sábado, 30 de mayo de 2020

Para rezar en familia 30 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que eres el sumo sacerdote de la nueva Alianza: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

· Tú que nos edificas como piedras vivas en el templo santo de Dios: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.

· Tú que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don del Espíritu: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 21, 20-25


Catequesis para mayores de 12 años
Con las lecturas de hoy concluye el recorrido de la Palabra que nos ha iluminado durante este Tiempo pascual. El libro de los Hechos de los Apóstoles finaliza con el relato de Pablo en Roma y el Evangelio de Juan, en su capítulo 21, con un testimonio personal del “discípulo amado” sobre Jesús, la Palabra hecha carne y que habita en nosotros.
Terminados los 50 días desde la Pascua de Resurrección, nos preparamos e invocamos al Espíritu de Amor del Padre y del Hijo para que renueve nuestras almas.
Este Espíritu Santo de Pentecostés desciende al cenáculo de los Apóstoles, junto a María, y nos trae la donación gratuita e inmerecida de sus siente “dones” sobrenaturales que son infundidos por Dios en las potencias del alma. Los dones del Espíritu Santo los encontramos en el libro del profeta Isaías. Los cuatro primeros movilizan la inteligencia y los otros tres, movilizan la voluntad.
1. Sabiduría: Don por el cual juzgamos rectamente acerca de Dios y de las cosas divinas. Por estar unido a la caridad le otorga un cierto sabor de Dios y experimenta el gozo de su amistad. Es el único don que se dirige directamente a Dios.
2. Entendimiento: Don por el que podemos comprender las verdades de fe reveladas por Dios y secundariamente las verdades del orden natural, por su relación con las de fe.
3. Ciencia: Don que nos ayuda a entender las cosas creadas pero en orden a su fin último. Es similar a la sabiduría pero realiza un camino inverso ya que va de las creaturas al creador.
4. Consejo: Don que mueve al alma para que juzgue correctamente en casos particulares y concretos, que discierna lo que se debe hacer en orden al fin último sobrenatural. Se diferencia de la prudencia en que no es un acto humano de la razón iluminada por la fe, sino una moción del Espíritu Santo.
5. Fortaleza: Don del Espíritu que robustece el alma para practicar toda clase de virtudes heroicas que permiten hacer y sufrir cosas extraordinarias, realizar acciones difíciles, etc.
6. Temor de Dios: Santo Tomas lo llama “temor filial” porque es propio de los hijos temer la pérdida y separación de su Padre. Se funda en la caridad y reverencia a Dios como Padre y nos impulsa a servirlo. Es el principio de la sabiduría.
7. Piedad: Don que nos mueve hacia un “afecto filial” a Dios Padre y un amor fraterno a los hombres, hermanos de Cristo. Este don nos impulsa a ofrecer un culto espiritual a Dios.
Los siete dones del Espíritu Santo son el viento que sopla y nos impulsa para navegar en la vida. A la vez, cuenta con el ejercicio de nuestras virtudes para remar en la barca, en medio de los distintos y difíciles mares que atravesamos.

Santa del día: santa Juana de Arco Santa Juana de Arco nació en 1412 en Domrémy (actual Francia). Nunca aprendió a leer y escribir, pero recibía con frecuencia los sacramentos, atendía a los enfermos y era bondadosa con los peregrinos. En el pueblo todos la querían. Siempre se sintió orgullosa de su virginidad consagrada.
Por ese entonces Inglaterra invadió Francia. Las ciudades cayeron una tras otra y Carlos VII, o el “Delfín” francés, consideraba que todo estaba perdido. Santa Juana a sus catorce años empieza a tener experiencias místicas y se le aparecen y le hablan San Miguel Arcángel, Santa Catalina y Santa Margarita. Se le encomendó salvar Francia y fue enviada a hablar con Carlos VII para cumplir con esa misión. Más adelante santa Juana partió con una expedición para salvar la ciudad de Orleáns portando un estandarte con los nombres de Jesús y de María y una imagen del Padre Eterno. La espiritualidad de Juana es profundamente cristocéntrica y mariana.
Después de arduos enfrentamientos, la ciudad fue recuperada y posteriormente se realizó la coronación de Carlos VII. Así Santa Juana terminó la misión que se le había confiado y su carrera de triunfos militares. Su espada jamás se tiñó de sangre y durante las batallas se mantuvo orando.
Ella siguió luchando pero sin victorias, tuvo problemas en la realeza y fue apresada en el campo de batalla por los borgoñones, quienes la vendieron a los ingleses. Es acusada de hechicería y herejía y después de un juicio donde no tuvo defensa, se determinó que sus revelaciones habían sido diabólicas. Los teólogos de la Universidad de París la acusaron en términos violentos, llenos de mentiras y calumnias. Santa Juana fue entregada al ámbito secular como hereje renegada y llevada a la plaza del mercado de Rouen, donde fue quemada viva, mientras gritaba el nombre de Jesús con sus ojos fijos en una cruz. Partió a la Casa del Padre el 30 de mayo de 1431 con 19 años de edad. El Papa Calixto III “rehabilitó” y fue canonizada por Benedicto XV en 1920.
La separación de los reinos de Francia e Inglaterra preservó a Francia del cisma de Enrique VIII, junto con su iglesia anglicana, que se produjo tiempo después.
Benedicto XVI dijo sobre santa Juana de Arco: “Esta santa francesa, citada varias veces en el Catecismo de la Iglesia católica, es particularmente cercana a santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa. En efecto, son dos mujeres jóvenes del pueblo, laicas y consagradas en la virginidad; dos místicas comprometidas, no en el claustro, sino en medio de las realidades más dramáticas de la Iglesia y del mundo de su tiempo. Quizás son las figuras más características de las «mujeres fuertes» que, a finales de la Edad Media, llevaron sin miedo la gran luz del Evangelio a las complejas vicisitudes de la historia. (…)
 Uno de los textos más conocidos sobre ella: «Interrogada si sabía que estaba en gracia de Dios, responde: si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si lo estoy, que Dios me quiera conservar en ella». Nuestra santa vive la oración en la forma de un diálogo continuo con el Señor. Con su luminoso testimonio, santa Juana de Arco nos invita a una medida alta de la vida cristiana: hacer de la oración el hilo conductor de nuestras jornadas; tener plena confianza al cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que sea; vivir la caridad sin favoritismos, sin límites y sacando, como ella, del amor a Jesús un profundo amor a la Iglesia. Jesús siempre ocupa el primer lugar en su vida, según su hermosa expresión: «Nuestro Señor debe ser el primer servido».”

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Dios misericordioso, concédenos experimentar en todo tiempo los frutos del misterio pascual que hoy celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.


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