Viernes de la quinta semana de Pascua
LAS OBRAS DEL PRIMER HOMBRE
EN EL ESTADO DEI INOCENCIA
¿FUERON MENOS EFICACES PARA MERECER
QUE LAS OBRAS NUESTRAS?
La magnitud del mérito
puede medirse de dos, maneras:
1º) Por la caridad y
la gracia, que son su raíz, y bajo este aspecto la magnitud del mérito
corresponde al premio esencial, que consiste en el goce de Dios; pues el que
obra con mayor caridad más perfectamente goza de Dios.
2º) Por la cantidad de
la obra, que puede, a su vez, ser doble, es decir, absoluta y proporcional.
Porque la viuda que depositó dos pequeñas monedas en el gazofilacio del templo,
hizo una obra menor en cantidad absoluta que los que depositaron grandes
limosnas; pero proporcionalmente hizo más la viuda, según sentencia del Señor
(Lc 21, 3), porque superaba en más sus posibilidades. Ambas cantidades de
mérito corresponden al premio accidental, que consiste en el gozo del bien
creado.
Así, pues, debe
decirse que las acciones del hombre fueron más eficaces para merecer en el
estado de inocencia que después del pecado, si se considera la magnitud del
mérito por parte de la gracia, que habría sido entonces más copiosa, no
oponiéndose ningún obstáculo a ella en la naturaleza humana; igualmente si se
considera la cantidad absoluta de la obra; porque siendo el hombre de mayor
virtud, habría realizado obras mayores. Pero atendida la cantidad proporcional,
hállase mayor razón de mérito después del pecado por la debilidad del hombre.
Porque una obra pequeña excede la potencia del que la ejecuta con esfuerzo más que
una obra grande al que la ejecuta sin dificultad.
La dificultad y la
lucha pertenecen efectivamente a la magnitud del mérito según la cantidad
proporcional de la obra. Y es señal de la prontitud de la voluntad el
esforzarse para lo difícil. Mas la prontitud de la voluntad viene de la
grandeza de la caridad. Puede, no obstante, acaecer que alguno haga una obra
fácil con tan pronta voluntad como otro una difícil, por estar dispuesto a
ejecutar también lo difícil. Mas la dificultad actual en lo que tiene de pena
es, además, satisfactoria por el pecado.
(1ª
part. q. XCV, a. 4).
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