Para hacer oración
familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin
prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo
seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia
en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o
blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen
María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno
de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración
para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el
cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra
las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de
nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo
que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que eres el sumo
sacerdote de la nueva Alianza: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
· Tú que nos edificas
como piedras vivas en el templo santo de Dios: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
· Tú que has
ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don del Espíritu: Señor, ten
piedad.
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros
pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.
4.Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 21, 15-19
Catequesis para mayores de 12 años
Estamos recorriendo
las últimas páginas del evangelio de san Juan. Esta vez, Jesús resucitado, se
encuentra con los apóstoles donde confirma a Pedro como cabeza de la Iglesia
naciente. Creemos oportuno este pasaje evangélico dado que hoy celebramos la
memoria de san Pablo VI, el Papa del Concilio Vaticano II, en continuidad con
san Juan XXIII.
En el Evangelio,
Jesús después de comer con su apósteles, interroga a Simón Pedro sobre su amor,
antes de confiarle la misión de conducir la Iglesia y tener las llaves del
Reino. Le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?” Él le
respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Este Pedro ha
cambiado. Antes hubiera respondido inmediatamente que “sí”, pero hora es
distinto a causa de la triple negación a Jesús. Es “otro” Pedro que descubrió
la humildad y la sabiduría para reconocer al Señor. Por este motivo, ante la
pregunta sobre el “amor” a Jesús, Pedro responde “hasta donde llega” diciendo
que lo “quiere”. Jesús le da otra oportunidad y Pedro insiste que lo “quiere”.
Jesús que se abaja a la condición personal de cada uno, a la tercera vez le
pregunta: “¿me quieres?” Ahora sí, Pedro podría decir: “Sí Señor, tu sabes que
te quiero” , aunque con la tristeza de verse descubierto en su falta de entrega
ante el pleno amor que el Señor le ha demostrado en la cruz. La misión será
apacentar a corderos y ovejas, es decir, a fuertes y débiles, a problemáticos y
mansos, como somos los humanos. Jesús le allanó el camino a Simón Pedro,
entonces ya estaba en condiciones de responder con libertad ante su última y
firme palabra del Señor resucitado: “Sígueme”. El amor pleno de Pedro al Señor
llegará con el Espíritu de Pentecostés, en ese momento estará preparado para
ser el primer Papa y salir sin miedo a predicar el Kerygma.
Ante este
acontecimiento fundante y las enseñanzas del Concilio, nos dice el entonces
papa san Juan Pablo II:
“El Concilio nos
dice también que “fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de
santificar indefinidamente la Iglesia y para que de este modo los fieles tengan
acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu” (Lumen G). Esta es la
primera y fundamental forma de vida que el Espíritu Santo, a semejanza del
“alma que da la vida”, infunde en la Iglesia: la santidad, según el modelo de
Cristo “a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo”, “con la fuerza del
Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la
unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al
Señor Jesús: “¡Ven!”
Y también leemos en
otro texto de san Juan Pablo II: “Jesús, desde el comienzo de su misión
mesiánica, recogió en torno a sí a los discípulos, entre los que eligió a los
Doce, llamados Apóstoles, y que entre ellos asignó a Pedro el primado del
testimonio y de la representación. Podemos decir que todo eso enlaza con el
anuncio y la promesa de la venida del Espíritu Santo, que se realiza el día de
Pentecostés, como refieren los Hechos de los Apóstoles. El Concilio Vaticano II
nos ofrece algunos textos significativos acerca de la importancia decisiva del
día de Pentecostés, que con frecuencia es presentado como el día del nacimiento
de la Iglesia ante el mundo.”
Santo del día: San
Pablo VI, papa (1897-1978) Giovanni Battista Montini nació en Brescia (Italia),
de familia católica muy comprometida en el ámbito político y social frecuentó
la escuela dirigida por los jesuitas. En 1924 recibió la ordenación sacerdotal.
Obtuvo el doctorado en derecho canónico y en derecho civil. En 1954 recibió el
nombramiento como arzobispo de Milán. Tras fallecer Roncalli, san Juan XIII, en
1963 fue elegido Papa y tomó el nombre de Pablo, con una referencia clara al
apóstol evangelizador. En continuidad con su predecesor, tomó la decisión de
retomar el Vaticano II. Condujo los trabajos conciliares con atenta mediación,
favoreciendo y moderando la mayoría reformadora, hasta su conclusión que tuvo
lugar el 8 de diciembre de 1965 y precedida por la mutua anulación de las
excomuniones surgidas en 1054 entre Roma y Constantinopla. Realizó nueve viajes
que durante su pontificado en los cinco continentes y escribió 7 encíclicas.
Inició una profunda modificación de las estructuras del gobierno central de la
Iglesia. Aceleró el diálogo ecuménico a través de encuentros e iniciativas
importantes. En la liturgia realizó un paciente trabajo para favorecer la
renovación pedida por el Vaticano II. Remodeló notablemente el Colegio cardenalicio
y acentuó su carácter de representación universal. Durante el pontificado
desarrolló, además, la acción diplomática comprometiéndose en favor de la paz.
En una de sus
homilías podemos leer: “El Pentecostés cristiano, señala una de las fiestas
decisivas para la historia de la humanidad. Se trata del nacimiento de la
Iglesia. Dice San Agustín “lo que es el alma para el cuerpo del hombre eso es
el Espíritu Santo para el cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia”; se
trata de la efusión del Espíritu de Dios, de la animación sobrenatural de la
humanidad que la Iglesia lleva a cabo, de la presencia y acción del Paráclito
prometido, de la tercera Persona de la Santísima Trinidad, único Dios en tres
personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Podemos decir que en esta
fiesta celebramos el misterio de la gracia. La religión de la gracia es un
regalo superlativo; sólo admite una forma de ser vivida, la del fervor; una
sola medida, total; que comprende toda manifestación de nuestro espíritu y que
se expresa en el amor.”
6 Oración: “San Miguel
Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y
asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de
la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los
otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde
las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». «Sígueme.»
· En silencio
meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda,
dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me
perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.
5. Cada uno de la familia dice una
acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por
... .
7. Presentación de las ofrendas. En
la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros.
Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este
momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a
Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a
alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..
8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos la Paz del Señor, como
gesto de amor.
10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el
Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi
alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos
espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese
recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe
de ti.
12. Oremos: Dios misericordioso,
concédenos experimentar en todo tiempo los frutos del misterio pascual que hoy
celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.
13. Los padres se bendicen entre
ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la
Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la Vida eterna. Amen.
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