusta de ponerse vestidos preciosos cuando ha de ir a donde no
pueda ser visto de nadie.
Crisóstomo, hom. de divite, ex Luca
Encubría la ceniza, el polvo y la tierra con la púrpura y la seda. O lo
que es lo mismo: la ceniza, el polvo y la tierra llevaban la púrpura y la seda.
Según son sus vestidos así son las comidas. Lo mismo sucede con nosotros. Las
comidas corresponden a los vestidos. Por ello sigue: "Y cada día tenía
banquetes espléndidos".
San Gregorio, Moralium 1, super Iob 1,5
En lo que se debe ver claramente que apenas pueden celebrarse banquetes
sin incurrir en culpa, porque siempre se mezcla en ellos la voluptuosidad,
porque cuando el cuerpo se entrega a los placeres de la mesa, el corazón
experimenta una alegría desordenada.
Prosigue: "Y había allí un mendigo llamado Lázaro".
San Ambrosio
Esto parece más bien una historia que una parábola, porque se expresa el
nombre.
Crisóstomo, ut sup
Hay parábola cuando se pone un ejemplo y se callan los nombres. Lázaro
quiere decir el que es ayudado, porque era un pobre y Dios le favorecía.
San Cirilo
Este relato del rico y de Lázaro se ha escrito a modo de parábola para
que se vea que los que abundan en riquezas terrenas, se hacen reos de una gran
condena si no quieren socorrer las necesidades de los pobres. Refiere la
tradición de los judíos que había entonces en Jerusalén un tal Lázaro,
sumamente afligido por la pobreza y por la enfermedad, de quien hace mención el
Señor poniéndolo por ejemplo para mejor comprensión de su discurso.
San Gregorio,
in Evang hom. 40
También debe advertirse que entre el pueblo son más conocidos los
nombres de los ricos que los de los pobres, pero el Señor no cita el nombre del
rico, sino el del pobre, porque el Señor conoce y ama a los humildes y
desconoce a los soberbios. Para probar mejor al pobre, le embargaron a la vez
la pobreza y la enfermedad. Prosigue: "Que yacía a la puerta del rico,
cubierto de llagas".
Crisóstomo, ut sup
Estaba recostado a la puerta para que el rico no dijese: yo no lo he
visto, nadie me lo ha anunciado. Lo veía ir y venir y estaba cubierto de llagas
para dar a conocer en su cuerpo la crueldad del rico. ¡Oh el más infeliz de
todos los hombres, que ves el cuerpo moribundo de tu semejante tendido delante
de tu puerta y no te compadeces! Si no respetas los mandatos del Señor,
compadécete al menos de tu naturaleza y teme no vengas tú a parar a lo mismo.
La enfermedad encuentra algún consuelo cuando hay riquezas. Pero ¿cuánta pena
hay en aquel que, hecho su cuerpo una llaga, no siente tanto sus dolores como
su hambre? Prosigue: "Deseando hartarse de las migajas", etc. Como
diciendo: al menos da de limosna lo que tiras de tu mesa y haz en vez de un
daño, una ganancia.
San Ambrosio
Lo que sigue da a conocer la insolencia y la vanidad de los ricos por
señales evidentes. Dice pues: "Y ninguno se las daba". Y de tal modo
se olvidan de la condición humana, que, como si fueran de una naturaleza
superior, encuentran en las miserias de los pobres un incentivo a su
voluptuosidad y se burlan del indigente, insultan al necesitado y despojan a
aquellos de quienes se debe tener compasión.
San Agustín, De verb. Dom. serm. 25
Porque la insaciable avaricia de los ricos no teme a Dios, ni respeta al
hombre, ni perdona al padre, ni guarda fidelidad al amigo; oprime a la viuda y
se apodera de los bienes del huérfano.
San Gregorio, ut sup
Además, el pobre veía que el rico salía rodeado de aduladores mientras
él por nadie era visitado en su enfermedad y en su pobreza. Que ninguno iba a
visitarlo lo demuestran los perros que lamían sin obstáculo sus heridas. Sigue
"Mas venían los perros y le lamían las llagas".
Crisóstomo, ut sup
Las llagas, que ningún hombre se dignaba lavar ni tocar, eran lamidas
por un animal compasivo.
San Gregorio, ut sup
De este modo ejerce Dios omnipotente dos juicios en uno, cuando permitió
que el pobre Lázaro estuviese tendido a la puerta del rico. Porque el rico
impío aumenta el castigo de su condenación, mientras que el pobre, en la
prueba, aumenta su derecho al premio; Pues aquél veía todos los días a quien
debía compadecer y éste veía a quién ponía a prueba su virtud.
Crisóstomo, in hom. de divite, ex Luca
Hemos escuchado lo que pasó a uno y otro en esta vida. Veamos ahora su
suerte en la otra. Lo que fue temporal ya pasó, pero lo que sigue es eterno.
Uno y otro murieron: el pobre es recibido por los ángeles, el rico lanzado a la
pena eterna. Dice pues: "Y aconteció que cuando murió aquel pobre, le
llevaron los ángeles", etc. Tantas penas se mudaron de repente en
inefables delicias. Es llevado después de tantos trabajos, porque ya se
encontraba desfallecido y no pudiendo andar era llevado por los ángeles. No era
bastante un sólo ángel para llevar al pobre, sino que vienen muchos formando un
coro de alegrías, y cada uno de aquellos ángeles se alegraba de llevar aquella
carga, como siempre que llevan la de los hombres destinados al cielo. Fue
llevado al seno de Abraham para que descansara y se reanimara en él. El seno de
Abraham es el paraíso. Los ángeles, pues, sirvieron y llevaron al pobre y le
colocaron en el seno de Abraham. Porque aunque había vivido despreciado no se
había desesperado, ni blasfemó diciendo: Este rico goza viviendo en la
opulencia y no padece tribulación, pero yo no puedo alcanzar el alimento
necesario.
San Agustín, De orig. an. 4,16
Si se cree que el seno de Abraham es corpóreo, temo que no se tome en
serio cosa de tanta importancia, porque no es posible creer que el seno de un
hombre pueda contener tantas almas y aún tantos cuerpos (hablando en términos
materiales) como los ángeles llevan allí según llevaron a Lázaro, a no ser que
se crea que únicamente su alma fue la que mereció ser conducida allí. Si no se
quiere caer en un error pueril, se ha de entender por seno de Abraham el lugar
remoto y misterioso del descanso, en donde está Abraham. Por esto se llama de
Abraham, no porque sea únicamente de él, sino porque es el padre de mucha gente
y ha sido propuesto como el modelo de fe que debemos imitar.
San Gregorio
In Matthaeu, in Evang hom. 40
En tanto, pues, que existían en el mundo los dos corazones, esto es, el
del pobre y el del rico, los contemplaba de lo alto el juez que ejercitaba al
pobre para ganar la gloria y soportando al rico, aguardaba su desgracia.
Prosigue: "Y murió también el rico".
Crisóstomo, serm. 2 de Lazaro
Entonces murió según el cuerpo, pero su alma estaba ya muerta, porque no
hacía nada que fuese propio del alma. Porque todo el fervor que nace del amor
al prójimo había expirado en ella y estaba aun más muerta que el cuerpo. Y no
se dice que hubo nadie que sepultase al rico como a Lázaro. Porque después de
haber marchado durante su vida por un camino florido rodeado de muchos y
obsequiosos aduladores, cuando llegó a su fin quedó privado de todos.
Sencillamente, pues, prosigue: "Y fue sepultado en el infierno". Pero
también su alma cuando vivía estaba sepultada y hundida en su cuerpo como en un
sepulcro.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
La sepultura del infierno es lo profundo de las penas, que devoran a los
soberbios y a los faltos de caridad después de esta vida.
San Basilio
Es el infierno cierto lugar común en el fondo de la tierra, oscurecido y
opaco por todas partes, el cual tiene un orificio que lleva hasta lo profundo,
por el que tienen su descenso las almas condenadas a los tormentos 1.
Crisóstomo
Y así como las cárceles de los reyes se encuentran fuera de las
poblaciones, también el infierno se encuentra fuera del mundo, por lo que se
llama tinieblas exteriores.
Teofilacto
Dicen algunos que el infierno es el tránsito de lo visible a lo
invisible y a la deformidad del alma, porque todo el tiempo que el alma del
pecador subsiste en el cuerpo es visible por sus acciones, pero cuando sale del
cuerpo se hace deforme.
Crisóstomo, ut sup
Así como era mayor la pena del pobre cuando estaba tendido ante la
puerta del rico y veía los bienes ajenos, así después de muerto el rico
aumentaba su tormento el ver desde el infierno, donde estaba tendido, la
alegría de Lázaro. No sólo sentía la naturaleza de aquellos tormentos, sino el
suplicio más intolerable, que le causaba la vista de la gloria de Lázaro.
Prosigue: "Y alzando los ojos", etc.
Crisóstomo
Alzó, sí, los ojos para verlo, en vez de bajarlos, porque Lázaro estaba
arriba y él abajo, y si muchos ángeles llevaban a Lázaro, infinidad de
tormentos afligían al rico. Por esto no dice: "Estando en el
tormento", sino en los tormentos, porque todo él se encontraba en ellos.
Unicamente le quedaban libres los ojos para que pudiera ver la alegría del
pobre. De modo que le quedan libres los ojos para que se atormente más, porque
no tiene lo que el otro tiene, pues las riquezas de los demás son un tormento
para los que viven en la pobreza.
San Gregorio
Si Abraham no estuviese todavía en aquellos abismos, el rico, entre los
tormentos, no podría verlo. Los que han seguido los caminos de la patria
celestial han sido depositados después de su salida de la carne en el seno del
infierno, no para sufrir un castigo como pecadores, sino para que descansen en
aquellos remotos lugares (puesto que aún no había llegado la intercesión del
Mediador), en tanto que les impedía la entrada en el cielo la mancha de la
culpa original.
Crisóstomo
hom. 4 in Epist. ad Phil
Había muchos pobres entre los justos, pero aquel que había estado
tendido a la puerta del rico se ofreció a su vista para aumentar su aflicción.
Sigue pues: "Y a Lázaro en su seno".
Crisóstomo, ut sup
De aquí se deduce que todos aquellos que han sido ofendidos por
nosotros, se presentarán en su día a nuestra vista. Pero el rico no ve a Lázaro
con otro justo, sino en el seno de Abraham, porque éste era caritativo y aquél
estaba acusado de crueldad. El uno sentado a su puerta esperaba a los viajeros
y los hacía entrar en su casa; el otro rechazaba a los que le pedían asilo.
San Gregorio,
in Evang hom. 40
El que siendo demasiado rico no quiso compadecerse del pobre, sumido en
su tormento le busca por protector.
Teofilacto
No dirige su súplica a Lázaro, sino a Abraham, porque quizás se
avergonzaba y creía que Lázaro se acordaría de sus males, juzgándolo con
arreglo a sí mismo. Por esto sigue: "Y él, levantando el grito,
dijo".
Crisóstomo
Las grandes penas hacen que esfuerce la voz. "Padre Abraham",
como si dijese: "Te llamo padre, según la naturaleza, como el hijo que
perdió su fortuna, aun cuando te he perdido como padre por culpa mía,
compadécete de mí". En vano haces penitencia cuando no ha lugar a ella.
Los tormentos son los que te obligan a hacerla y no los sentimientos de tu
alma. No sé si el que se encuentra en el reino de los cielos puede compadecerse
del que está en el infierno. El Creador se compadece de sus criaturas. Un solo
médico vino para curar las enfermedades, porque otros no habían podido.
"Envía a Lázaro". Te equivocas, miserable: Abraham no puede enviar a
nadie, sino recibir. "Para que moje la extremidad de su dedo en
agua". No te dignabas mirar a Lázaro y ahora deseas la punta de su dedo.
Esto que pides debías haberlo hecho con él cuando aún vivía. Deseas agua cuando
antes te cansabas de los manjares más exquisitos. Ve aquí lo que es la
conciencia del pecador, que no se atreve a pedir todo el dedo. En esto debemos
aprender lo conveniente que es no confiar en las riquezas. He aquí un rico que
necesita de un pobre que en otro tiempo tenía tanta hambre. Se mudan las cosas
y se da a conocer a todos quién era el rico y quién era el pobre, porque así
como en los teatros, cuando todo se acaba y los que representan se retiran y se
desnudan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen ahora tal y
como son con todas sus miserias. Del mismo modo, cuando viene la muerte y se
concluye el espectáculo de esta vida, depuestos los disfraces de la pobreza y
de las riquezas, sólo por las obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y
quiénes pobres, quiénes dignos y quiénes indignos de gloria.
San Gregorio, ut sup
Este rico, pues, que no quiso dar al pobre llagado ni aun las migajas de
su mesa, dentro ya del infierno, llega a buscar hasta lo más pequeño. Porque
pidió una gota de agua, cuando no quiso dar las migajas de su mesa.
San Basilio
Digno castigo, pues, el que se dio a aquel rico: el fuego y la pena del
infierno, la lengua seca, los gemidos en vez de la lira armoniosa. En vez de
bebida, una sed abrasadora. Profundas tinieblas en vez de grandes y lascivos
espectáculos, y un gusano siempre despierto en vez de una adulación constante.
Por esto sigue: "Para refrescar mi lengua, porque soy atormentado en este
fuego".
Crisóstomo, hom.
2 in Epist. ad Phil
No era atormentado porque había sido rico, sino porque no había sido
compasivo.
San Gregorio, ut sup
De aquí debe deducirse la pena que merece el que malgasta lo ajeno,
siendo así que sufre las penas del infierno el que no da lo suyo.
San Ambrosio
Es atormentado también, porque es un gran sufrimiento para el lujurioso
el carecer de sus delicias y el agua es el refrigerio del alma atormentada por
los dolores.
San Gregorio, ut sup
Pero ¿por qué en medio de los tormentos en que está sumido desea
refrescar su lengua, sino porque el que había pecado por su locuacidad en sus
festines, sufría en su lengua un fuego más intenso para pagar lo que debía? Y
es así que es mayor la intemperancia de la lengua en los festines.
Crisóstomo
También su lengua había hablado muchas palabras soberbias y donde hay
pecado allí hay pena, y porque pecó mucho con la lengua, fue más atormentado en
ella.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Quiere refrigerar su lengua, cuando todo él está ardiendo en la llama,
significando así lo que está escrito ( Prov 18,21): "La muerte y la vida
están en manos de la (propia) lengua, porque por medio de la boca se hace la
confesión para obtener la salvación" ( Rom 10,10), lo que no hizo él por
soberbia. La extremidad del dedo significa la más pequeña operación, con que
ayuda el Espíritu Santo.
San Agustín, De orig. an. 2,16
Se dirá que aquí se dan miembros al alma, pues habiendo dicho que
levantó los ojos, el ojo supone toda la cabeza, la lengua supone las fauces y
el dedo la mano. Pero ¿por qué razón estos nombres de miembros, respecto de
Dios no nos hacen creer que tenga cuerpo, y han de hacernos creer que los tenga
el alma? ¿Acaso se deberán tomar al pie de la letra cuando se habla de la
criatura y en sentido metafórico cuando se habla del Creador? Habrá de darnos
también alas corporales, porque no el Creador, sino la criatura (esto es, el
hombre), dice con el Salmista ( Sal 138,9): "Si tomase mis alas al
amanecer". Además, si aquel rico tuvo lengua corporal, puesto que dijo:
"Refrigera mi lengua", la misma lengua debe tener manos corpóreas
para nosotros en esta vida, puesto que está escrito ( Prov 18,21): la muerte y
la vida está en manos de la lengua.
San Gregorio Niceno
Así como los mejores espejos reproducen las imágenes que se colocan
delante, imprimiendo en sus facciones la alegría o la tristeza que las anima,
así también el justo juicio de Dios se hace semejante a nuestras disposiciones.
Por ello el rico que no se compadeció del pobre tendido a su puerta, no es oído
cuando necesita de misericordia. Sigue pues: "Y Abraham le dijo:
hijo".
Crisóstomo, serm. 2 et 3 De Lazaro
He aquí la bondad del patriarca. Lo llama hijo -lo que puede expresar su
mansedumbre- y sin embargo no presta ningún auxilio al que se había privado de
consuelo a sí mismo. Por esto dice: "Acuérdate", es decir piensa en
lo pasado y no te olvides que fuiste colmado de riquezas y "que recibiste
bienes en tu vida", esto es, aquellos que tú creías verdaderos bienes. No
puedes haber reinado en la tierra y reinar aquí; las riquezas no pueden ser verdaderas
en la tierra y en el infierno. Prosigue: "Y Lázaro también males", no
porque Lázaro los consideraba como males, sino que le decía esto para censurar
al rico que consideraba como males la miseria, el hambre y las molestias de la
enfermedad. Cuando nos aflige la gravedad de una enfermedad, pensemos pues en
Lázaro y recibamos con gusto los males de esta vida.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Todo esto se le dice porque amó los goces del siglo, no estimando otra
vida fuera de aquella en que se satisfacía su orgullo. Dice que Lázaro ya había
sufrido los males, porque comprendió que la mortalidad de esta vida, los
trabajos, los dolores y las tristezas, son consecuencia del pecado, ya que
todos morimos en Adán, el cual se hizo mortal por su desobediencia.
Crisóstomo, serm. 3 De Lazaro
Dice también: "Has recibido bienes en tu vida", como paga.
Como si dijese: Si has hecho algo bueno que merezca premio, todo se te ha
pagado en el mundo con los festines, las riquezas y la prosperidad de tus
negocios. Este, en cambio, si hizo algo malo, todo lo ha pagado con la pobreza,
el hambre y las extremas miserias con que fue afligido. Uno y otro habéis
venido aquí desnudos: éste de sus pecados, por lo que recibe el consuelo; tú de
la justicia, por lo que sufres una pena que no puede mitigarse. Prosigue:
"Pues ahora es él aquí consolado y tú atormentado".
San Gregorio,
in Evang hom. 40
Por tanto, si os sucede algo próspero cuando os acordéis de haber obrado
bien, temed que la prosperidad que se os concede no sea remuneración del bien
que habéis hecho. Y cuando veáis que algunos pobres hacen obras dignas de
reprensión, aun cuando se manchan con este ligero resto de corrupción, se
purifican por medio de la pobreza.
Crisóstomo, ut sup
Pero dirás: ¿Y no habrá alguno que alcance gracia aquí y allí? Esto es
difícil y pertenece al número de los imposibles, porque cuando la pobreza no
aflige, aflige la ambición; si la enfermedad no estimula, inflama la ira; y si
las tentaciones no asedian, asaltan muchas veces los malos pensamientos. No es
pequeño trabajo refrenar la ira, contener los deseos ilícitos, templar las
manifestaciones de la vanagloria, cohibir el fausto o la soberbia y llevar una
vida austera. Imposible es, pues, que se salve el que no haga todo esto.
San Gregorio, ut sup
Puede responderse a esto que los malos son los que reciben bienes en
esta vida, porque encuentran toda su dicha en una felicidad transitoria. Los
justos, por el contrario, pueden recibir bienes aquí y sin embargo no los
reciben como una recompensa, porque como desean otros mejores -es decir, los
eternos-, todos los bienes que alcanzan no los consideran como tales.
Crisóstomo, serm. 4 De Lazaro
Después de la misericordia de Dios, hay que esperar la salvación eterna
de nuestros propios esfuerzos y no de los de nuestros padres, de nuestros
prójimos o de nuestros amigos. Un hermano no nos libra. Y por esto añade:
"Fuera de que entre nosotros y vosotros hay un gran abismo eterno".
Teofilacto
Casma mega, este 'gran abismo' representa la distancia que hay entre los
justos y los pecadores, porque así como los afectos de uno y otro han sido
distintos, así sus mansiones son diferentes.
Crisóstomo
Se dice que este abismo está afirmado, porque no puede deshacerse,
agitarse ni conmoverse.
San Ambrosio
Hay, pues, un gran abismo entre el rico y el pobre, porque después de la
muerte no pueden cambiarse los méritos. Por esto sigue: "De manera que los
que quisieren pasar de aquí a vosotros, no puedan, ni de allí pasar acá".
Crisóstomo
Como diciendo: Podemos veros, pero no pasar a donde estáis. Nosotros
vemos de lo que nos hemos librado y vosotros lo que habéis perdido. Nuestras
alegrías aumentan vuestros tormentos; vuestros tormentos aumentan nuestras
alegrías.
San Gregorio, ut sup
Como los réprobos desean pasar a donde están los escogidos -es decir,
salir de la aflicción de sus suplicios-, así los justos quisieran ir por
misericordia a donde están los afligidos y los que padecen tormentos para
librarlos de ellos. Pero aun cuando las almas de los justos sean
misericordiosas, como ya están unidas a la justicia de su Autor, las domina de
tal modo su rectitud por la bondad de su naturaleza, que no sienten ninguna
compasión por los réprobos. Así como los injustos no pueden pasar a gozar con
los buenos porque han sido condenados a sufrir eternamente, así los justos no
pueden pasar a donde están los réprobos, porque ensalzados ya por la justicia
del juicio divino, no pueden sentir por ellos ninguna compasión.
Teofilacto
En esto hay un argumento contra los sectarios de Orígenes, que dicen,
que las penas habrán de tener término y que llegará día en que los pecadores
podrán unirse con los justos y con Dios.
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Se da a conocer por la inmutabilidad de la sentencia divina, que la
misericordia de los justos no puede prestar ningún auxilio a los pecadores, aun
cuando quieran. Por esto aconseja a los hombres que hagan bien en este mundo a
todos los que puedan, no sea que si después son bien recibidos en la eternidad,
no puedan dispensar socorro a aquellos a quienes aman. Porque lo que está
escrito ( Lc 16,9): "Para que ellos os reciban en los eternos
tabernáculos", no se refiere a los soberbios y faltos de caridad, sino a
los que se hicieron amigos por sus obras de misericordia, a quienes no los
reciben los justos por autoridad propia, como recompensándolos, sino por
permisión divina.
San Gregorio, in Evang hom. 40
Después que se le quitó al rico condenado toda esperanza, se acuerda de
todos los prójimos que había dejado en este mundo. Por esto sigue: "Y
dijo: Te ruego, Padre, que le envíes a casa de mi padre".
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
Pide que envíe a Lázaro porque se considera indigno de ser testimonio de
la verdad y como no había conseguido ser refrigerado un poco, mucho menos creyó
que podría librarse de los infiernos para anunciar la verdad.
Crisóstomo, hom. de divite
He aquí su perversidad. Ni aun en las mismas penas puede expresar la
verdad. Si el padre es Abraham, ¿cómo dice mándale a casa de mi padre? Pero no
has olvidado a tu padre, porque él te llevó a la perdición. 2
San Gregorio, ut sup
Algunas veces sucede que la pena de los malvados les enseña cierta
caridad, -aunque inútilmente- de tal modo que entonces aman a los suyos de una
manera especial, siendo así que en el mundo, no amando más que el pecado, no se
amaban a sí mismos. Por esto sigue: "Tengo cinco hermanos; para que les de
testimonio, no sea que vengan ellos también a este lugar de tormentos".
San Ambrosio
Este rico empieza demasiado tarde a ser maestro cuando ya no le queda
tiempo de aprender ni de enseñar.
San Gregorio, ut sup
En ello se da a conocer cuántas aflicciones se acumulan sobre el rico
condenado, porque conserva el conocimiento y la memoria para su suplicio.
Conoció pues a Lázaro, a quien despreció y se acordó de sus hermanos, a quienes
dejó. Para que los pecadores sean más castigados en las penas eternas, ven la
gloria de aquellos a quienes despreciaron y son atormentados por la desgracia
de aquellos a quienes amaron en vano. Abraham contestó en seguida al rico que
le pedía mandase a Lázaro. Por ello sigue: "Abraham le dijo: Tienen a
Moisés y a los profetas, óiganlos".
Crisóstomo, serm. 4 De Lazaro
Como diciendo: No cuidas tú tanto de tus hermanos como lo hace Dios que
les ha creado, que les ha enviado doctores para que los amonesten y los
exhorten. Aquí llama Moisés y profetas a los escritos mosaicos y proféticos.
San Ambrosio
En lo que declara el Señor terminantemente que el Antiguo Testamento es
el fundamento de la fe, confundiendo así la perfidia de los judíos y rechazando
las necedades de los herejes.
San Gregorio, ut sup
El que había despreciado la palabra de Dios, creía que tampoco podrían
oírla sus secuaces. Por ello sigue: "Mas él dijo: No, padre Abraham, mas
si alguno de los muertos fuere a ellos, harán penitencia".
Crisóstomo, in hom. de divite
Como cuando él oía las Sagradas Escrituras las despreciaba y las
consideraba como fábulas, creía que a sus hermanos les sucedería lo mismo.
San Gregorio Niceno
En esto se nos da a conocer otra cosa: que en el seno de Abraham, Lázaro
no siente solicitud por lo presente ni se aflige por lo pasado. Mas el rico,
después de su muerte se ve detenido por su vida carnal como por un lazo. Porque
todo el que se haga carnal en el espíritu, ni aún después de la muerte se verá
libre de sus pasiones.
San Gregorio,
in Evang hom. 40
Por esto, ahora se responde al rico con una sentencia llena de verdad.
Sigue pues: "El le dijo: si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco
creerán, aun cuando alguno de los muertos resucitase". Porque los que
desprecian las palabras de la ley, cumplirán con tanta más dificultad los
preceptos del Redentor que resucitó de entre los muertos.
Crisóstomo, serm. 4 De Lazaro
Que los que no escuchan las Escrituras tampoco escuchan a los muertos
resucitados, lo prueban los mismos judíos, puesto que así como ahora querían
matar a Lázaro, así también perseguían a los apóstoles incluso después de que
muchos resucitasen al momento de morir Jesús en la cruz. Téngase en cuenta también
que todo el que muere es siervo. Pero todo lo que dicen las Escrituras lo dice
el Señor, por lo que son más dignas de fe que un muerto que resucite o que un
ángel que baje del cielo, porque el Señor de los ángeles, el Señor de los vivos
y de los muertos es quien las ha instituido. Por tanto, si Dios juzgase que
resucitando a los muertos había de venir alguna utilidad a los vivos, no lo
omitiría, porque todo lo hace en beneficio nuestro. Pero si los muertos
resucitasen con frecuencia, esto se despreciaría con el tiempo, porque el
diablo introduciría fácilmente doctrinas perversas, imitando esto mismo por sus
oráculos, no resucitando verdaderamente a los muertos sino engañando a los
hombres con alucinaciones o enseñando ingeniosamente a algunos a fingir la
muerte.
San Agustín, De curis pro mortuis habendis cap. 14 et 15
Pero dirá alguno: Si los muertos no se cuidan de los vivos, ¿cómo el
rico pedía a Abraham que enviase a Lázaro a sus cinco hermanos? Pero ¿por qué
aquel rico dijo esto? (Había de saber acaso qué es lo que harían sus hermanos o
qué es lo que padecerían en aquel tiempo? Así se cuidó de los vivos aun cuando
ignoraba en absoluto lo que hacían, como nosotros nos cuidamos de los muertos
aunque ignoremos enteramente lo que hacen. Pero volvamos otra vez a la
cuestión. ¿Cómo sabía Abraham que existían Moisés y los profetas?, esto es, sus
libros. (Ni de dónde sabía que aquel rico había vivido entre delicias y Lázaro
entre aflicciones? No pudo tener conocimiento de ello mientras vivían, sino que
después de su muerte Lázaro se lo dio a conocer, puesto que dice el profeta ( Is
63,16): "Abraham no nos conoció". Pueden saber también algo los
muertos por los ángeles, que presencian lo que pasa en el mundo, y también
pueden tener conocimiento por revelación del Espíritu de Dios de las cosas no
sólo pasadas sino también futuras que sea necesario que conozcan.
San Agustín, De quaest Evang. 2,38
En sentido alegórico esto puede interpretarse del siguiente modo: El
rico representa la soberbia de los judíos que desconocen la justicia de Dios y
quieren hacer valer la suya ( Rom 10). La púrpura y el lino finísimo indican la
dignidad del reino ( Mt 21,43), y el reino de Dios -dice- os será quitado. El
convite espléndido es la jactancia de la ley, en la que se gloriaban, más
abusando de ella para satisfacer su orgullo, que usando de ella en lo que era
necesario para su salvación. Y el mendigo con el nombre de Lázaro -que quiere
decir ayudado- significa el indigente, como algún gentil o publicano, que es
tanto más favorecido cuanto menos presume de sus propias facultades.
San Gregorio, ut sup
Lázaro, lleno de úlceras, es figura del pueblo gentil que en tanto que
convertido no se avergüenza de confesar sus pecados, y por ello tuvo su piel
cubierta de llagas. Porque ¿qué es la confesión de los pecados sino cierta
abertura de llagas? Lázaro, llagado, deseaba alimentarse de las migajas que
caían de la mesa del rico y ninguno se las daba, ya que aquel pueblo orgulloso
no se dignaba admitir a ningún gentil al conocimiento de la ley y porque dejaba
caer las palabras de esta ciencia como caían las migas de sobre la mesa.
San Agustín, ut sup
Los perros que lamían las úlceras del pobre son los hombres malvados que
aman el pecado, cuya lengua está siempre dispuesta a alabar las malas acciones
que otros detestan y que se lamentan de cometerlas y las confiesan.
San Gregorio, ut sup
También en las Sagradas Escrituras se llama con frecuencia perros a los
predicadores, según aquellas palabras del Salmo ( Sal 67,24): "La lengua
de tus perros beberá sangre de tus enemigos", porque la lengua de los
perros cura las llagas que lame, y los santos doctores cuando nos instruyen en
la confesión de nuestros pecados, tocan en cierto modo la llaga de nuestra alma
con la lengua. El rico fue sepultado en el infierno y Lázaro fue llevado por
los ángeles al seno de Abraham, esto es, al descanso misterioso del que la
Verdad ha dicho ( Mt 8,11): muchos vendrán de Oriente y de Occidente y
descansarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos
del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores. El rico levanta sus ojos
para ver desde lejos a Lázaro, porque mientras los infieles sufren en el abismo
los castigos de su condenación, los fieles están sobre ellos, esperando en
reposo el día del juicio final, después del cual aquéllos no podrán ya
contemplar su gozo. Lo que miran está lejos porque no pueden llegar allí por
sus méritos. Se manifiesta más abrasada su lengua, porque el pueblo infiel tuvo
las palabras de la ley en su boca, pero no quiso observarlas con sus obras. Por
tanto, sufrirá más en la parte en que más manifestó saber lo que no quiso
hacer. Abraham le llama su hijo y sin embargo no le libra de los tormentos
porque los padres de este pueblo infiel, considerando que muchos se apartaron
de su fe, no los libran de los tormentos ni tienen compasión de ellos, aunque
les reconocen como hijos suyos según la carne.
San Agustín, ut sup
Los cinco hermanos que dice que tiene en la casa de su padre representan
a los judíos, quienes fueron llamados con el nombre de cinco porque vivían bajo
el influjo de la ley que fue dada por Moisés, quien la escribió en cinco
libros.
Crisóstomo, hom De divite
También puede decirse que tuvo cinco hermanos, esto es, cinco sentidos,
de los que era esclavo. No podía amar a Lázaro, porque estos hermanos no aman
la pobreza. Ellos son los que te han traído a estos tormentos y no pueden
salvarse si no mueren, de otro modo es necesario que habiten con su hermano.
Pero ¿por qué pides que envíe a Lázaro? "Tienen a Moisés y a los
profetas". Moisés fue el Lázaro pobre, que creyó que tenía mayores
riquezas en la pobreza de Jesucristo que en las riquezas del Faraón ( Heb 12).
Jeremías, arrojado al lago, se alimentaba del pan de la tribulación ( Jer 38).
Y todos los profetas enseñan a estos hermanos; pero no pueden salvarse ni
aunque alguien resucite de los infiernos. Estos hermanos, antes que Jesucristo
resucitase, me conducían a la muerte. El murió, y estos hermanos resucitaron:
ahora mis ojos ven a Jesucristo, mis oídos le oyen y mis manos le abrazan. Todo
esto es la condenación de Marción y Maniqueo, que no admiten el Antiguo
Testamento. Véase lo que dice Abraham: "Si no oyen a Moisés y a los
profetas". Como diciendo: Haces bien esperando a aquél que ha de
resucitar; pero Jesucristo habla por medio de ellos, así que si los oyes has de
oír también a Jesucristo.
San Gregorio, ut sup
El pueblo judío, como no quiso entender el sentido espiritual de las
palabras de Moisés, no pudo llegar a Aquel de quien Moisés había hablado.
San Ambrosio
Lázaro es pobre en esta vida, pero es rico para Dios y no se crea que
toda pobreza es santa ni toda riqueza criminal, sino que así como la lujuria
infama las riquezas, así la santidad recomienda la pobreza. Que el hombre
apostólico, pobre en la palabra y rico en la fe -puesto que posee la verdadera-
no busque la elegancia de las palabras. A éste considero semejante a aquél que,
herido muchas veces por los judíos, presentaba a ciertos fieles sus llagas,
como Lázaro a los perros. Bienaventurados los perros a quienes venga a parar el
humor de tales úlceras, para que llene el corazón y las fauces de los que
acostumbran guardar la casa, velar sobre el rebaño y librarle de los lobos. Y
como el pan es la palabra, la fe nace de la palabra. Las migajas son como
ciertos dogmas de fe, esto es, los misterios de las Escrituras. Pero los
arrianos que afectan el apoyo del poder de los reyes para combatir las verdades
de la Iglesia, ¿no es verdad que parece que viven como envueltos en cierta
púrpura y lino finísimo? Estos abundan en palabras vanas, cuando defienden lo
aparente en contra de lo verdadero. La rica herejía ha compuesto muchos
evangelios y el fiel pobre conserva únicamente el que ha recibido. La filosofía
rica se ha formado muchos dioses, la Iglesia pobre sólo conoce un único Dios.
¿No es cierto que aquellas riquezas son indigencias y que esta pobreza es
abundancia?
San Agustín, De quaest. Evang. 2,38
También puede entenderse esta parábola de otro modo, esto es,
considerando al Señor representado en Lázaro tendido a la puerta de aquel rico.
Porque se abatió ante los muy soberbios judíos en la humildad de su
encarnación, deseando saciarse de las migas que caían de la mesa del rico. Es
decir, buscaba en ellos, aun cuando fuesen pequeñas sus obras de justicia, que
no fuesen quitadas de su mesa, esto es, de su poder por su soberbia. Sus obras,
aunque pequeñas y extrañas a la perseverancia de una buena vida, podían
repetirse de vez en cuando, al menos como suelen caer las migas de la mesa. Las
úlceras son los tormentos del Señor, los perros que las lamían son los
gentiles, a quienes los judíos llamaban inmundos y sin embargo lamen ahora las
llagas del Señor en los sacramentos de su cuerpo y de su sangre en todo el
mundo, con una profundísima ternura. El seno de Abraham es el seno del Padre,
en donde fue recibido el Señor cuando resucitó después de su pasión y a donde
creo se dice que fue llevado por los ángeles, porque ellos anunciaron a los
discípulos esta recepción que había tenido en el seno del Padre. Todo lo demás
puede admitirse según la exposición que ya queda hecha, porque el seno del
Padre se entiende como el lugar en donde las almas de los justos se ven con
Dios, aun antes de la resurrección.
1.- Estas figuras tienen como finalidad
expresar de forma cercana para los más sencillos la realidad de la pérdida
eterna de Dios: El habita en una Luz inaccesible ( 1Tim 6, 16) y es la luz que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo ( Jn 1,9); estar con El es vivir
en la felicidad eterna, celebrando el banquete eterno ( Mt 22,1ss). De allí que
el infierno, que es el rechazo total de Dios para siempre por parte del
pecador, sea descrito como oscuridad, llanto, rechinar de dientes, e infelicidad
sempiterna.
2.- Literalmente, dice: "porque él
te ha perdido". Hace referencia a Satanás, quien es el "padre de la
mentira" (ver Jn 8, 44) y es llamado por Jesús como "Padre" de
los malos judíos que no creen en él (allí mismo). Otra versión latina:
"Non es oblitus patris tui? Non es oblitus quia ille te perdidit?",
podría traducirse como: "¿No has olvidado a tu padre? ¿no has olvidado que
él te ha perdido?".
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