Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre; que inspiras
nuestras palabras. Ilumina nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros
corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro
cuerpo.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Señor, ten misericordia
de nosotros.
(Respondemos) Porque hemos pecado contra ti.
· Muéstranos, Señor,
tu misericordia.
(Respondemos) Y danos tu salvación.
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 15,26 -16,4
Catequesis para mayores de 12 años
Cristo vino al mundo
como camino para salvación desde nuestra humanidad, un Paráclito para alcanzar
la Gloria. Ahora, nos promete otro Paráclito, nos enviará el Espíritu desde el
Padre, esta vez será un ardor interior y espiritual. Cristo es nuestro
Paráclito para nuestra débil realidad humana y personal, ahora tendremos otro
Paráclito para nuestra vida espiritual y comunitaria. Este Paráclito, abogado
defensor que camina junto a nosotros, lo envía el Padre y el Hijo. Es el
Espíritu de la Verdad y del testimonio, en oposición al Príncipe de la mentira,
que genera confusión y miedo para predicar.
Compartimos la
reflexión de San Agustín sobre este Evangelio de San Juan: «Cuando venga el
Paráclito, que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí.» Como si dijera: Me aborrecieron y
mataron a los que dieron testimonio de mí; pero será tal el testimonio que de
mí dará el Paráclito, que hará creer en mí a los que no me vieron. Así como Él
dará testimonio de mí, así vosotros lo daréis en vuestros corazones y en
vuestra predicación. Él, inspirando y vosotros haciendo oír vuestra voz. Porque
vosotros, que habéis estado conmigo desde el principio, podréis predicar lo que
conocéis, lo cual no hacéis ahora porque no tenéis aún la plenitud de aquel
Espíritu. La caridad de Dios, difundida en vuestros corazones por el Espíritu
Santo, os dará valor para dar testimonio. El Espíritu Santo, dando testimonio y
mucho valor a los testigos, libró del temor a los amigos de Cristo, y convirtió
en amor el odio de sus enemigos…
Por consiguiente,
aquel consolador o abogado se había hecho necesario después de la partida de
Cristo y, por eso, no había hablado de él desde el principio cuando estaba con
ellos, porque su presencia física los consolaba. Pero al marcharse él, era
oportuno que les hablara de la venida del Espíritu, con el cual el amor iba a
derramarse en sus corazones, capacitándoles para predicar la palabra de Dios
con valentía, mientras él, desde dentro, da testimonio de Cristo en lo íntimo
de sus almas. Así también ellos podrían dar testimonio de Cristo, sin
escandalizarse cuando los judíos, sus adversarios, les echaran de las sinagogas
y les diesen muerte pensando que daban culto a Dios. De hecho, la caridad, que
debía ser derramada en sus corazones con el don del Espíritu Santo, todo lo
aguanta.
El sentido pleno de
sus palabras sería, por tanto, éste: que se disponía a hacer en ellos sus
mártires, es decir, sus testigos por medio del Espíritu Santo, de modo que,
actuando él en ellos, fueran capaces de soportar la persecución y toda clase de
contrariedades sin que se enfriara en ellos el fervor de la predicación,
inflamados con aquel fuego divino. Os he hablado -dice- de esto para que,
cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho. Es decir, os he
hablado de esto no solamente porque habréis de sufrir persecuciones, sino
porque cuando venga el Paráclito, él dará testimonio de mí, para que vosotros
no calléis esto por temor, con lo cual también vosotros daréis testimonio. No
os lo he dicho antes, porque estaba con vosotros, y yo os consolaba con mi
presencia corporal, accesible a vuestros sentidos humanos, que, aunque
pequeños, erais capaces de percibir.”
Un signo de la
presencia del Espíritu es el modo en que doy testimonio en medio de las
persecuciones. ¿Estoy dando un testimonio convencido del Nombre de Jesucristo?
¿Estoy callando al Espíritu de la Verdad?
Santos del día:
San Juan I, papa y
mártir (+526) Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En
Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y
sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los
templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la
herejía arriana ocuparan empleos públicos. La herejía de los arrianos consiste
en negar que Jesucristo es Dios. El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que
fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las
leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en
que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.
Más de 15.000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa
Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy
solemnemente las fiestas de Navidad y luego exhortó a los feligreses a
mantenerse firmes en la fe, evitando negar a Cristo como Dios. El emperador
Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que
ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.
Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre
a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles
los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con
el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y
Símaco. El rey Teodorico sintió un gran remordimiento por haber hecho morir a
San Juan Primero.
Santa Rafaela María
del Sagrado Corazón Nació en Córdoba (España), en 1850. A la edad de 15 años había
hecho voto de castidad perpetua, e intensificó su piedad y obras de caridad. En
1887 el Papa León XIII aprueba la Congregación con el nombre de Esclavas del
Sagrado Corazón de Jesús. Pronto se multiplicaron las fundaciones de nuevas
casas: obras de apostolado y adoración reparadora. En la base de todo estaba la
altísima y continua oración, que la M. Rafaela vivía e infundía en sus hijas, y
sus heroicas virtudes, sobre todo la profundísima humildad. Sin embargo, surgen
pronto las desconfianzas, las incomprensiones, el arrinconamiento, el largo y
absoluto olvido; graves dificultades que surgieron en el gobierno, la movieron
a renunciar a favor de su hermana Dolores. Durante 30 años permaneció en el
aislamiento, realizando duros trabajos y sufriendo pacientemente terribles
humillaciones. Falleció en 1925 y fue canonizada en 1977.
Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé
nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios,
pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno
con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan
dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde
las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: «Cuando venga el Paráclito, que yo les enviaré desde el Padre, el
Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí.»
· En silencio
meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de
noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos
de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar
alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio,
estar al servicio, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre
todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo
sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a
Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Dios misericordioso, concédenos experimentar en todo
tiempo los frutos del misterio pascual que hoy celebramos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por
nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
Familia que reza unida,permanece unida.san j.pablo.
ResponderEliminarEspíritu Santo,amor de Dios danos tus siete dones ,sabiduría entendimiento consejo ciencia,fortaleza,piedad,temor de dios guía
Tu iglesia,nosotros .amen