Sábado después de Ceniza
EL GRANO DE TRIGO
Sí el grano de trigo, que cae en la tierra, no muriere, él solo
quedará (Jn 12, 24).
Para dos cosas usamos el grano de trigo: para el pan y para
semilla. Aquí se trata del grano de trigo que es semilla, no como materia del
pan, porque en este último caso no brota para que produzca fruto. Mas dice
muriere, no porque pierda la virtud seminativa, sino porque se muda en otra
especie. Lo que tú siembras, no se vivifica, si antes no muere (I Cor 15, 36).
El Verbo de Dios es semilla en el alma del hombre, por cuanto
entra en ella por la voz sensible para producir fruto de buenas obras, como
dice San Lucas: La simiente es la palabra de Dios (8, 11). Del mismo modo el
Verbo de Dios, vestido de carne, es la semilla enviada al mundo, de la cual
debía brotar abundantísima mies, por lo cual se compara al grano de mostaza (Mt
13, 31). Dice, pues: Yo he venido como la semilla, para fructificar, y por eso
os digo en verdad: Sí el grano de trigo, que cae en la tierra, no muriere, él
solo queda; esto es, si yo no muero, no se seguirá el fruto de la conversión de
las gentes. Mas se compara al grano de trigo, porque vino para restablecer y
sustentar a las mentes humanas. Esto lo hace principalmente el pan de trigo,
como dice la Escritura: El pan corrobore el corazón del hombre (Sal 103, 15).
El pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo (Jn 6, 52).
II. Mas sí muriere, mucho fruto lleva (Jn 12, 24). Aquí se
indica la utilidad de la Pasión, como diciendo: Si no cae en tierra por la
humildad de la pasión, no se sigue ninguna utilidad, porque él solo queda. Pero
si muriere, esto es, mortificado y matado por los judíos, mucho fruto lleva.
1º) Fruto de remisión de pecado, como dice el Profeta Isaías:
Éste es todo su fruto, que sea quitad su pecado (Is 27, 9). Este fruto lo trajo
la pasión de Cristo, según aquello: Cristo una vez murió por nuestros pecados,
el justo por los injustos, para ofrecernos a Dios (I Ped 3,18).
2º) El fruto de la conversión de los gentiles a Dios, como se
lee en el cuarto Evangelio: Os he puesto para que vayáis, y llevéis fruto, y
que permanezca vuestro fruto (Jn 15, 16). Ese fruto lo trajo la Pasión de
Cristo: Si yo fuere alzado de la tierra, todo lo atraeré a mí mismo (Jn 12,
32).
3º) El fruto de la gloria. Porque glorioso es el fruto de los buenos
trabajos (Sab III, 15). Este fruto también lo trajo la Pasión de Cristo:
Teniendo confianza de entrar en el santuario por la sangre de Cristo, por un
camino nuevo y de vida, que nos consagró el primero por el velo, esto es, por
su carne (Hebr 10, 19, 20).
(In Joan
XII)
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