miércoles, 6 de mayo de 2020

Para rezar en familia 6 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

3.
En presencia de Dios, pedimos perdón:
• Tú que eres nuestro Buen Pastor resucitado: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

• Tú que nos das la Vida en abundancia: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.

• Tú que nos congregas en un solo rebaño: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad

4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 12,44-50


Catequesis para mayores de 12 años
Con este capítulo, termina la exposición y síntesis de la predicación pública de Jesús: fe en Cristo como enviado del Padre; unidad y distinción entre el Padre y el Hijo; Jesús como Luz y Vida; juicio de Dios según la aceptación de la revelación de Dios; Cristo se sacrifica por nuestros pecados y es Juez de la humanidad.
De un modo especial, en el Evangelio de hoy descubrimos a Cristo como mediador entre Dios y los hombres. Como diría Santa Catalina, es un puente seguro para llegar al Padre. El que me ve, ve al Padre, porque Cristo y el Padre son uno solo.
Pero para ver a Cristo y alcanzar a Dios, tenemos dos obstáculos; estamos cubiertos de una doble oscuridad, nos dirá Santo Tomás: la oscuridad del pecado y de la ignorancia.
Ante esta doble dificultad, Cristo se hace presente en mi vida para que podamos alcanzarlo con luz de la fe y así llegar por Él al Padre: “El que me ve, ve al que me envió.”
Pero ¿Dónde lo veo a Dios? La respuesta nos la enseña San Francisco de Sales, doctor de la Iglesia, quien nos habla de tres maneras de estar en la presencia de Dios:
“Hemos de obedecer al eterno Padre siguiendo a nuestro Señor y escuchando su Palabra. Y esto es lo que no se dice, que todos, de cualquier condición que sean, deben rezar y hacer oración, pues es ahí principalmente donde el divino Maestro nos habla. Y os digo que si queréis cumplir bien con vuestro deber, tenéis que rogar a Dios; en la oración es donde aprendemos a hacer bien lo que tenemos que hacer. Pero antes, hay que preparar la oración. ¿Cómo? Poniéndonos en presencia de Dios y luego pidiéndole ayuda. Podemos ponernos en presencia de Dios de varias maneras:
La primera consiste en reavivar el sentimiento de su presencia. Mejor diría, que se trata más bien de estar atento a esa presencia de Dios en todo y en todas partes. No vemos a Dios, pero Él está presente siempre y lo sabemos por la fe; y nos comportamos a menudo como si no estuviera aquí. Pero saber que está presente y no pensar en ello es igual que si no lo supiésemos.
La segunda manera de reavivar en nosotros el sentimiento de la presencia de Dios consiste en recordar que, si está presente allí donde estamos, lo está mucho más en nuestro corazón y nuestra alma, a la que está vivificando; es el corazón de nuestro corazón, el alma de nuestra alma.
La tercera manera nos incita a considerar al Señor en su humanidad gloriosa, y mirar a los hombres, sobre todo a los que oran; y estar atentos a sus obras y a su comportamiento.
Aunque nosotros no le veamos, Él nos ve; y podemos decir con la Esposa del Cantar de los Cantares: «Mi Amado está detrás de nuestros muros, atisbando por las ventanas, espiando por entre las celosías.».
San Francisco de Sales, dio origen a la espiritualidad de la “Congregación Salesiana”, cuyo fundador fue San Juan Bosco y a cuya institución perteneció el niño santo, Domingo Savio.

Santo del día: Domingo Savio nació en Italia en 1842. Desde muy pequeño deseó ser sacerdote y al conocer a Don Bosco le pide ingresar al Oratorio de San Francisco de Sales en Turín.
Allí organizó la Compañía de María Inmaculada y con sus compañeros frecuentaba los sacramentos, rezaba el Rosario, ayudaba en los quehaceres y cuidaba a los niños difíciles. Además tenía un espíritu muy alegre, le gustaba jugar y estudiar. San Juan Bosco escribió una biografía del joven santo y lloraba cada vez que la leía. En ella contaba que varias ocasiones vio a Domingo como extasiado después de recibir la Comunión hasta que cierto día, Don Bosco lo encontró en el coro del templo. “Voy a ver –cuenta Don Bosco– y hallo a Domingo que hablaba y luego callaba, como si diese lugar a contestación; entre otras cosas entendí claramente estas palabras: ‘Sí, Dios mío, te lo he dicho y te lo vuelvo a repetir: te amo y quiero seguir amándote hasta la muerte. Si ves que te voy a ofender, mandadme la muerte; sí, antes morir que pecar’” (solía repetir). Cuando Don Bosco le preguntó qué hacía en esos momentos, Domingo le contestó: “es que a veces me asaltan tales distracciones que me hacen perder el hilo de mi oración, y me parece ver cosas tan bellas que se me pasan las horas en un instante”.
La mamá de Domingo estaba embarazada, pero sufriendo con fuertes dolores. Él fue a visitarla porque estaba muy delicada y sabía que la Virgen la quería curar. Cuando el muchacho llegó a verla, la abrazó fuertemente, la besó y luego obedeció a su madre, quien le había pedido que fuera con unos vecinos. Cuando llegó el doctor vio que la señora estaba repuesta de salud y mientras los vecinos la atendían, le vieron al cuello una cinta verde que estaba unida a una seda doblada y cosida como un escapulario. La sorprendente visita de Domingo a su madre se dio el 12 de septiembre de 1856, fecha del nacimiento de su hermana Catalina. Tiempo después Domingo le dijo a su madre que conserve y preste aquel escapulario a las mujeres que lo necesiten. Así se hizo y muchas afirmaban después haber obtenido gracias de Dios con la ayuda del escapulario de la Virgen.
Domingo Savio retornó al oratorio salesiano, pero no por mucho tiempo. Su salud empeoró más y a sugerencia de los médicos tuvo que despedirse de Don Bosco y sus compañeros para volver a su casa. Antes de morir, dijo: “¡Qué cosa tan hermosa veo!”. Partió a la Casa del Padre un 9 de marzo de 1857 con catorce años edad. Su fiesta se celebra cada 6 de mayo. Es el patrono de los niños cantores y también de las embarazadas.

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Padre, vida de los fieles, gloria de los humildes y felicidad de los santos: escucha con bondad nuestras súplicas y sacia siempre con tu abundancia a quienes tienen sed de los dones prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. 8 Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

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