viernes, 15 de mayo de 2020

Para rezar en familia 15 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.



1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Santo. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Señor, ten misericordia de nosotros.
(Respondemos) Porque hemos pecado contra ti.

· Muéstranos, Señor, tu misericordia.
(Respondemos) Y danos tu salvación.

4. Proclamamos Hechos de los Apóstoles 15, 22-31 y el evangelio de Jesucristo según san Juan 15, 12-17.


Catequesis para mayores de 12 años
En la primera lectura se narra la conclusión el Primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén. Luego de una discusión con posturas contrarias, el Concilio decidió que los gentiles convertidos al cristianismo no estaban obligados a cumplir la mayor parte de la Ley de Moisés. El Concilio hizo, sin embargo, conservar las prohibiciones sobre las comidas, la fornicación y la idolatría. Los apóstoles llegaron a un acuerdo: El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensable. Los Apóstoles y los presbíteros son quienes determinan estas normas, es decir, la Iglesia es “Jerárquica” desde su origen. Valga esto para todos aquellos que han negado o sospechado sobre el fundamento apostólico de la Iglesia Católica.
En el Evangelio encontramos expresado el mandamiento del amor por boca de quien es el Amor de Dios: “Este es mi mandamiento”. La persona de Jesús se identifica con el mandato del amor (cuando dice “mi” mandamiento), porque Él es amor en persona, Él ha cumplido libremente el imperativo interior de amar. Por este motivo Jesús nos puede dar este mandamiento, porque en definitiva, será Él quien amará en nuestras palabras y acciones. Es como si dijese: para que sean mis discípulos, les insto a que me dejen a amar a través de ustedes mismos.
El Señor nos enseña a amar según su modo y su medida. Lo dice después de haber lavado los pies a los apóstoles, cuando se estaba por hacer comida eucarística y a horas de ser sacrificado en la cruz.
Pero para hacernos caridad en favor de otros, se requiere una identificación plena con quien es el Amor. Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. Nos lo dice el Cristo crucificado y resucitado que vino a salvarnos.
No podemos simplemente seguir estando “cerca de Jesús” , es necesario lograr una unidad moral con Él. Una unidad espiritual que me identifica personalmente con Él, no como sirvo sino como amigo, como dos cuerpos en una misma alma.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Aquí aparecen dos verbos muy importantes, elegir y destinar. Somos elegidos del Señor como cristianos, según la condición o ministerio de cada uno. Y si hemos sido elegidos, necesariamente conlleva un destino, una misión.
No puedo considerarme elegido sin misión, sería elitista y sectario por usurpar privilegios. Y contrariamente, no puedo tener un destino o misión sin una elección previa, porque obraría por mi cuenta, por puro interés individual y no por el querer divino.
Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Cuando entramos en oración, si somos amigos de Cristo, si nos identificamos con el Señor, entonces Él es quien ora al Padre desde nuestro corazón como un altar. Por eso el Padre nos escucha, porque escucha a su Hijo que clama desde nuestra alma, cuando oramos en su Nombre al Padre.
Este es el “testamento” final de Jesús, lo último que nos deja antes de partir: Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros. Allí se concentra todo su anuncio evangélico.
Si no tengo caridad -dice también el apóstol- “nada soy.” La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios.
En los santos, vemos los ejemplos del amor encarnado.

Santo del día: San Isidro Labrador. Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la santa Misa y la Comunión.
Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.
Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover).
Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Por llegar más tarde al trabajo, sufría envidia e injurias de parte de los otros trabajadores del campo y lo difamaban ante el dueño de las tierras. Ante las calumnias, Vargas observó que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guiaba sus bueyes y estos araban el campo.
Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito).
Un día lo invitaron a un almuerzo al cual llevó unos mendigos, les compartió su comida, alcanzó para todos y sobró.
Los domingos rezaba, asistía a misa y escuchaba la Palabra de Dios. También visitaba a los pobres y enfermos y por la tarde paseaba por los campos con su esposa y su hijito. Un día se les cayó el niño, que estaba en una canasta, en un profundo pozo de agua, entonces se arrodillaron a rezar con mucha fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño. Le agradecieron a Dios el milagro acontecido.
Falleció en 1130. En 1163 su cuerpo se encontró incorrupto y fue causa de sanción del rey Felipe III que estaba enfermo y moribundo. Es el patrono de los labradores y de la ciudad de Madrid (España).

También hoy recordamos a San Torcuato, vivió entre los siglos III y IV. Es el primer obispo de la ciudad de Acci, hoy Guadix, España. Según algunas fuentes, es un confesor, según otras un mártir. Se le recuerda como el primero de los "Siete varones españoles", obispos de varias ciudades del sur de España, venerados como santos.

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Señor, Dios nuestro, que en la humildad y sencillez de san Isidro nos dejaste un ejemplo de vida escondida en ti, con Cristo; concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al mismo tiempo, 8 plegaria de alabanza a tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

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