Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu divino, manda
tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que al resucitar
renuevas todas las cosas: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
· Tú que nos llamas a
transformar el mundo: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
· Tú que harás
participar a todo el universo de la gloria de tu resurrección: Señor, ten
piedad.
Señor, ten piedad.
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san
Juan 14, 21-26
Catequesis para
mayores de 12 años
Judas Tadeo, (el otro
Judas, no el traidor) preguntó: «Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros
y no al mundo?» ¡Qué buena pregunta! ¿Por qué Jesús se manifiesta a “nosotros”
y no al “mundo”? Y la respuesta es el amor. “El que me ama será fiel a mi
palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.”
La respuesta está en
el amor personal que nos tiene y el amor que nos pide para corresponder al
suyo. El modo en que el Señor se manifiesta a sus discípulos es desde un amor
personal, desde una relación personal. Jesús quiere entrar en relación de amor
salvífico con cada uno de modo concreto y real, con nombre y apellido. Jesús no
establece una conexión de modo abstracto, etéreo, generalista o globalizado,
como quien “piensa” en Jesús o se “acuerda” de él durante el día.
Él quiere habitar en
tu alma. Dios no habita en el mundo, habita en tu alma, si permites que Él lo
haga. No busques a Dios en “el mundo”, en “la sociedad”, en “las ideas”, en
“las obras humanas”, en “el mundo”. El Señor no está afuera, está dentro tuyo.
Si estás libre del mundo, serás morada de Dios, y Él te ayudará a ser fiel a su
Palabra para venir a habitar en ti. Oraba así San Agustín: “Señor, dame fuerza
para lo que me pides, y pídeme lo que quieras” , y también: “Tú estabas dentro
de mí, y yo afuera. Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo.”
En este capítulo del
Evangelio de Juan, se nos revela la Santísima Trinidad. Hay un dinamismo de las
Personas divinas que buscan habitar en nuestras almas. Es el Hijo que
manifiesta al Padre y que, si le creemos, amamos y obramos según su Palabra,
habitarán con su Espíritu Santo en nuestras vidas. Esta unión mística, aunque
imperfecta en este mundo que se da por la gracia habitual, la podemos
experimentar en nuestras almas. A esta gracia la llamamos: inhabitación
trinitaria.
Para que el Señor
habite, nos exige el obediente amor a su voluntad. Dirá san Crisóstomo: “Esto
es en verdad el amor: obedecer y creer al que se ama.” La obediencia es la
confirmación de nuestro amor al Señor. Para sostenernos en esa Voluntad divina,
tenemos una ayuda necesaria que es el mismo Espíritu de Dios. Cristo lo llama
“Paráclito” que significa “llamado junto a uno”, el que camina a nuestro lado a
fin de acompañar, consular, proteger, defender. Jesús habla de “otro
Paráclito”, porque el mismo Cristo es el Abogado y Mediador en el cielo junto
al Padre, y el Espíritu lo será mientras Cristo esté en el Cielo. El Espíritu
nos sostiene en nuestro caminar.
Santos del día
San Antimo, mártir (+303). Antimo se escondió en
una villa (Vía Salaria) en Roma por haber convertido a un sacerdote del dios
pagano Silvano y haber destruido una representación de esta deidad. Una vez
descubierto, fue arrestado y martirizado y luego enterrado en el lugar donde
solía rezar.
San Francisco de Jerónimo. Nació en Grottaglie,
cerca de Taranto, en 1642. Este elocuente misionero jesuita, al que llamaban
"el apóstol de Nápoles", se distinguió por su ilimitado celo en favor
de la conversión de los pecadores y por su amor a los pobres, los enfermos y
los oprimidos. A los 24 años recibió la ordenación sacerdotal y a los 28
ingresó en la Compañía de Jesús. Lo nombraron predicador de la Iglesia del Gesú
Nuovo, de Nápoles donde asistían 15.000 fieles a sus misas. Se dice que
convertía por lo menos a unos 400 pecadores al año. El Santo visitaba las
prisiones, los hospitales y no vacilaba en seguir a los pecadores hasta los
antros del vicio, donde algunas veces fue brutalmente maltratado. Murió en el
año 1716.
San Ignacio de Láconi, religioso capuchino. Ignacio
significa: Aquel que es ardiente. Francisco Ignacio Vicente Peis, segundo de
nueve hermanos, nació en Láconi (Cerdeña) en 1701. Sus padres, aunque
materialmente eran pobres, lo educaron en el cumplimiento de los preceptos
cristianos.
Desde muy joven Ignacio practicaba severas
mortificaciones. Ingresó a la Orden Franciscana en 1721 donde fue fiel al
carisma del despojo de cualquier tipo de riqueza material, el servicio a los
leprosos y vivir radicalmente la perfección evangélica para seguirlo al Señor.
En el convento fue el encargado de la limosna, que
cumplió con espíritu realmente franciscano. Era paciente, agradecido, amable;
poseía las cualidades del buen limosnero. Un ejemplo vivo de pobreza, pero
también de absoluta disponibilidad hacia los pobres, los necesitados de todo
género, los leprosos del espíritu más que del cuerpo, esto es, los pecadores, a
muchos de los cuales él llevó al buen camino. Predicaba por las plazas y
tabernas del puerto, pedía incansablemente limosnas para socorrer las miserias
de los pobres. Un pastor protestante escribió sobre Fray Ignacio: “Nosotros
vemos mendigar todos los días por la ciudad a un santo viviente, que es un
fraile laico de los Capuchinos y que se ha ganado con muchos milagros la
veneración de sus compatriotas”. Los habitantes de Cagliari llamaban “padre
santo”. Ello lo estimaban porque veían en él al verdadero discípulo de Cristo.
Llevaba fama de santo y de sembrador de milagros;
pero él, en su profunda humildad, se las arreglaba para ocultar esa gracia que
Dios le había dado, acudiendo a la sencilla estratagema de envolver los
milagros y curaciones instantáneas en prácticas de medicina popular y en
chistosas ocurrencias como tocar al enfermo con un palo de escoba o darles unas
migas de pan.
Dos años antes de su muerte quedó ciego, pero
siguió observando escrupulosamente la vida común con todas las reglas del
convento. Falleció el 11 de mayo de 1781.
Oración: “San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y
asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de
la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los
otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “El Paráclito que el Padre enviará os enseñará todo”
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda,
dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me
perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar
alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio,
estar al servicio, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Te suplicamos, Señor, que protejas
siempre a tu familia, y por la resurrección de tu Hijo único defiéndela de todo
mal y cólmala con los dones celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los
siglos de los siglos. Amén Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario