Tu Palabra, Señor,
es la verdad
y la luz de mis
ojos.
La ley del Señor es
perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del
Señor es verdadero,
sabiduría del
humilde.
Los preceptos del
Señor son justos,
alegran el corazón;
la Palabra del Señor
es pura,
ilumina los ojos.
Los mandamientos del
Señor son santos,
permanecen para
siempre;
los juicios del
Señor son la verdad,
y siempre justos.
Su Palabra es más
valiosa
que el oro más fino;
sus preceptos son
más dulces que la miel
que fluye del panal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario