viernes, 3 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 95


Viernes de la 13ª semana

CONVERSIÓN DEL APÓSTOL


Este es el vaso que he escogido para llevar mi nombre a todas las naciones (Hechos 9, 15).

I. Qué clase de vaso pudo haber sido el Bienaventurado Pablo se deduce de lo que dice el Eclesiástico: Como vaso de oro macizo, adornado de toda piedra preciosa (Eccli 10). Fue vaso de oro por el fulgor de su sabiduría. Y el oro de aquella tierra es muy bueno (Gen 2, 12). Fue sólido por la virtud de la caridad, como dice él mismo: Estoy cierto de que ni muerte ni vida nos podrá apartar del amor de Dios (Rom 9, 38-39). Estuvo adornado de toda piedra preciosa, esto es, de todas las virtudes.

También se deduce qué clase de vaso fuera por todo lo que derramó, pues enseñó los misterios de la excelentísima divinidad que pertenecen a la sabiduría. Recomendó de modo acabado la caridad, e instruyó a los hombres en las diversas virtudes.

II. Los vasos están destinados de ordinario para conservar líquidos. Hay diversidad de vasos; unos son para el vino, otros para el aceite, y otros para otros líquidos; así también los hombres han sido llenados de gracias distintas, como de diversos licores.

Mas este vaso, de que ahora se trata, estuvo lleno de licor precioso, es decir, del nombre de Cristo, del cual se lee en los Cantares: óleo derramado es tu nombre (Cant, 2). Por eso se dice: Para llevar mi nombre (Hech 9, 15). En efecto, parece que San Pablo estuvo todo lleno de este nombre; pues su inteligencia estuvo llena de él, según aquello: No quise saber entre vosotros, sino a Jesucristo (1 Cor 2, 2). También su corazón estuvo lleno de él, como se lee en la epístola a los Romanos: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom 8, 35). Toda su vida estuvo impregnada de él, por eso decía: Vivo, ya no yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2, 20).


III. En cuanto al uso, sabemos que todos los vasos tienen un destino más o menos honroso, o más o menos vil. Pero este vaso de que hablamos fue destinado a un uso noble, pues es portador del nombre divino: para que lleve mi nombre.

San Pablo llevó el nombre de Cristo: 1º, en su cuerpo, imitando su vida y pasión: Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús (Gal 6, 17); 2º, en la boca: nombra en sus epístolas con mucha frecuencia a Cristo, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Por lo cual puede simbolizarse por la paloma del arca: Ella volvió a él por la tarde, trayendo un ramo de olivo con las hojas verdes en su pico (Gen 8, 11). La oliva significa la misericordia, y por eso adecuadamente el ramo de olivo simboliza el nombre de Jesús que simboliza también la misericordia: Le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo (Mt 1, 21). Pablo llevó ese ramo de hojas verdes al arca, es decir, a la Iglesia, cuando ejecutó frecuentemente su poder y su misión, predicando la gracia y la misericordia de Cristo.

IV. En cuanto a la utilidad, unos vasos son inútiles por el pecado o por el error. Pero San Pablo estuvo exento de pecado y de error. Por lo cual fue vaso útil de elección. La utilidad o fruto de este vaso se expresa cuando se dice: Ante las naciones, y los reyes, y los hijos de Israel
(Hech 9, 15). (In Prolog. ad Rom).

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