MARÍA MEDIADORA DE TODAS
LAS GRACIAS
Maternidad espiritual de
María
La Santísima Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del
Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina
Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en
forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde
esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo,
presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría
en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la
esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de
las almas. por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (Lumen Gentium, 61)
María, Mediadora
Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la
gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y
lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de
todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio
salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones
de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo,
que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el
pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima
Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora,
Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite
ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.
Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo
Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es
participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel,
y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en
las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que
suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente
única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado:
lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que,
apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y
Salvador. (Lumen Gentium, 62)
MARIA DISPENSADORA
UNIVERSAL DE TODAS LAS GRACIAS
"La Santísima Vírgen es Dispensadora universal de todas las
gracias, tanto por su divina Maternidad: que las obtiene de su Hijo, como por
su Maternidad espiritual: que las distribuye entre sus otros hijos,
los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y
ello por una específica y singular determinación de la voluntad de Dios, que ha
querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y
Dispensadora, con alcance universal y para siempre". (Pío X,
Encíclica "Ad diem illum laetissimum" 4 de febrero de 1904)
María es nuestra mediadora, por ella recibimos, ¡oh Dios mío! tu
misericordia, por ella recibimos al Señor Jesús en nuestras casas. Porque cada
uno de nosotros tiene su casa y su castillo, y la Sabiduría llama a las puertas
de cada uno; si alguna la abre, entrará y cenará con él (SAN BERNARDO, Homilía.
en la Asunción de la B. Virgen María, 2, 2).
Con todo lo íntimo de nuestra alma, con todos los afectos de
nuestro corazón y con todos los sentimientos y deseos de nuestra voluntad,
veneremos a María, porque ésta es la voluntad de aquel Señor que quiso que todo
lo recibiéramos por María. Esta es su voluntad para bien nuestro. Mirando en
todo y siempre al bien de los necesitados, consuela nuestro temor, excita
nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, disipa nuestra desconfianza y anima
nuestra pusilanimidad. (S. BERNARDO, Homilía. en la Natividad de la B. Virgen
María, 7).
No le faltaba a Dios, ciertamente, poder para infundirnos la gracia
sin valerse de este acueducto, sí El hubiera querido, pero quiso proveerse de
ella por este conducto (SAN BERNARDO, Homilía. en la Natividad de la B. Virgen
María, 17).
Aquello poco que desees ofrecer, procura depositarlo en manos de
María, graciosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al
Señor, sin sufrir de El repulsa (SAN BERNARDO, Homilía en la Natividad de la B.
Virgen María, 18).
Ya no parecerá estar de más la mujer bendita entre todas las
mujeres, pues se ve claramente el papel que desempeña en la obra de nuestra
reconciliación, porque necesitamos un mediador cerca de este Mediador, y nadie
puede desempeñar tan provechosamente este oficio como María (SAN BERNARDO,
Homilía para el domingo infraoctava de la Asunción, 2).
María es el tesoro de Dios y la tesorera de todas las misericordias
que nos quiere dispensar (SAN ALFONSO María DE LIGORIO, Visitas al Santísimo
Sacramento, 25).
Siempre que tengamos que pedir una gracia a Dios, dirijámonos a la
Virgen Santa, y con seguridad seremos escuchados (SANTO CURA DE ARS, Sermón
sobre la pureza).
Las madres no contabilizan los detalles de cariño que sus hijos les
demuestran; no pesan ni miden con criterios mezquinos. Una pequeña muestra de
amor la saborean como miel, y se vuelcan concediendo mucho más de lo que
reciben. Si así reaccionan las madres buenas de la tierra, imaginaos lo que
podremos esperar de nuestra Madre Santa María (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Amigos de
Dios, 280).
Catequesis de
SAN JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 1 de octubre de 1997 “María Mediadora” (aquí)
Miércoles 1 de octubre de 1997 “María Mediadora” (aquí)
La Mediación de María: Cardenal Joseph Ratzinger (aquí)
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