Catecismo 1
PROLOGO
La vida del hombre: conocer y amar a Dios 1
Mons. JOSE IGNACIO MUNILLA
PRÓLOGO y NÚMERO 1
PRÓLOGO
"PADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único
Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3). "Dios, nuestro Salvador... quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1Tm 2,3-4). "No hay bajo el
cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos" (Hch 4,12),
sino el nombre de Jesús.
1 Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo,
en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle
partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar,
se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a
amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado
dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la
plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salvador. En Él y por
Él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y
por tanto los herederos de su vida bienaventurada.
Prólogo
"PADRE, esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único
Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3). "Dios, nuestro
Salvador... quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad" (1Tm 2,3- 4). "No hay bajo el cielo otro nombre
dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4,12), sino
el nombre de Jesús.
Tiene su importancia por dónde comienza el Catecismo, eso no es
baladí. A la hora de comenzar a exponer tantas cosas, uno dice bueno por dónde
empezamos. Sin duda alguna, el ver por dónde comienza el Catecismo es también
indicativo de en qué se quiere poner el acento.
Quiere desde el comienzo mostrar sus cartas, desde el comienzo
quiere ir a lo esencial, quiere ir al corazón del meollo, no empezar un
discurso por cuestiones periféricas en las que uno se pierde y como si fuesen
los lectores del Catecismo se desenganchan o se desencantan porque resulta que
ha comenzado el Catecismo en lugar de ir a la esencia de lo que quiere enseñar
pues se ha ido por las ramas. Lógicamente el Catecismo quiere ir a lo esencial.
Juan 17, 3:
3 Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.
Por lo tanto, primera convicción desde la que parte el Catecismo:
la primera convicción es que la vida eterna, el sentido de la existencia
consiste en que el hombre no camine a ciegas, no de palos de ciego como se
dice, sino que el hombre viva de cara a la realidad, que el hombre conozca a
Dios, conozca a su Padre, conozca de dónde ha venido, conozca a dónde va.
Es que claro, vivir una existencia siendo ignorante de eso, es
tremendo, es vivir de espaldas a la realidad. Igual que vivir de espaldas a la
realidad sería que alguien no sea consciente de que tiene que trabajar para
vivir y le diríamos pero espabila, tú no te das cuenta que tienes que dar cara
a la vida, que hay que trabajar para vivir, que aquí no se come de la sopa
boba. Este no pone los pies en el suelo. Vive de espaldas a la realidad. Pues
algo parecido. O cuando vemos que un hijo nuestro no quiere estudiar, no
estudia, o se da cuenta de que lo que lleva entre manos está labrando su
futuro.
Cuando el hombre no vive de cara a Dios, cuando el hombre no quiere
conocer a Dios, vive de espaldas a la realidad. Vivir como si Dios no existiese es una contradicción. Una criatura
que no hace referencia al Creador; eso es bastante contradictorio. Es como un
hijo que vive como si no tuviese padre. Y esto es posible.
Yo recuerdo haber escuchado una pequeña parábola de la vida que es
la siguiente: imagínate lo que es un autobús de esos de largo recorrido y en
ese autobús que hace largos recorridos algunos están todo el viaje recostados y
durmiendo, y durmiendo y durmiendo y durmiendo; se pasan el viaje entero
descansado. Otros viendo vídeos, pues venga un vídeo, otro vídeo y luego para
descansar otro vídeo y con los cascos puestos y música y vídeo y vídeo y música.
Otros están todo el viaje ligando, venga atrás hay una chica rubia pues venga a
por ella, ahí hay otra, pues venga me cambia de sito, me hago el simpático con
ella, a ver si tengo éxito. Otros están todo el viaje intentando sacar dinero,
van y venden cosas, voy a ver si vendo a los viajeros esto, vendo bollos, vendo
objetos de regalo; la cosa es ganar dinero, sacar dinero, aprovechar el viaje
para sacar dinero. A otros lo que les gusta es el protagonismo, lo que les
gusta es coger el micrófono y ser los que lleven la voz cantante e intentan
organizar la vida de todos los demás; sería un poco el mundo político.
Pero bueno, imaginaros que en un autobús resulta que todos esos se
dedican a todo menos a hacer una reflexión: oye y este viaje quién lo ha
preparado, quién lo ha fletado. Y detrás de las cortinas y de las ventanas, qué
es lo que hay ahí fuera y este autobús a dónde me lleva y dónde me voy a bajar.
Es posible que en esta vida uno se dedique sencillamente a viajar,
a vivir, a subsistir, a tirar palante, a descansar, a intentar tener ocio, a
pasármelo bien, a ligar, a sacar dinero y a sacar más dinero o a intentar
destacar sobre los demás, pero el caso es que de una forma o de otra uno puede
estar viviendo bajo una droga, bajo la droga de estar fuera de la realidad, de
no plantearme yo en esta vida qué pinto, de dónde vengo y a dónde voy.
En su tempo, Carlos Marx formuló aquella famosa acusación o
sospecha diciendo que la religión es el opio del pueblo”, la religión le saca
al hombre de la realidad y le hace vivir como drogado. Yo diría que el materialismo es el opio del pueblo. Perfectamente
ocurre que el materialismo nos saca de la realidad de la vida y de preguntarnos
qué pintamos aquí. La droga, el alcohol claro que es el opio del pueblo. Porque
nos saca de la realidad y nos propone sencillamente tener momentos de placer,
renunciando a buscar un sentido a la vida.
La política es el opio del pueblo, muchas veces, cuando nos muestra
unos ideales de confrontación, unos con otros, y de lucha por el poder,
vendiendo muchas veces nuestra conciencia.
No es cierto que la religión sea el opio del pueblo. Todo lo
contrario: se ha manifestado históricamente capaz de hacerle vivir al hombre
más dignamente en esta vida. Que se lo digan por ejemplo a los polacos que
tuvieron desde su convicción católica la capacidad de rebelarse contra la
opresión de aquel gobierno o aquel sistema soviético comunista que quería
esclavizarles.
No es cierto que la religión sea el opio del pueblo. El opio del
pueblo es una vida intranscendente, el opio del pueblo es un planteamiento de
vida en el que cada uno busca lo suyo y no se plantea ni de dónde vengo, ni a
dónde voy, ni quién soy yo, ni qué sentido tiene esta vida. Eso sí que es el
opio del pueblo. Eso sí que es el opio del pueblo.
Es que la vida del hombre, la vida eterna, la Vida con mayúsculas, porque nosotros a veces por vivir entendemos
subsistir, ir tirando, no, no, la vida, lo que me llena, lo que me da plenitud
es conocer a Dios, es conocer la fuente de mi vida. Conocer a Dios y conocer a
Jesucristo porque es el enviado de Dios.
Y eso es vida eterna, no solamente en el cielo, sino que el cielo
comienza ya aquí entre nosotros, el cielo está adelantado a esta vida en la
medida en que comenzamos a conocer a Dios. Lo contrario, la paradoja es que si
en esta vida no hemos conocido a Dios, luego, cuando muramos, nos vamos a
encontrar con un desconocido. No es lo
mismo ser juzgado por un perfecto desconocido para nosotros, que ser juzgado
por nuestro amigo, por aquel que hemos tratado como Padre, por aquel a
quien hemos hablado, a quien hemos suplicado, con el que hemos tenido una
relación profunda. No es lo mismo, claro que no es lo mismo. Y no es lo mismo
afrontar una muerte teniendo esa relación íntima con Dios que no teniéndola. No
es lo mismo.
Esta es la vida eterna: el hombre ha sido creado para dar gloria a
Dios (esto a lo largo del Catecismo lo escucharemos muchas veces). Pero es
imposible dar gloria a Dios sin conocerle. Lo primero es conocer. Es importante
conocer, no es un conocimiento teórico, es un conocimiento sapiencial, la
sabiduría que es saborear, porque es imposible conocer a Dios sin amarle.
En este sentido de conocimiento de sabiduría cristiana. Es imposible conocerle sin amarle. Y es imposible amarle sin seguirle. Por
eso aquí dice que Jesucristo pide que le conozcamos, que le conozcamos al Padre
y que le conozcamos también a Jesucristo. Porque si le conocemos, en el sentido,
claro nosotros hemos hecho de la palabra “conocimiento” a veces algo totalmente
extrínseco a nosotros (sí, sí, ya le conozco) aquí por “conocer” entendemos un
conocimiento sapiencial en el que no se distingue “conocer” y “amar”.
Conocemos, amamos y
nos entregamos. Es un conocimiento que lleva inmediatamente por el amor a la
entrega.
Este es nuestro
ideal. Esto es lo primero que dice el Catecismo a los que se asoman a él. Ven a
conocerle a Dios.
Este catecismo quiere abrirte las páginas de la Sagrada Escritura,
quiere introducirte en la revelación de Dios, Dios no juega al escondite con el
hombre, Dios hace tempo que te está buscando, hace tempo que quiere decirte
muchas cosas, que quiere revelarte su intimidad e igual tú no le has dado
ocasión para ello.
Uno puede decir: ¿no es muy largo esto? ¿Somos conscientes de que
no puede haber algo más importante en esta vida que conocer a Dios? ¿Que en Él
lo tenemos todo? Que en Él no vamos a conocer una pequeña cuestión de la vida.
Sino que en Él va a adquirir un sentido especial nuestra familia, va a adquirir
un sabor especial nuestro trabajo, nuestro ocio, es decir, todo.
Dios no es un
capítulo aparte de la existencia sino que en Él se sostiene todo. Por tanto, merece
la pena este esfuerzo que vamos a afrontar, que estamos comenzando a afrontar:
el del conocimiento de Dios.
Dios no es un capítulo aparte de la existencia sino que en Él se
sostiene todo. Por tanto, merece la pena este esfuerzo que vamos a afrontar,
que estamos comenzando a afrontar: el del conocimiento de Dios.
1ª Timoteo 2, 3-4:
3 Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador,
4 que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento pleno de la verdad.
Segundo pilar, segunda convicción desde la que parte el Catecismo: Dios quiere nuestro bien, Dios quiere que
todos los hombres se salven, Dios quiere nuestra salvación, Dios es bueno. Tiene
esto mucha importancia porque a la hora de acercarnos a este conocimiento de
Dios en el ser humano puede anidar una especie de sospecha o miedo a lo
desconocido, podríamos decir una proyección en nuestros días de esa tentación
que en el pecado original Satanás confundió y engañó verdaderamente a Adán y a
Eva.
La sospecha de que Dios tiene intereses personales o egoístas, como
si Dios no quisiese nuestro bien. Mira, él te ha prohibido comer de ese árbol,
porque en el fondo si tú comes de ese árbol serías como Dios entonces Dios no
quiere tener competidores. Es siempre la sospecha de que Dios pueda tener otros
motores que no sean el amor; y no es verdad.
Aquí se subraya de una manera determinante: Dios quiere nuestro bien, Dios es bueno y no tiene otra razón ni
para crearnos ni para llamarnos a conocerle.
Es como decir: quita
toda sospecha de tu corazón y comprende que Dios es amor, Dios es amor.
Dice el refrán “que se piensa el ladrón que todos son de su
condición”. A nosotros nos ocurre que como no somos santos, nos cuesta creer
que Dios sea tan bueno, igual uno dice, “si… pero me quita la libertad, me
quita autonomía, es que si soy seguidor de Dios entonces voy a ser menos libre,
voy a ser menos yo mismo, voy a tener menos personalidad, no me va a dejar esto
no me va a dejar lo otro…” Tenemos como la sospecha de que Dios viene a
sofocarte, Dios viene a quitarte. No, no, eso es absolutamente falso.
Dios cuando te pide algo, en realidad, te está dando. Dios te pide
que cumplas los mandamientos, en realidad, te está dando, es un privilegio, es
una suerte, es un chollo el que Él te esté mostrando el camino, que es tu bien,
porque cumplir los mandamientos no es un bien para Dios, es un bien para ti
mismo.
Eso es como el hijo pequeño que se piensa que estudiar es hacerle
un favor a su padre, oye no, estudiar no es hacerle un favor a tu padre, es
hacerte un favor a t mismo. Y tú lo vives como ¡que mi padre me manda estudiar!
Pero hombre… ¿tú no te das cuenta que tu padre te manda a estudiar por tu bien?,
luego el beneficiado eres tú mismo, tú no le haces un favor a tu padre.
Es verdad que a veces Dios, ocurre como con nuestro padre, que un
padre le premia a su hijo porque ha sacado buenas notas y le compra una bici,
porque ha sacado buenas notas en el examen. Ya, pero en realidad, debiera ser
el hijo el que le comprara a su padre algo, no el padre al hijo.
Sirvámonos de la comparación en la medida en la que nos sirva. Pero
con Dios pasa algo similar: Dios, en realidad, cuando te pide te está dando. Él
no te quita la libertad, te permite ser libre.
Luego, partamos de esto: Dios quiere mi salvación, Dios quiere
nuestro bien, Dios quiere que todos los hombres se salven. Dios, en
consecuencia, sufre de que algunos hombres rechacen la salvación que Dios les ofrece,
la "no-salvación" del hombre, la posibilidad de que el hombre no se
salve, se condene, se pierda, etc. que en su momento hablará el Catecismo de
esto, nace entre otras cosas del dolor
de Dios de ver que algunos no se dejan querer, que algunos no se dejar amar.
Si no, preguntémoselo a tantos padres que intentan darles a sus hijos
el bien y sus hijos lo rechazan y no pueden sin violentar la libertad de sus
hijos, que no quieren hacerlo, porque ante todo son libres y quieren respetar
su libertad, no pueden obligar a sus hijos a que hagan el bien.
Luego, Dios quiere la salvación de todos nosotros, pero quiere que también nosotros lo
queramos, no quiere hacerlo, no quiere salvarnos contra nuestra libertad,
sino quiere que la salvación sea gratuita sí, pero libre también.
Porque tiene una relación con los otros de libertad, no nos trata
como a un árbol, no nos trata como a una piedra, no, nos trata como a personas
que están creadas a imagen y semejanza de Dios y tienen que obrar libremente.
Pero, subrayémoslo, DIOS QUIERE NUESTRO BIEN, por lo tanto, puede
ocurrir que en nuestro corazón aniden sospechas, aniden temores, aniden cosas,
cualquier cosa que Dios nos muestre, cualquier cosa que Dios nos pida, es
nuestra gloria, es nuestro bien.
Hechos 4, 12:
12 Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por
el que nosotros debamos salvarnos.»
No hay bajo el cielo
otro nombre que el nombre de Jesús. Jesús es nuestro salvador. Jesús es el camino
de salvación que Dios ha trazado para el mundo, es decir, Dios se ha revelado,
Dios ha mostrado un camino de salvación y ese camino se llama Jesucristo.
Sería erróneo el planteamiento decir: bueno, vamos a ver, hay
tantos caminos como religiones; pues no es correcto ese planteamiento, no es
correcto, porque hay que distinguir entre una religión revelada por Dios o unas
religiones naturales que en el fondo han nacido del hombre que busca a Dios.
No es lo mismo una religiosidad que nace de la sensibilidad del
hombre que busque a Dios que sea Dios mismo el que se revele, el que se
muestre, el que venga a nosotros y nos muestre un camino para llegar a Él. No
es lo mismo.
Luego, esa afirmación de que todas las religiones son iguales no la
podemos aceptar, porque es tanto como decirle a Dios que Él no ha entablado un
camino concreto para llegar a nosotros.
Sí lo ha hecho en Jesucristo. Esto no quiere decir que nosotros
despreciemos las demás religiones, que no las despreciamos y estamos llamados a
tener una colaboración y una relación de hermandad, etc. No las despreciamos y
sería contrario al propio espíritu de Dios despreciarlas.
Pero no equiparamos todo, no todo es lo mismo, no todo es igual.
Creo que estamos en una cultura que se tiende a veces con el
pretexto de no discriminar, muchas veces se tiende a no diferenciar, no es lo mismo “discriminar” que “distinguir”
o “diferenciar”; hay que distinguir, hay que diferenciar con lo cual no se
discrimina, no se desprecia, no, eso es otra cosa distinta.
Pero reconocemos en Jesucristo al Dios encarnado que ha llegado a
nosotros como vida del mundo. También tendremos sobre este aspecto otras
determinaciones. Somos conscientes de que también el hombre, los creyentes de
otras religiones pueden salvarse, somos conscientes de eso, sin embargo, lo que
afirmamos es que aunque ellos no lo sepan, los creyentes de otras religiones
que se salven porque han sido fieles a lo que han conocido en su conciencia, a
lo que su conciencia les ha permitido conocer como verdad, pero que ellos no lo
sepan y lo sabrán en la próxima vida, en la vida eterna, es que se han salvado por Jesucristo, que Jesucristo ha sido salvador
de todos, de los que le hemos conocido incluso de aquellos hombres de buena
voluntad que han intentado seguir a Dios, que no han tenido la suerte de
conocerle plenamente pero Cristo también ha llevado su salvación a ellos, a
esos hombres de buena voluntad.
Por eso dice este texto, Hch 4, 12 “que en el cielo no hay otro
nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”.
Por lo tanto, no creemos en el relativismo religioso, a veces
también se habla de pluralismo religioso. La palabra “pluralismo” tiene un sentido
que puede ser entendido positivamente pero generalmente cuando se habla de
pluralismo se refiere a este sentido negativo, al del relativismo religioso, no
creemos en él.
Tampoco creemos en una especie de fundamentalismo o intolerancia
religiosa, en absoluto, tampoco creemos en tal cosa; pero el error yo creo que
más extendido hoy en día, especialmente
en occidente es el relativismo, y al mismo tempo (son como las dos caras de
este momento, de este tempo posmoderno, de esta posmodernidad), está creciendo
el relativismo, el relativismo religioso (todas las religiones son iguales), el
laicismo, de alguna manera, y por otro lado crecen los fundamentalismos.
Es como un sándwich, es como una acción y reacción, los
fundamentalismos se están enfrentando al occidente que no cree en nada, que es
un occidente materialista, es un sándwich, en medio del cual están los
creyentes, que muchas veces son agredidos tanto por el laicismo como por los
fundamentalismos.
Creo que nosotros estamos llamados a creer en Jesucristo como único
Salvador del mundo pero al mismo tempo a tener relaciones de colaboración, de
amistad con todos los hermanos de otras religiones, no digamos nada de
ecumenismo con los que son cristianos también de otras confesiones cristianas:
eso ya es más que un diálogo interreligioso, eso ya es una búsqueda de la
unidad entre los cristianos.
Punto 1:
Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un
designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe
de su vida bienaventurada.
La primera parte de la frase hace referencia a cómo es Dios, sus atributos, Dios es infinito, Dios
es Perfecto, Dios es Bienaventurado en sí mismo, es decir, que es feliz, en
esa relación que tienen entre Padre, Hijo y Espíritu Santo, la relación
intratrinitaria es una relación de plenitud, es bienaventurado, es dichoso, es
inmensamente feliz. También dice que es perfecto, en Dios no hay imperfección
alguna.
A la hora de hablar de los atributos de Dios, se suele distinguir
entre los atributos que son positivos y los atributos que son negativos (lo que
pasa que la palabra “negativo” puede llevar un poco a confusión, por negativo
se entienden los que excluyen imperfección, por ejemplo, Dios es perfecto: o
sea que no tiene imperfección, Dios es inmenso: que no tiene límite, Dios es
eterno: o sea que no tiene tempo, Dios es inmutable: o sea, que no se muda.
Los atributos a veces se formulan en este sentido negativo que
quiere decir que Dios no tiene imperfecciones y a veces también hay atributos
que son de afirmación positiva de cualidades de Dios, por ejemplo, Dios es justo,
Dios es bueno, Dios es misericordioso, Dios es santo, Dios es omnipotente (lo
puede todo), Dios es sabio.
A eso se llaman los “atributos” de Dios, que tenemos la capacidad
de conocerlos por dos caminos, porque Dios también nos ha revelado, hay salmos
que se habla: “¡cuántas son tus obras!” “¡cuán sabiamente ordenadas!” “tu
inteligencia es infinita, es inenarrable”.
Hay salmos que nos hablan de los atributos de Dios. Pero también
nosotros con nuestra razón, con el ejercicio de nuestra razón, podemos conocer
la existencia de Dios y también podemos asomarnos a conocer un poco cómo es
Dios, sus atributos, Dios siendo infinito tiene todas las perfecciones, etc.
También con el ejercicio de nuestra razón podemos asomarnos un poco a conocer
cómo es Dios.
La afirmación que se hace aquí es la siguiente: que Dios siendo infinitamente feliz, siendo
infinito, teniéndolo todo para entendernos, por pura bondad ha creado
libremente al hombre, por pura bondad.
Esta es la primera cuestión que queremos: yo, ¿por qué existo? yo,
¿qué pinto en esta vida? Pues mira, la primera cosa que te dice el Catecismo es
tú aquí no estás por casualidad, tú aquí no estás porque Dios estuviese
aburrido y se le ocurrió crear, como igual puede ocurrirle a un pintor que diga
estoy aburrido, voy a ver si hago algo para matar el tempo, pues no, eso no es
así, sino que “por pura bondad”.
Primero porque Él vive la plenitud del amor, es como una fuente de
esas que desbordan, esas fuentes que tienen como una especia de concha y la
fuente cae en la concha y la concha desborda por todos los lados porque no cabe
en ella todo el contenido del agua, algo es así, es como que Dios desborda por
su infinitud y Dios ha querido
libremente de la plenitud de su bondad y de su gracia crearnos; podríamos
no existir (fíjate bien), es más, lo lógico sería no existir, pero Dios ha
querido compartir su gloria y la ha querido compartir con nosotros.
Saber esto, esto es importantísimo, porque es imposible que
nosotros en esta vida demos lo mejor de nosotros mismos si no tenemos
conciencia de dónde venimos. Cuando uno conoce que viene del amor de Dios, que
ha sido creado por amor y que su destino es el amor, entonces es capaz de dar
lo mejor de sí mismo, de lo contrario, pedirle a alguien (que no ha recibido
esta noticia, que no tiene esta convicción), piensa que él es meramente un
átomo ciego, fruto de una evolución ciega, etc. Pedirle a ese que tenga una
entrega heroica en el amor es pedirle peras al olmo.
Solamente cuando uno
sabe que viene del amor y que vuelve al amor, es capaz de dar lo mejor de sí
mismo. Esto tiene muchísima importancia: aquí nos estamos jugando la felicidad
del hombre.
Esta es la afirmación primera.
Aquí el Catecismo pone las bases: mira, tú has sido creado por amor
y para el amor, eres llamado a una vida bienaventurada, Dios quiere compartir
su felicidad contigo, por eso el hombre es totalmente distinto al resto de los
seres de la creación porque los demás seres de la creación han sido llamados a
la existencia pero no pueden tener con Dios esa relación de amistad.
Continua este punto:
Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del
hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus
fuerzas.
Es decir, Dios no está en paro. Cuando Dios tiene este designio
para nosotros, Dios sale a nuestro encuentro y en todo tempo y lugar, a veces,
a tempo y a destiempo, en el sentido de que uno dice, “otra vez me están
proponiendo, me están hablando de esto.”
Pero a veces uno siente cuántas personas han tenido esa experiencia
de estar dando portazos a Dios que le llama en su vida y le llama a través de
su madre, a través de la Iglesia, a través de un conocido, a través de un amigo
y están haciéndose los remolones, resistiéndose a esa llamada, sin ser
conscientes de que es Dios el que está saliendo a su camino, a través de esas
mediaciones. Hay un texto impresionante de la poesía española que dice: “Alma,
asómate, verás con cuánto amor llamar porfa. Mañana le abriremos, respondía,
para lo mismo responder mañana”.
Esa poesía (no estoy seguro si es de Calderón de la Barca o de Lope
de Vega) hace referencia a ese hacer largas a la llamada de Dios, es la
historia muchas veces de nuestra vida, pero Dios no se cansa, porque cuando se ama, uno no se cruza de brazos,
el amor no soporta el cruzarse de brazos mientras vemos la perdición de las
personas que amamos, el que ama lo hace todo, lo intenta todo, así es Dios.
Termina este punto diciendo:
Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de
su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y
Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En El y por El, llama a los
hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los
herederos de su vida bienaventurada.
Cómo hace Dios, cómo Dios sigue nuestra pista; Dios tiene muchos
caminos pero el camino principal que ha sido ofrecido para el mundo, para todos
nosotros, es Jesucristo, Jesucristo es Camino, Verdad y Vida. Cristo es el mediador a través del cual
Dios viene a nosotros, es Dios mismo que viene a nosotros. Y la Iglesia es
prolongación de Jesucristo, es el Cuerpo místico de Cristo, Cristo es la
Cabeza, la Iglesia es su Cuerpo y a través de esa Iglesia, escuchamos la
llamada de Dios.
Ya sé que se ha introducido mucho entre nosotros ese engaño de “Cristo
sí, Iglesia no”, pero no existe Jesús sin Iglesia ni tampoco existe Iglesia sin
Jesús, ni una cosa ni otra (ahora mismo Radio María perfectamente puede estar
siendo una llamada de Dios para ti en tu vida, ¿o te crees que una radio por el hecho de que sea un instrumento
material no puede ser instrumento de Dios para que Él hable contigo? ¿es que
piensas que para que Dios hable contigo hace falta que se te aparezca un ángel,
un ángel del cielo? No.
Acordaos de esa parábola tan impresionante del pobre Lázaro y de
quien la tradición llama el rico Epulón que cuando el rico Epulón estaba en el
inferno y le pedía a Abraham que mandase a sus familiares, a alguien que les
avisase de lo que luego les esperaba, y que por lo tanto tuviesen conversión de
vida para que no fuesen también ellos a condenarse en esas llamas de perdición,
Abraham les dice: “No, ya tienen a Moisés y a los profetas, que les escuchen a
ellos, porque le pedía mándales un muerto que se les aparezca y si mandas un
muerto entonces seguro que creerán, pero Abraham le dice: “No, mira, tienen a Moisés y a los profetas, si no les escuchan a
ellos, no harán caso ni aunque un muerto resucite, es decir, Dios te está
hablando, pero no esperes tener visiones, no esperes tener un tipo de
manifestaciones pues así extraordinarias, Dios te habla a través de la vida
ordinaria de la Iglesia.
Dios te habla a través de los instrumentos que ha puesto en tu
vida, de tus padres, … es así. Y te convoca a participar de la vida de la
Iglesia, para que en ellas recibas a Jesucristo y Jesucristo sea camino, verdad
y vida para t y sea tu alimento y sea el motor de tu vida, y sea… Y en Él
recibas, gracias al Espíritu Santo, la adopción y vivas como un hijo y así como
hijo, puedas llegar al Cielo, porque nuestra meta es el Cielo (me lo vais a oír
muchísimas veces en la explicación del Catecismo), nuestra meta es el Cielo,
sin eso estamos frustrados, es que ¿de qué me sirve ganar el mundo entero si
pierdo la vida eterna? Pues no me sirve de nada.
Por lo tanto, Dios no ceja en este empeño. Dios es constante en
llamar a la puerta de nuestro corazón, como dice el libro del Apocalipsis:
“Si escuchas hoy su voz, si escuchas su llamada y le abres la
puerta, Él entrará y cenaremos juntos”.
Es la llamada a la conversión que Él nos hace, la llamada a
conocerle, a tener intimidad con Él
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