Breve “Providentissimus”
por el que que nombra a
San Pascual Bailón
Patrono de los Congresos Eucarísticos
y de todas las Asociaciones Eucarísticas.
Para perpetua memoria
Para perpetua memoria
La Providencia de
Dios (Providentissimus Deus) excelsa, que dispone las cosas de un modo a la vez
fuerte y suave, atendió a su Iglesia de manera tan particular que, precisamente
cuando las circunstancias se muestran menos favorables, le ofrece motivos de
consuelo suscitados de la misma dureza de los tiempos.
Esto, que se ha
visto con frecuencia en otras edades, puede apreciarse sobre todo en las
actuales circunstancias de la sociedad religiosa y civil, en las que,
levantándose los enemigos de la tranquilidad pública con creciente insolencia,
y procurando con ataques diarios y fortísimos destruir la fe de Cristo y aún
toda la sociedad, quiso la Bondad divina oponer a estas perturbaciones los
preclaros trabajos de la piedad cristiana.
Lo cual ciertamente
manifiestan la devoción al Sagrado Corazón, difundida por todas partes, el celo
que en todo el mundo se despliega en acrecentar el culto de la Virgen María,
los honores que se concedieron al ínclito Esposo de la misma Madre de Dios, y
las sociedades católicas de varias clases fundadas para la defensa
incondicional de la fe y para otras muchas finalidades, que promueven la gloria
de Dios y fomentan la caridad, ya ejercitándolas, o bien implantándoles donde
no existen.
Mas si bien todo
esto impresione gratísimamente Nuestro ánimo, creemos, sin embargo, que el
compendio de todas las bondades del Señor está en el aumento de la devoción
entre los fieles hacia el Sacramento de la Eucaristía, después de los Congresos
grandiosos habidos por esta época sobre este asunto. Porque nada juzgamos más
eficaz, según ya en otras ocasiones hemos declarado, para estimular los ánimos
de los católicos, ya a la confesión valerosa de la fe, ya a la práctica de las
virtudes dignas del cristiano, como el fomentar e ilustrar la devoción del
pueblo en orden a aquella inefable prenda de amor que es vínculo de paz y de unidad.
Siendo, pues, digno
este importantísimo asunto de nuestras mayores atenciones, así como
frecuentemente hemos alabado los Congresos Eucarísticos, así ahora, estimulados
por la esperanza de más abundantes frutos, hemos determinado asignar a aquellos
un Patrono celestial de entre los bienaventurados que con más vehemente afecto
se abrasaron en el amor hacia el santísimo Cuerpo de Cristo.
Ahora bien, entre
aquellos cuyo piadoso afecto hacia tan excelso misterio de fe se manifestó más
encendido, ocupa un lugar preeminente San Pascual Bailón. Quien poseyendo un
espíritu grandemente inclinado a las cosas celestiales, habiéndose ocupado con
vida purísima durante su adolescencia en el pastoreo de rebaños, y abrazado un
género de vida más austero en la Orden de Menores de la más estrecha
Observancia, mereció en la contemplación del sagrado banquete recibir tal
ciencia que, siendo rudo y sin estudio alguno, pudo responder a cuestiones
dificilísimas sobre la fe y aun escribir libros piadosos. Además, entre los herejes
sufrió muchas y graves persecuciones, y émulo del mártir Tarsicio, vióse
expuesto frecuentemente a dar su vida por confesar pública y manifiestamente la
verdad de la Eucaristía. El amor a ésta parece haberlo conservado aún después
de muerto, toda vez que tendido en el féretro dícese haber abierto los ojos por
dos veces a la doble elevación de las sagradas especies.
Es, pues, manifiesto
que no puede asignarse otro Patrono mejor que él a los Congresos católicos de
que hablamos. Por lo cual, así como hemos encomendado a Santo Tomás de Aquino
la juventud estudiosa, a San Vicente de Paul las asociaciones de caridad, a San
Camilo de Lelis y a San Juan de Dios los enfermos y cuantos se consagran a su
auxilio, por igual razón, como cosa excelente y gozosa y que redunda en bien de
la cristiandad, en virtud de las presentes, con nuestra suprema autoridad,
declaramos y constituimos a San Pascual Bailón peculiar Patrono celestial de los Congresos Eucarísticos, así como también de todas las Asociaciones Eucarísticas existentes o que en lo sucesivo se instituyan.
Y esperamos
confiadamente como fruto de los ejemplos y del patrocinio del mismo Santo, que
muchos cristianos consagren cada día su espíritu, sus decisiones y su amor a
Cristo Salvador, principio sumo y santísimo de toda salud.
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Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 28 de noviembre de 1897, año vigésimo de Nuestro Pontificado.
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Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 28 de noviembre de 1897, año vigésimo de Nuestro Pontificado.
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