martes, 28 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 120


Martes de la 17ª semana

FELICIDAD DE LOS SANTOS


Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os está preparado desde el establecimiento del mundo (Mt 25, 34).

El reino de los cielos es la gloria del paraíso; y no es de admirar, porque reino no quiere decir otra cosa sino régimen, gobierno. El mejor gobierno es aquél donde no se hace nada contra la voluntad del que gobierna. La voluntad de Dios es la salvación de los hombres, porque quiere que todos los hombres sean salvos (1 Tim 2, 4); y esto tendrá lugar principalmente en el paraíso, donde nada se opondrá a la salvación de los hombres, como se lee en San Mateo: Recogerán de su reino todos la escándalos (13, 41). Así, pues, cuando pedimos: venga tu reino, pedimos ser participantes del reino celestial de la gloria del paraíso.

Este reino es muy deseable por tres motivos:

1º) Por la justicia soberana que reina, en él: Todos los pueblos serán justos (Is 60, 21). En la tierra están los malos mezclados con los buenos, pero en el cielo no habrá ni malo ni pecador.

2º) Por la libertad perfectísima. Aquí no hay libertad, aun cuando todos la desean naturalmente; pero allí habrá libertad absoluta contra toda servidumbre: La misma criatura será liberada de la servidumbre de la corrupción (Rom 8, 21). Y los hombres no sólo serán libres, sino también reyes, como dice el Apocalipsis: Nos has hecho reino para nuestro Dios (5, 10). La razón de esto es que todos serán una voluntad con Dios, y Dios querrá todo lo que los santos quieran, y los santos lo que Dios quisiere; por lo cual con la voluntad de Dios se hará su voluntad; y en consecuencia reinarán todos, pues se hará la voluntad de todos, y Dios será corona de todos. En aquel día será el Señor de los ejércitos corona de gloria y guirnalda de regocijo al que quedare de su pueblo (Is 28, 5).

3º) A causa de la admirable abundancia: Nunca se oyó. No se oyó decir, ni se escuchó, ni ojo vio, salvo tú, ¡oh Dios!, lo que has preparado para aquéllos que esperan en ti (Is 64, 4). Él llena de bienes tu deseo (Sal 102, 5).


Y advierte que en Dios solo el hombre encontrará todas las cosas más excelente y perfectamente que todo lo que se busca en el mundo. Si buscas deleité, lo encontrarás sumo en Dios. Otra vez os he de ver, y se gozará vuestro corazón (Jn 16, 22). El profeta Isaías dice: Alegría perdurable sobre las cabezas de ellos (35, 10); si buscas duración, allí está la eternidad: Mas los justos para siempre vivirán (Sab 5, 16); si riquezas, allí encontrarás todo lo que pueden procurar las riquezas, y así de las demás cosas.

San Agustín agrega: "Todo lo que puede desear santamente tu alma, todo está allí: Dios".
(In orat. Domine.)

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