jueves, 30 de julio de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 122


Jueves de la 17ª semana

ESTUDIO DE LAS LETRAS


Compete a los religiosos el estudio de las letras, de tres modos:

I. En cuanto a lo que es propio de la vida contemplativa, a la cual ayuda de dos maneras el estudio de las letras: primero, directamente, es decir, ilustrando el entendimiento, pues la vida contemplativa se ordena principalmente a la consideración de las cosas divinas, en la cual el estudio dirige al hombre. Por eso se dice en alabanza del varón justo: En su ley (en la ley del Señor) medita día y noche (Sal º, 2). También consta en el Eclesiástico (39, 1): La sabiduría de todos los antiguos indagará el sabio, y se empleará en los profetas.

Segundo, indirectamente, pues el estudio de las letras ayuda a la vida contemplativa, removiendo los peligros de la contemplación, es decir, los errores que ocurren frecuentemente en la contemplación de las cosas divinas a los que ignoran las Escrituras, como se lee en las "Colaciones de los Padres"1 que ocurrió al abad Serapión, quien cayó por candidez en el error de los antropomorfistas, esto es, de los que creen que Dios tiene forma humana. Así dice San Gregorio: "Algunos, traspasando en la contemplación los límites de su capacidad, llegan hasta los errores más perversos, y mientras descuidan ser humildemente discípulos de la verdad, se hacen maestros de errores"2. Por lo cual se lee en el Eclesiastés (2, 3): Pensé en mi corazón apartar mi carne del vino, para trasladar mi corazón a la sabiduría, y evitar la necedad.

II. El estudio de las letras es necesario a los religiosos, instituidos para predicar y ejercer otros ministerios análogos. Por eso dice el Apóstol: Que abrace firme la palabra de fe, que es según la doctrina; para que pueda exhortar según la sana doctrina, y convencer a los que contradicen (Tit 1, 9). Y no se puede argüir que los Apóstoles hayan sido enviados a predicar sin haber estudiado las letras, porque, come dijo San Jerónimo: "El Espíritu Santo les inspiraba todo lo que los demás adquieren de ordinario por el ejercicio y diaria meditación de la ley de Dios"3.


El estudio de las letras conviene a la religión en cuanto a lo que es común a toda religión; puesto que sirve para evitar la lascivia de la carne; y por este motivo aconseja San Jerónimo al monje Rústico: "Ama la ciencia de las Escrituras, y no amarás los vicios de la carne"4. Porque aparta el ánimo de los pensamientos lascivos, y mortifica la carne por el trabajo del estudio, conforme con lo que dice el Eclesiástico (31, 1): El desvelo por la honestidad hará repodrir las carnes.

Sirve también para extirpar la ambición de riquezas; y así consta en la Escritura: Juzgué que las riquezas nada son en comparación de ella (de la sabiduría). [Sab 7, 8.]

Nosotros no teníamos necesidad de esto, es decir de los auxilios exteriores, teniendo para nuestro consuelo los santos libros, que están en nuestras manos (1 Macch., 12, 9).

Es útil también como documento de obediencia. A esto se refiere San Agustín: "¿Qué perversidad es ésta, no querer obedecer a la lectura, cuando quiere dedicarse a ella?"
(2a 2ae , q. CLXXXVIII, a. 5)

Notas:
1 Collet., 10, cap. 3.
2 Moral., lib. VI, cap. 17.
3 Epist. ad Paulinum.
4 Circa mead.

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