Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz.
2. Ven, Espíritu Creador. Tú derramas sobre
nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa
del Padre; que inspiras nuestras palabras. Ilumina nuestros sentidos; infunde
tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la
debilidad de nuestro cuerpo.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes,
hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión; Por mi
culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre
Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por
mí ante Dios, nuestro Señor. Amén
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san
Juan 14, 7-14
Catequesis para mayores de 12 años
El apóstol Felipe era
de Betsaida, como Pedro y Andrés. Fue el que anunció a Natanael que había
encontrado al Mesías. En este evangelio le pide a Jesús que le muestre al
Padre, y el Señor le responde:El que me ha visto, ha visto al Padre.
“Toda la vida de
Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus
sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: "Quien me
ve a mí, ve al Padre", y el Padre: "Este es mi Hijo amado;
escuchadle". Nuestro Señor, al haberse hecho hombre para cumplir la
voluntad del Padre, nos "manifestó el amor que nos tiene" con los
rasgos más sencillos de sus misterios.” (Catecismo nº516).
Cristo es la
revelación plena y definitiva del Padre. El místico san Juan de la Cruz lo
expresa así: “Dios, después de darnos su Palabra, ha quedado mundo, porque todo
lo ha dicho en Aquel a quien ha envido.”
Nos dice fray Nelson
Medina op, que toda la teología y la espiritualidad nos conducen al termino y
conclusión que es la contemplación del Dios vivo, esa es la causa primera y
plena de la Bienaventuranza. Santo Tomás, al comienzo de la Suma Teológica,
estudia sobre la esencia de la Bienaventuranza y llega a la conclusión que la
plenitud de la felicidad es la contemplación plena de Dios. Y nos podemos
preguntar: Si conocemos a Cristo que es revelación del Padre ¿por qué no
alcanzamos esa plena felicidad? La limitación de nuestra felicidad está en
nuestros mismos, está ojos por no descubrir el auténtico amor de Cristo que
está en la Cruz y en la Eucaristía. No vemos a Cristo tal cual es, sino
distorsionado por nuestra mezquindad. Para “ver ese amor” del Señor, que es
revelación del Padre, necesito “olvidarme” de aquello que entendiendo por amor,
olvidarme de mis prejuicios y entonces podremos descubrir en Cristo la verdad
plena del Padre. La respuesta a la pregunta está frente a nuestros ojos, la
respuesta está en Cristo, que es el amor del Padre.
La respuesta está en
sus obras de misericordia, si lo sabemos ver con ojos inocentes y puros.
Entonces sí, veremos al Padre.
Este deseo de Felipe
de ver al Padre “y eso nos basta”, se encuentra impreso en nuestro corazón.
Contemplar a Dios es el deseo más profundo de esa felicidad.
Santo del día. Isaías, santo
profeta del Antiguo Testamento. Isaías significa Dios salva. Nació en Jerusalén
en el año 765 antes de Cristo y parece que era de familia de clase
aristocrática. La elegancia de su estilo poético, la viveza de sus imágenes y
la belleza literaria de sus profecías lo convierte en un clásico de la literatura
de Israel.
Es uno de los 4 profetas mayores. Isaías empezó a
llevar a las gentes los mensajes de Dios, pidiéndoles que se apartarán de su
vida de pecado y empezaran una vida agradable a Dios. Les recuerda las promesas
que Dios había hecho a su pueblo. El libro de Isaías es el más largo de los 73
que componen la Biblia, tiene unas 70 páginas, se compone de dos partes, la
primera fue escrita por el propio profeta Isaías y la segunda se llama
"Nuevo Isaías" o DeuteroIsaías", probablemente escrita por un discípulo
de este.
San Jerónimo afirmó sobre el: “fue más un
Evangelista que un Profeta, porque describió todos los Misterios de la Iglesia
de Cristo de forma tan vívida que uno podría asumir que no está profetizando
sobre el futuro, sino más bien componiendo una historia de acontecimientos
pasados”. Una de las más famosas profecías que hizo ese gran vidente fue la de
Emmanuel. Dijo así: "He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz a un
niño al cual llamarán Dios con nosotros" Así está avisando con siete siglos
de anticipación el nacimiento de Jesús, de María Virgen. (Aclaramos que la
traducción protestante cambió la palabra “virgen” por la de “doncella”).
En el libro del profeta Isaías, son impresionantes
las descripciones del capítulo 53, sobre de El siervo de Yavhé, donde parece
estar viendo en primera persona la pasión y muerte de Jesús. Es un relato que
nos maravilla por su corroboración literal con los evangelios.
San Pacomio († 347/348). En la región de Tebaida,
en Egipto, san Pacomio, abad, que, cuando aún era pagano, se sintió
impresionado por el testimonio de caridad cristiana para con los soldados
detenidos en la cárcel común y, después de abrazar el cristianismo, recibió el
hábito monástico de manos de un anacoreta (ermitaño). Al cabo de siete años,
por inspiración divina fue abriendo numerosos monasterios con el fin de recibir
a los monjes en régimen de vida común, y escribió para ellos una célebre Regla.
Educó a sus monjes a la vida en común, constituyendo, poco lejos de las riberas
del Nilo, la primera “koinonía”, una comunidad cristiana, a imitación de la
fundada por los apóstoles en Jerusalén, basada en la comunión en la oración, en
el trabajo y en el alimento y concretada en el servicio recíproco. El documento
fundamental que regulaba esta vida era la Sagrada Escritura, la cual el monje
la aprendía de memoria y la recitaba en voz baja durante el trabajo manual.
Esta era también la forma principal de oración: un contacto con Dios mediante
la repetición meditativa de la Palabra.
Oración: “San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y
asechanzas del 6 demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de
la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los
otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de
las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: «Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora
lo conocen y lo han visto.»
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda,
dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me
perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la
limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para
saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Dios nuestro, que en
la solemnidad pascual renuevas al mundo con tu gracia, acompaña a tu Iglesia en
la tierra, para que la fiel observancia del Evangelio nos sirva para la vida
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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