sábado, 18 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 110


Sábado de la 15ª semana

EL REATO DE LA PENA ES EFECTO DEL PECADO


Se dice en la epístola a los Romanos: Tribulación y angustia sobre toda alma humana que obre el mal (2, 9). Obrar mal es pecar. Luego el pecado lleva aneja la pena que se designa con el nombre de tribulación y angustia.

De las cosas naturales se deriva a las cosas humanas la ley siguiente: lo que actúa contra algo sufre detrimento de ello. Vemos, en efecto, en las cosas naturales, que un contrario reacciona con mayor vehemencia cuando sobreviene otro contrario; de ahí que en los hombres se halle por inclinación natural que cada uno abata al que le contraría. Pero es evidente que cuantas cosas se contienen dentro de un orden, son en cierto modo una sola en orden al principio de orden; así, pues, lo que contrarresta a algún orden, es consecuente que sea deprimido por aquel orden y por el principio del orden.


Por lo tanto, siendo el pecado un acto desordenado, es manifiesto que todo el que peca obra contra algún orden; y por lo tanto es consecuente que sea abatido por el mismo orden, el cual abatimiento, ciertamente, es una pena. Así, pues, según los tres órdenes a que está sometida la voluntad humana, puede ser castigado el hombre con tres penas; porque la naturaleza humana está sometida: 1º, al orden de la propia razón; 2º, al orden de un hombre exterior, que gobierna espiritual o temporalmente, política o económicamente; 3º, al orden universal del régimen divino; y cada uno de estos tres órdenes se subvierte por el pecado, pues el que peca obra contra la razón, contra la ley humana y contra la ley divina, y por ello incurre en tres penas: una, por sí mismo, que es el remordimiento de la conciencia; otra por el hombre; y la tercera, de parte de Dios.
(1ª 2ae , q. LXXXVII, a. 1)

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