martes, 7 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 99


Martes de la 14ª semana

UNIÓN CON DIOS POR MEDIO DEL AMOR


Quien permanece en caridad, en Dios permanece, y Dios en él (1 Jn 4, 16).

Este efecto de la mutua inherencia puede entenderse ya en cuanto a la fuerza aprensiva, ya en cuanto a la fuerza apetitiva.

I. Respecto de la primera, se dice estar el amado en el amante, por cuanto el amado mora en la aprensión del amante, según aquello de la Epístola a los Filipenses: Porque os tengo en el corazón (1, 7). Se dice que el amante está en el amado según la aprensión, en cuanto el amante no se contenta con una aprensión superficial del amado, sino que se esfuerza por investigar y profundizar cada una de las cosas que pertenecen a la persona amada, y penetrar hasta su interior, como se dice del Espíritu Santo que es amor de Dios: El Espíritu Santo lo escudriña todo, aun las profundidades de Dios (1 Cor 2, 10).

II. Por lo que hace a la potencia apetitiva, se dice estar el amado en el amante, en cuanto está en su afecto, por cierta complacencia; de modo que, estando presente, se deleita en él o en sus bienes, y, estando ausente, tiende al mismo por amor de concupiscencia o desea los bienes para ese amado, por el amor de amistad; no ciertamente por alguna causa extrínseca, como cuando uno desea algo en pro de otro o quiere el bien para otra persona por algún otro motivo, sino por la complacencia íntima y radical del objeto amado; y de aquí es que este amor se llame íntimo y entrañas de caridad.

Pero, recíprocamente, el amante está en el amado de una manera por el amor de concupiscencia, y de otra por el amor de amistad; porque el amor de concupiscencia no descansa en una extrínseca o superficial posesión o goce del amado, sino que trata de poseerlo perfectamente penetrando, por decirlo así, en sus interioridades, al paso que en el amor de amistad, el amante está en el amado, por cuanto estima como suyos los bienes o los males del amigo, y así también su voluntad, de modo que le parece que sufre los mismos males o que posee los mismos bienes que él. Es, pues, propio de los amigos querer las mismas cosas y entristecerse o alegrarse de lo mismo; por eso el que ama, juzgando como suyo todo lo que pertenece al amigo, parece hallarse en el objeto que ama y no formar más que una sola cosa con el amado; y al contrario, en cuanto quiere y obra por el amigo como por sí mismo, como conceptuándolo uno consigo mismo, el objeto amado está en el amante.


La adhesión mutua puede entenderse de un tercer modo en el amor de amistad por vía de reciprocidad del amor, tal es el de dos amigos que se aman mutuamente, y se desean y hacen mutuamente el bien.
(1ª 2ae , q. XXVIII, a. 2)

Nota:
* Alberto Magno, Sent., III, dist., 26. 139

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