Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu divino, manda
tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
3.
En presencia de Dios, pedimos perdón:
• Tú que eres nuestro Buen Pastor resucitado:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
• Tú que nos das la Vida en abundancia: Cristo, ten
piedad.
Cristo, ten piedad.
• Tú que nos congregas en un solo rebaño: Señor,
ten piedad.
Señor, ten piedad
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san
Juan 12,44-50
Catequesis para mayores de 12 años
Con este capítulo,
termina la exposición y síntesis de la predicación pública de Jesús: fe en
Cristo como enviado del Padre; unidad y distinción entre el Padre y el Hijo;
Jesús como Luz y Vida; juicio de Dios según la aceptación de la revelación de
Dios; Cristo se sacrifica por nuestros pecados y es Juez de la humanidad.
De un modo especial,
en el Evangelio de hoy descubrimos a Cristo como mediador entre Dios y los
hombres. Como diría Santa Catalina, es un puente seguro para llegar al Padre.
El que me ve, ve al Padre, porque Cristo y el Padre son uno solo.
Pero para ver a Cristo
y alcanzar a Dios, tenemos dos obstáculos; estamos cubiertos de una doble
oscuridad, nos dirá Santo Tomás: la oscuridad del pecado y de la ignorancia.
Ante esta doble
dificultad, Cristo se hace presente en mi vida para que podamos alcanzarlo con
luz de la fe y así llegar por Él al Padre: “El que me ve, ve al que me envió.”
Pero ¿Dónde lo veo a
Dios? La respuesta nos la enseña San Francisco de Sales, doctor de la Iglesia,
quien nos habla de tres maneras de estar en la presencia de Dios:
“Hemos de obedecer al
eterno Padre siguiendo a nuestro Señor y escuchando su Palabra. Y esto es lo
que no se dice, que todos, de cualquier condición que sean, deben rezar y hacer
oración, pues es ahí principalmente donde el divino Maestro nos habla. Y os
digo que si queréis cumplir bien con vuestro deber, tenéis que rogar a Dios; en
la oración es donde aprendemos a hacer bien lo que tenemos que hacer. Pero
antes, hay que preparar la oración. ¿Cómo? Poniéndonos en presencia de Dios y
luego pidiéndole ayuda. Podemos ponernos en presencia de Dios de varias
maneras:
La primera consiste en
reavivar el sentimiento de su presencia. Mejor diría, que se trata más bien de
estar atento a esa presencia de Dios en todo y en todas partes. No vemos a
Dios, pero Él está presente siempre y lo sabemos por la fe; y nos comportamos a
menudo como si no estuviera aquí. Pero saber que está presente y no pensar en
ello es igual que si no lo supiésemos.
La segunda manera de
reavivar en nosotros el sentimiento de la presencia de Dios consiste en
recordar que, si está presente allí donde estamos, lo está mucho más en nuestro
corazón y nuestra alma, a la que está vivificando; es el corazón de nuestro
corazón, el alma de nuestra alma.
La tercera manera nos
incita a considerar al Señor en su humanidad gloriosa, y mirar a los hombres,
sobre todo a los que oran; y estar atentos a sus obras y a su comportamiento.
Aunque nosotros no le
veamos, Él nos ve; y podemos decir con la Esposa del Cantar de los Cantares:
«Mi Amado está detrás de nuestros muros, atisbando por las ventanas, espiando
por entre las celosías.».
San Francisco de
Sales, dio origen a la espiritualidad de la “Congregación Salesiana”, cuyo
fundador fue San Juan Bosco y a cuya institución perteneció el niño santo,
Domingo Savio.
Santo del día: Domingo Savio nació
en Italia en 1842. Desde muy pequeño deseó ser sacerdote y al conocer a Don
Bosco le pide ingresar al Oratorio de San Francisco de Sales en Turín.
Allí organizó la Compañía de María Inmaculada y con
sus compañeros frecuentaba los sacramentos, rezaba el Rosario, ayudaba en los
quehaceres y cuidaba a los niños difíciles. Además tenía un espíritu muy
alegre, le gustaba jugar y estudiar. San Juan Bosco escribió una biografía del
joven santo y lloraba cada vez que la leía. En ella contaba que varias
ocasiones vio a Domingo como extasiado después de recibir la Comunión hasta que
cierto día, Don Bosco lo encontró en el coro del templo. “Voy a ver –cuenta Don
Bosco– y hallo a Domingo que hablaba y luego callaba, como si diese lugar a contestación;
entre otras cosas entendí claramente estas palabras: ‘Sí, Dios mío, te lo he
dicho y te lo vuelvo a repetir: te amo y quiero seguir amándote hasta la
muerte. Si ves que te voy a ofender, mandadme la muerte; sí, antes morir que
pecar’” (solía repetir). Cuando Don Bosco le preguntó qué hacía en esos
momentos, Domingo le contestó: “es que a veces me asaltan tales distracciones
que me hacen perder el hilo de mi oración, y me parece ver cosas tan bellas que
se me pasan las horas en un instante”.
La mamá de Domingo estaba embarazada, pero sufriendo
con fuertes dolores. Él fue a visitarla porque estaba muy delicada y sabía que
la Virgen la quería curar. Cuando el muchacho llegó a verla, la abrazó
fuertemente, la besó y luego obedeció a su madre, quien le había pedido que
fuera con unos vecinos. Cuando llegó el doctor vio que la señora estaba
repuesta de salud y mientras los vecinos la atendían, le vieron al cuello una
cinta verde que estaba unida a una seda doblada y cosida como un escapulario.
La sorprendente visita de Domingo a su madre se dio el 12 de septiembre de
1856, fecha del nacimiento de su hermana Catalina. Tiempo después Domingo le
dijo a su madre que conserve y preste aquel escapulario a las mujeres que lo
necesiten. Así se hizo y muchas afirmaban después haber obtenido gracias de Dios
con la ayuda del escapulario de la Virgen.
Domingo Savio retornó al oratorio salesiano, pero
no por mucho tiempo. Su salud empeoró más y a sugerencia de los médicos tuvo
que despedirse de Don Bosco y sus compañeros para volver a su casa. Antes de
morir, dijo: “¡Qué cosa tan hermosa veo!”. Partió a la Casa del Padre un 9 de
marzo de 1857 con catorce años edad. Su fiesta se celebra cada 6 de mayo. Es el
patrono de los niños cantores y también de las embarazadas.
Oración: “San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y
asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de
la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los
otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí
no permanezca en las tinieblas.”
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me
desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que
alcance los brazos de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la
limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para
saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Padre, vida de los fieles, gloria de
los humildes y felicidad de los santos: escucha con bondad nuestras súplicas y
sacia siempre con tu abundancia a quienes tienen sed de los dones prometidos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. 8 Sagrada
Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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