Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Entra hasta el fondo del
alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por
dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Hijo de Dios, que,
nacido de María te hiciste nuestro hermano: Señor ten piedad.
Señor, ten piedad.
· Hijo del hombre, que
conoces y comprendes nuestra debilidad: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
· Hijo primogénito del
Padre, que haces de nosotros una sola familia: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san
Juan 15, 1-8
La Virgen María es la
primera discípula de Jesús. Además de ser su Madre, lo siguió, lo escuchó y
siempre puso en obra sus Palabras. Hoy hacemos memoria la Nuestra Señora de
Fátima, por ello vamos a narrar historia de su aparición.
Portugal sufría una
persecución religiosa por el gobierno socialista que imperaba desde 10 años
atrás, además de vivir un ambiente de pobreza social. Fátima era una pequeña
población a 150 km al norte de Lisboa. Las Apariciones de la Virgen fueron
desde mayo a octubre de 1917. Los pastores eran niños: Lucía, Francisco y
Jacinta tenían nueve, siete y seis años respectivamente. Ellos fueron
preparados el año anterior por las apariciones del “Ángel de la paz”, o el
“Ángel de Portugal”. Les enseñó a rezar las siguientes oraciones: «¡Dios mío,
yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no
adoran, no esperan, no te aman!
Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el
Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes,
sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido. Por los méritos
infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te
pido la conversión de los pecadores.»
El Ángel les dijo a
los niños: «Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente
ultrajado por los hombres, reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.» Y
también: «¡Rezad, rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre
vosotros designios de Misericordia. Ofreced oraciones y sacrificios al
Altísimo.»
Tales apariciones
fueron conmovedoras para los pequeños y pasaron a vivir su fe de una manera
mucho más intensa. Ellos rezaban el rosario muchas veces distraídos; a partir
de entonces lo harían con máxima atención.
13 de mayo de 1917. Es
la primera Aparición, los pastorcitos fueron a Misa y después se dirigieron a
Cova de Iría con el rebaño, y es allí donde la Virgen se les aparece y les pide
que vayan a ese lugar seis meses seguidos, todos los días 13 a la misma hora.
Les pidió que rezaran el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo
y el fin de la primera guerra mundial (donde murieron 20 millones de personas).
Nos cuenta Lucía que
“habiendo dado algunos pasos adelante, vimos sobre una encina una Señora,
vestida toda de blanco, más brillante que el sol.” La Virgen se presenta: “Soy
del cielo”, y después de un breve diálogo con los niños añade: «¿Quieren
ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que él quiere enviarles,
en acto de reparación por los pecados con que él es ofendido y de súplica por
la conversión de los pecadores?» Responden: “Sí queremos”. «Tendrán que sufrir
mucho, pero la gracia de Dios será vuestro consuelo».
Una luz intensa
penetró en el alma de los niños y, de rodillas, repitieron: «Oh Santísima
Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo
Sacramento».
Pasados los primeros
momentos, Nuestra Señora añadió: «Rezad el rosario todos los días para alcanzar
la paz en el mundo y el fin de la guerra».
13 de junio. En esta
segunda aparición dice Lucía: «Quisiera pedirle que nos llevase al cielo.» «Sí;
a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tú te quedas aquí algún
tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere
establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quienes la
abrazaren, prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores
puestas por mí para adornar su Trono.»
Nos relata Lucía: «En
este momento abrió las manos y nos comunicó el reflejo de la luz inmensa que la
envolvía. En esta luz pudimos vernos como sumergidos en Dios. Frente a la palma
de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que
parecían clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María,
ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación».
13 de julio. La Virgen
les pide que recen el Rosario todos los días en honor de Nuestra Señora del
Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra. De aquí son los
famosos secretos de Fátima. La primera parte es la visión del infierno. En la
segunda parte del secreto dijo: «Sacrificaos por los pecadores y decid muchas
veces, sobre todo al hacer un sacrificio: Oh, Jesús, es por tu amor, por la
conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el
Inmaculado Corazón de María». Y nos prometió: Al final mi corazón Inmaculado
triunfará.
“Habéis visto el
infierno donde caen las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios
quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Corazón Inmaculado. Si hacen
aquello que os diré, muchas almas se salvarán y tendrán paz.»
«Cuando recen el
Rosario decid, al final de cada misterio: Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos
del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, y socorre
especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.»
En la tercera parte
del secreto se ve la persecución a la Iglesia y el martirio.
13 de octubre. Es la
última Aparición de 1917 y es donde se produce el Milagro del Sol, el cual
aconteció ante unas 70.000 personas que habían venido a pie desde muy lejos.
La Virgen María se
presenta diciendo: “Yo soy la Señora del Rosario”, y junto a ella se presentó
el Niño Jesús con San José. Desde el sol eucarístico, la Sagrada Familia
ilumina el destino de una humanidad que camina entre tinieblas.
En abril de 1919 muere
Francisco y en febrero de 1920 Jacinta; ambos ya han sido canonizados por la
Iglesia.
Aparición del 10 de
diciembre de 1925: Lucía, cuando fue mayor, ingresó como religiosa de un
convento en España. Allí, sor Lucía tuvo una nueva visión de la Virgen: “Mira,
hija mía, mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan
continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y
di que todos aquellos que durante cinco meses, en el Primer sábado se
confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del Rosario y me
hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario, con el
fin de desagraviarme; yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas
las gracias necesarias para la salvación de sus almas.”
4. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
5. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ...
6.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar
alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio,
estar al servicio, etc…
7. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
8. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
9. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
10. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
11. Oremos: Señor Dios, que nos diste a la Madre de
tu Hijo como Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y la
oración por la salvación del mundo, colaboremos siempre y eficazmente en la
extensión del Reino de Cristo. Que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén Sagrada Familia
de Nazaret: Ruega por nosotros.
12. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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