"La Virgen María,
Madre y Medianera de la Gracia"
(Misas de la Virgen María 30
Tiempo Ordinario Segunda Sección)
Textos de la Misa
Antífona de entrada
Alégrate, santa María, fuente de amor, colmada con la abundancia de
todas las gracias, que llevaste en tu seno virginal al Dios y hombre verdadero.
O
bien:
Salve, santa Madre de Dios, por ti recuperamos la vida; tú recibiste al
Hijo que bajó del cielo y engendraste al Salvador del mundo.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, que, por misterioso designio de tu providencia, nos
has dado al Autor de la gracia por medio de la Virgen María y la has asociado a
la obra de la redención humana, concédenos que ella nos alcance la abundancia
de la gracia y nos lleve al puerto de la salvación eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Primera lectura
¿Cómo
podré ver la desgracia que se echa sobre mi pueblo?
Lectura del libro de Ester 8, 3-8. 16-17a
En aquellos días, Ester volvió a hablar al rey. Cayó a sus pies llorando
y suplicándole que anulase los planes perversos que Amán había tramado contra
los judíos.
Cuando el rey extendió hacia Ester el cetro de oro, ella se levantó y
quedó en pie ante el rey. Luego dijo:
-«Si al rey le agrada y quiere hacerme un favor, si mi propuesta le
parece bien y si está contento de mí, revoque por escrito la carta de Amán,
hijo de Hamdatá, de Agag, que había mandado exterminar a los judíos en las
provincias del imperio. Porque ¿cómo podré ver la desgracia que se echa sobre
mi pueblo? ¿Cómo podré ver la destrucción de mi familia?»
El rey Asuero dijo entonces a la reina Ester y al judío Mardoqueo:
-«Ya veis que he dado a Ester la casa de Amán y a él lo han ahorcado por
atentar contra los judíos. Vosotros escribid en nombre del rey lo que os
parezca sobre los judíos y selladlo con el sello real, pues los documentos
escritos en nombre del rey y sellados con su sello son irrevocables.»
Para los judíos fue un día luminoso y alegre, gozoso y triunfal. En cada
provincia y ciudad adonde llegaba el decreto del rey, los judíos se llenaban de
inmensa alegría, y celebraban banquetes y fiestas. Y muchos gentiles se
convirtieron.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial Sal 66, 2-3. 4-5.6-7 (R.: cf. 2b)
R. Ilumina,
Señor, tu rostro sobre nosotros.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la Tierra. R.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios. R.
Aleluya
Dichosa eres, santa Virgen María, madre de la gracia y reina de misericordia; de ti nació Cristo, nuestro Mediador y Salvador.
Evangelio
La
madre de Jesús dijo: «No les queda vino»
+ Lectura del santo evangelio según san
Juan 2, 1-11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús
estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó
el vino, y la madre de Jesús le dijo:
- «No les queda vino».
Jesús le contestó:
- «Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
- «Haced lo que él diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de
los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
- «Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó:
- «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin
saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua),
y entonces llamó al novio y le dijo:
- «Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos,
el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria,
y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, estas ofrendas de expiación y alabanza que te presentamos
en esta memoria de la gloriosa Virgen María, y, por la acción del Espíritu
Santo, conviértelas en el sacramento de nuestra redención, que Cristo, supremo
Mediador, instituyó para reconciliarnos contigo, y haz que, por intercesión de
la Virgen María, sean para nosotros fuente viva de gracia y manantial perenne
de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
El amor maternal de la Bienaventurada Virgen María
V. El Señor esté
con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el
corazón.
R. Lo tenemos
levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias
al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y
necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
A quien, verdadero Dios y verdadero hombre,
constituiste único Mediador,
viviente siempre para interceder por nosotros.
En tu inefable bondad
has hecho también a la Virgen María
Madre y colaboradora del Redentor,
para ejercer una función maternal en la Iglesia:
de intercesión y de gracia,
de súplica y de perdón,
de reconciliación y de paz.
Su generosa entrega de amor de madre
depende de la única mediación de Cristo
y en ella reside toda su fuerza.
En la Virgen María se refugian los fieles
que están rodeados de angustias y peligros,
invocándola como madre de misericordia
y dispensadora de la gracia.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo.
Antífona de comunión Ap 22, 17
El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!» El que lo oiga, que repita:
«¡Ven!» El que tenga sed, y quiera, que venga a beber de balde el agua viva.
Oración después de la comunión
Renovados, Señor, en las fuentes de la gracia, humildemente te pedimos
que, por la fuerza de la eucaristía y la intercesión de la santísima Virgen,
vivamos cada día más unidos a Cristo Mediador y cooperemos con mayor fidelidad
a la obra de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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