EXAMEN SOBRE ACTITUDES CRISTIANAS
BÁSICAS
*En
la vida somos tentados continuamente a dejar el camino de Jesús y seguir los
criterios del mundo. Nos creemos suficientemente fuertes. Nos dejamos llevar
por la tentación confiando en que no llegaremos al pecado. Pero somos débiles y
caemos en la tentación.
¿Qué
actitud tengo yo ante mis tentaciones: sé cortar a tiempo o me dejo llevar por
ellas?
*El
mundo nos bombardea constantemente con propuestas deslumbrantes. Las
costumbres, el estilo de vida, los ideales y los valores del mundo van
penetrando en nosotros sin darnos cuenta. La vida cristiana se va apagando en
nosotros.
¿Procuro
vivir austeramente, controlando mis gastos de vestido, comida, bebida,
diversiones, viajes, aparatos domésticos, etc.?
*Jesús
fue tentado como nosotros. El mundo de su tiempo le ofreció otros caminos a
seguir. Con la fuerza del Espíritu venció las tentaciones y fue fiel a su
Padre.
¿Pido
alguna vez a Jesús que me dé fuerzas para vencer las tentaciones y serle fiel?
*Encontrarse
con Dios, orar, no nos resulta fácil, significa un esfuerzo: dejar las cosas
que estamos haciendo, concentrarnos, dedicarle tiempo... Seguramente que nos
da pereza, no buscamos los momentos más oportunos, siempre encontramos
excusas, no ponemos condiciones favorables.
¿Qué
tiempo dedico a orar? ¿Qué tiempo debería dedicar?
*
Pensamos que rezar es sólo pedir a Dios cuando tenemos algún problema. Tratamos
a Dios como si fuera un mago. Olvidamos que Dios se nos ha manifestado en la
persona de Jesús, y que orar a Dios es contemplarlo en Jesús, en su vida,
meditar sus palabras, sus obras tal como nos lo cuenta el evangelio.
¿Cuando
rezo, doy gracias a Dios, le alabo, le pido perdón, le pido fuerzas para amar,
para solucionar yo mismo mis problemas?
*
Jesús nos enseña que a Dios hemos de encontrarlo en el hermano, en el pobre y
en el enfermo, en el marginado, en los hechos que nos pasan, en los
acontecimientos del mundo.
¿En
la oración tengo presentes las personas que trato y los hechos y problemas que
viven?
*El
mal que hay en el mundo, las desgracias que sufrimos nosotros o aquellos que
tenemos cerca, son cosas que nos paralizan. Quizá nos dejan impotentes y no
sabemos qué hacer; quizá nos sirven de excusa para no hacer nada... No es éste
el estilo de Jesús: él es activo contra el mal y da frutos de bondad, de
justicia, de amor...
¿Cuál
es mi actitud ante el mal? ¿Digo: «¡ No hay nada qué hacer!»? ¿Lo tomo como una
excusa para no hacer nada? ¿O sigo a Jesús que cargó con esperanza su cruz?
*A
veces pensamos que el cristianismo consiste en ser sumisos, resignados, aceptar
con paciencia los males y las injusticias. Y en cambio, Jesús luchó contra el
dolor y el mal, criticó la injusticia, no se resignó ante las cosas que necesitan
cambiar.
¿Soy
capaz de luchar por una vida más digna y feliz, para mí y para todos?
*
Dios es paciente. Siempre espera con los brazos abiertos. Acoge y ayuda.
Nosotros, a veces, somos impacientes, intolerantes con los demás si nos parece
que no hacen las cosas bien hechas, no damos segundas oportunidades, queremos a
los demás más perfectos de lo que somos nosotros mismos.
¿Soy
comprensivo, paciente? ¿Ayudo a los demás a cambiar?
*Muchas
veces nos creemos mejores que los demás, porque a lo mejor no hemos cometido
grandes pecados ni hemos abandonado nunca la fe. Pensamos tener el derecho de
ser reconocidos y valorados por estos méritos. Y no nos damos cuenta de la
mediocridad de nuestra fe y de nuestro amor.
¿Reconozco
mi pecado de orgullo, de autosuficiencia, de creerme superior a los demás?
¿Pido perdón por la mediocridad de mi fe y de mi amor?
*Ante
Dios todos somos hijos, y él nos ama con todo su corazón de Padre. Y, porque
nos ama, perdona nuestros pecados, sean grandes o pequeños.
¿Cómo
acojo a aquellos hermanos míos que me han injuriado, que me han criticado, que
me han hecho algún daño?
*
Nos resulta más fácil criticar que alabar alas personas; ver sus defectos antes
que sus cualidades; condenar antes que salvar.
¿Qué
mirada tengo hacia las personas que me rodean: en casa, en e! trabajo, en la
escuela, en la parroquia, en el vecindario?
*El
hecho de criticar y acusar a los demás esconde muchas veces los propios
defectos y pecados, y nos justificamos ante Dios como si nosotros no cayésemos
en estos pecados.
¿Me
pregunto a menudo cómo se manifiestan en mi los defectos que veo en los demás?
*Muchas
veces confundimos el pecado con el pecador. Y condenamos el pecado y el pecador
a la vez. El proceder de Dios con nosotros no es éste: él siempre nos perdona y
nos salva.
¿Condeno
a los demás? ¿Soy vengativo? ¿Guardo rencor? ¿Me cuesta perdonar?
*Siempre
nos quejamos, pero tenemos que reconocer que hemos avanzado en bienestar y
comodidades. Este progreso material quizá nos lleva a poner el corazón en los
bienes de consumo, y a disfrutar egoístamente de ellos. Se reseca entonces
nuestra capacidad de amar, de convivir, de ser solidarios.
¿Dónde
pongo el acento en mi vida: en mi bienestar y comodidad personal, o más bien en
el convivir con los demás, en el compartir mis cosas, en el colaborar en las
tareas comunes? ¿Me intereso y hago algo al servicio de la justicia y del
bienestar para todos?
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