martes, 26 de mayo de 2020

Meditaciones del tiempo pascual con textos de Santo Tomás de Aquino 45


Martes de la séptima semana de Pascua

LA CONFIANZA EN EL PADRE CELESTIAL


Por las palabras del Padre nuestro: que estás en los cielos, se nos anima a orar con confianza por tres motivos: el poder de aquel a quien pedimos, la familiaridad con nosotros y la oportunidad de nuestra oración.

I. El poder de aquel a quien pedimos está indicado, si entendernos por los cielos los cielos corpóreos. Y aun cuando Dios no esté circunscrito por lugares corpóreos, como está escrito: ¿acaso no lleno yo el cielo y la tierra? (Jer 23, 24), sin embargo, se dice que está en los cielos corpóreos para indicar dos cosas: la virtud de su poder, y la sublimidad de su naturaleza. Lo primero va contra los que dicen que todas las cosas provienen necesariamente del destino de los cuerpos celestes, y, según esta opinión, es inútil pedir algo a Dios por medio de la oración. Pero esto es una necedad, pues se dice que Dios está en los cielos como Señor de los cielos y de las estrellas. Lo segundo va contra los que en la oración se forjan de Dios imágenes corporales y fantásticas. Pero se dice en los cielos, para significar, por lo que hay de más elevado en las cosas sensibles, que la sublimidad divina excede a todas las cosas, aun al deseo y al entendimiento del hombre; por lo tanto, todo cuanto puede pensarse o desearse es menor que Dios. Por eso se dice en Job: Ciertamente Dios es grande, que sobrepuja nuestro saber (36, 26).


II. La familiaridad de Dios con nosotros está indicada, si por los cielos entendemos los santos. Pues, algunos dijeron que Dios, por razón de su elevación, no se ocupaba de las cosas humanas, según aquello de Job: Las nubes son su escondrijo, ni repara en nuestras cosas, y se pasea por los polos del cielo (22, 14); y contra éstos conviene decir y demostrar que él nos es más íntimo que nuestro íntimo mismo. Y esto da confianza a los que oran, por dos motivos:

1º) Por la proximidad de Dios, según aquello del salmo 144, 18: Cerca está el Señor de todos los que le invocan. Y San Mateo: Mas tú cuando orares entra en tu aposento, es decir, en el aposento de tu corazón.

2º) Por el patrocinio de los demás santos, en los cuales habita Dios; y éste es otro motivo de confianza para alcanzar lo que queremos por sus méritos.

III. La oportunidad o conveniencia de la oración se manifiesta si por los cielos se entienden los bienes espirituales y eternos, que constituyen la bienaventuranza. Y esto por dos motivos:

1º) Porque con ello se excita nuestro deseo hacia las cosas celestiales, ya que nuestro deseo debe dirigirse hacia donde tenemos un padre, pues allí está nuestra herencia. Buscad las cosas que son de arriba (Col 3, 1). Para una herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni marchitarse, reservada en los cielos para vosotros (1 Ped 1, 4).

2º) Porque con ello se nos advierte que debemos llevar una vida celestial, que nos hace semejantes al Padre celestial, según aquello del Apóstol: Cual el celestial, tales también los celestiales (1 Cor 15, 48).

Estas dos cosas, el deseo celestial y la vida celestial, hacen aptos para pedir; y así nuestra oración se hace convenientemente.
(In Oration. Dominic.)

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