LOS PREMIOS DE LAS BIENAVENTURANZAS
1º) Los premios de las
tres primeras bienaventuranzas se toman según aquellas cosas que algunos buscan
en la dicha terrena; pues los hombres buscan en la cosas exteriores, como en
las riquezas y en los honores, cierta excelencia y abundancia, cosas ambas incluidas
en el reino de los cielos, por el cual consigue el hombre la excelencia y
abundancia de bienes en Dios. Por eso el Señor prometió a los pobres de
espíritu el reino de los cielos.
Los hombres feroces y
crueles pretenden por medio de litigios y guerras adquirir para sí seguridad,
destruyendo a sus enemigos; por eso el Señor prometió a los mansos posesión
segura y tranquila de la tierra de los vivientes, por la cual se significa la
estabilidad de los bienes eternos.
Buscan los hombres en
las concupiscencias y deleites del mundo tener consuelo contra los trabajos de
la vida presente; y por eso el Señor prometió la consolación de la vida a los
que lloran..
2º) Las otras dos
bienaventuranzas pertenecen a las obras de la bienaventuranza activa que son
las obras de las virtudes que ordenan al hombre para con el prójimo; de las
cuales obras se retraen algunos por el amor desordenado del bien propio; y por
eso el Señor adjudica aquellos premios a estas bienaventuranzas por las que los
hombres se apartan de ellas. Pues algunos se apartan de las obras de justicia
no pagando sus deudas, sino, más bien, hurtando lo ajeno, para enriquecerse en
bienes temporales; de ahí que el Señor prometiera hartura a los que tienen
hambre de justicia. Se apartan también, algunos, de las obras de misericordia,
para no mezclarse en las miserias ajenas, mas el Señor prometió, a los
misericordiosos, misericordia, por la cual se libran de toda miseria.
3º) Las dos últimas
bienaventuranzas corresponden a la felicidad o bienaventuranza contemplativa; y
por eso, según la conveniencia de las disposiciones que se suponen en el
mérito, se dan los premios. Porque como la limpieza del ojo dispone a la visión
clara, se promete la visión divina a los limpios de corazón. El tener paz
consigo mismo o con los otros manifiesta que el hombre es imitador de Dios, que
es Dios de unión y de paz; y así, se le otorga por premio la gloria de la
filiación divina, que consiste en la perfecta unión con Dios por medio de la
sabiduría consumada.
4º) Todos aquellos
premios se consumarán perfectamente en la vida futura, pero entre tanto también
comienza de algún modo en esta vida; Porque el reino de los cielos puede
entenderse como principio de la perfecta sabiduría, según el cual comienza el
espíritu a reinar en ellos. La posesión de la tierra significa también el buen
afecto del alma reposando por el deseo en la estabilidad de la herencia
perpetua significada por la tierra. Pero son consolados en esta vida,
participando del Espíritu Santo, que se llama Paráclito, esto es, consolador.
Son saturados también en esta vida con aquel manjar, del cual dice el Señor: Mi
comida es que haga la voluntad del que me envió (Jn 4, 34). También en esta
vida consiguen los hombres la misericordia de Dios; e igualmente, purificado el
ojo por el don de entendimiento, Dios puede ser visto de alguna manera en esta
vida; así como en esta vida son llamados, a su vez, hijos de Dios los que
pacifican sus movimientos acercándose a la semejanza de Dios. Sin embargo, todo
esto se verificará más perfectamente en la patria.
( 1ª 2ae q. LXIX, a. 4
y a. 2 ad 3um)
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