lunes, 6 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 98


Lunes de la 14ª semana

LA ESPERANZA

La virtud de la esperanza Sandro Botticelli

 I. El objeto propio de la esperanza es la bienaventuranza eterna.

La esperanza llega hasta Dios, apoyándose en su auxilio para conseguir el bien esperado. Pero conviene que el efecto sea proporcionado a la causa; por lo tanto, el bien que propia y principalmente debemos esperar de Dios es el bien infinito, proporcionado a la virtud de Dios que nos ayuda: porque es propio de la virtud infinita producir hasta un bien infinito. Mas este bien es la vida eterna que consiste en el goce del mismo Dios; pues lo que debemos esperar de Él no es menos que Él mismo, ya que no es menor su bondad, por la que comunica los bienes a la criatura, que su esencia.

II. La esperanza es una virtud teológica distinta de las demás virtudes teologales. Una virtud se dice teologal porque tiene por objeto a Dios al cual se adhiere. De dos maneras puede uno adherirse a otro: o por sí mismo, o porque por él se llega a otro. La caridad, pues, hace que el hombre se una a Dios por causa de sí mismo, uniendo su espíritu a Dios por el afecto de amor.

Mas la esperanza y la fe hacen que el hombre se una a Dios como a cierto principio, del cual nos llegan algunas cosas. De Dios nos viene el conocimiento de la verdad y el logro de la bondad perfecta. Luego la fe hace que el hombre se adhiera a Dios, en cuanto es para nosotros el principio de conocer la verdad, pues creemos que son verdaderas las cosas que Dios nos dice. Mas la esperanza hace que nos adhiramos a Dios, como que es en nosotros el principio de la bondad perfecta, ya que por la esperanza nos apoyamos en el auxilio divino para obtener la bienaventuranza.


III. En la vía (u orden) de la generación (espiritual), la esperanza es anterior a la caridad. Pues así como alguno es conducido a amar a Dios porque, temiendo ser castigado por él, cesa de pecar, así también la esperanza introduce a la caridad, en cuanto alguno, esperando ser recompensado por Dios, es inducido a amarle y observar sus preceptos. Pero según el orden de la perfección, la caridad es anterior naturalmente; por lo cual desde el momento en que existe la caridad, la esperanza se torna más perfecta, porque uno espera más de los amigos. En este sentido dice San Ambrosio que "la esperanza proviene de la caridad".

IV. La esperanza tiene certeza, porque la esperanza es la expectación cierta de la bienaventuranza futura, como dice el Maestro*. Lo cual puede tomarse de aquello que dice el Apóstol: Porque sé a quién he creído, y estoy cierto de que es poderoso para guardar mi depósito (2 Tim 1, 12).

Ciertamente no podernos saber con certeza, en esta vida, si poseemos la gracia. Mas la esperanza no se basa principalmente en la gracia ya recibida, sino en la omnipotencia y misericordia divinas, por las que, aun aquél que no posee la gracia, puede conseguirlas y llegar así a la vida eterna. Mas de la omnnipotencia de Dios y de su misericordia está cierto todo aquel que posee la fe. El que algunos, teniendo esperanza, se vean faltos de la consecución de la bienaventuranza, sucede por defecto del libre albedrío que les pone el obstáculo del pecado, pero no por defecto del poder divino o misericordia en que se apoya la esperanza. Por consiguiente, esto no perjudica a la certeza de la esperanza.
(2ª 2ae , q. XVII, a. 2, 6, 8; q. XVIII, a. 4).

Nota:

* Alberto Magno, Sent., III, dist., 26. 139

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