MENSAJE DE SAN JUAN PABLO II
A LOS COLOMBIANOS
A CONCLUSIÓN DEL AÑO CLAVERIANO
26 de junio de 1980
Venerables hermanos y
amadísimos hijos de Colombia,
A conclusión del año
claveriano, que ha significado para vosotros un nuevo enriquecimiento en la fe,
os disponéis a celebrar solemnemente en Cartagena, junto a la Casa-santuario
que guarda les reliquias del Santo, el Cuarto Centenario del nacimiento de San
Pedro Claver.
Mucho me hubiera
agradado poder acceder a vuestros deseos y encontrarme en medio de vosotros en
esta ocasión, para unirme al homenaje tributado a esa insigne figura eclesial,
a la que profesáis tanto cariño y devoción.
Las múltiples
ocupaciones de mi servicio a la Iglesia universal no me han permitido, sin embargo,
una presencia física; pero no por ello es menos intensa mi participación
afectuosa y cordial en estas manifestaciones de fe, en les que estoy
espiritualmente unido a vosotros y visiblemente representado por el amado
Cardenal Bernardin Gantin, mi Enviado Especial.
Permitidme que os
exprese ante todo mi profunda admiración por este ejemplar religioso de la
Compañía de Jesús, un preclaro colombiano nacido en España, de quien mi
predecesor León XIII dijo: “Después de Cristo es el hombre que más me ha impresionado
en la historia”.
A pesar de los
cuatrocientos años que nos separan de su nacimiento, su mensaje y ejemplo
conservan una gran actualidad en nuestros días. El, animado por el amor sincero
y universal que distingue al verdadero seguidor de Cristo, se hizo “el esclavo
de los esclavos negros para siempre”, a ellos consagró sus mejores energías, en
defensa de sus derechos como personal y como hijos de Dios consumió su
existencia, y en una prueba heroica de amor al hermano entregó su vida.
Pero San Pedro Claver
no limitó el horizonte de su labor a los esclavos, sino que lo extendió con
prodigiosa vitalidad a todos los grupos étnicos o religiosos que sufrían la
marginación. ¡Cuántos prisioneros, extranjeros, pobres y oprimidos, además de
los trabajadores esclavos en la construcción, en les minas y haciendas
recibieron su visita, su aliento y consuelo!
En un ambiente duro y
difícil, en el que el derecho del ser humano era violado sin escrúpulos, San
Pedro Claver gritó valientemente a los dominadores que aquellos seres oprimidos
eran iguales a ellos en su dignidad, en su alma y en su vocación trascendente.
Con profundo sentido pedagógico, con facto de sociólogo integral, al marginado le infundió la conciencia de su dignidad, le hizo apreciar el valor de su persona y del destino al que Dios, Padre de todos, le llamaba. Así rompió les barreras de la desesperación; así sembró la esperanza; así fue trasformando una realidad injusta, sin predicar caminos de violencia física o de odio; así fue creando un lazo de unión entre dos razas y culturas.
En nuestro mundo de
hoy, que proclama con insistencia el respeto de los derechos humanos y que
tanto sigue necesitando la real observancia de los mismos en muy diversos
campos, el ejemplo de San Pedro Claver ofrece un luminoso punto de referencia,
como eminente defensor de esos derechos y por los medios empleados en ello.
A vosotros, amados
hermanos de Cartagena y de Colombia entera, que tenéis la dicha de poder
considerarlo como especialmente vuestro, os sirva él de aliento y guía, de
inspiración en la vida personal, profesional y social.
Quiero señalaros
además otra faceta particularmente significativa de su vida; él es el hombre de
la entrega, en una vocación sacerdotal para los demás. En efecto, ante les
necesidades apremiantes que descubre en torno a sí, él no se reserva, sino que
se ofrece enteramente a los otros. Para tratar de aliviarlos y liberarlos de su
opresión y para darles la dimensión completa de su existencia.
Viendo los resultados
estupendos conseguidos, con frutos que sólo un amor ilimitado y sólidamente
fundado en Dios es capaz de alcanzar, nos damos cuenta de hallarnos ante una
vida plenamente realizada, fecunda, digna de ser imitada.
Por ello os propongo
ese ejemplo de hombre y de religioso sacerdote, para que sirva de modero a
quienes no se contentan con ideales pequeños y quieren realizarse en una generosa
entrega a los demás. ¡Ojalá que, como fruto particular de este Centenario, el
ejemplo de San Pedro Claver sea seguido por numerosos jóvenes, dispuestos a
consagrarse a Dios y a los hermanos en una vocación de entrega total!
Os diría muchas otras
cosas, pero no es posible hacerlo en esta ocasión. Sabed que os acompaño con la
plegaria, para que seáis siempre auténticos cristianos, fuertes en la fe y en
la caridad, promotores de paz y desarrollo en la sociedad, artífices de
entendimiento mutuo, a imitación de vuestro Santo. A su intercesión os
encomiando, mientras de corazón otorgo a los queridos Hermanos en el
Episcopado, a los sacerdotes y religiosos —especialmente a los que atienden su
Casa-santuario— a les religiosas, seminaristas y pueblo fiel de Colombia una
especial Bendición Apostólica.
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