Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Santo. Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Señor, ten
misericordia de nosotros.
(Respondemos) Porque hemos pecado contra ti.
· Muéstranos, Señor, tu
misericordia.
(Respondemos) Y danos tu salvación.
4. Proclamamos Hechos de los Apóstoles 15, 22-31 y
el evangelio de Jesucristo según san Juan 15, 12-17.
Catequesis para mayores de 12 años
En la primera lectura
se narra la conclusión el Primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén. Luego de
una discusión con posturas contrarias, el Concilio decidió que los gentiles
convertidos al cristianismo no estaban obligados a cumplir la mayor parte de la
Ley de Moisés. El Concilio hizo, sin embargo, conservar las prohibiciones sobre
las comidas, la fornicación y la idolatría. Los apóstoles llegaron a un
acuerdo: El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles
ninguna carga más que las indispensable. Los Apóstoles y los presbíteros son
quienes determinan estas normas, es decir, la Iglesia es “Jerárquica” desde su
origen. Valga esto para todos aquellos que han negado o sospechado sobre el
fundamento apostólico de la Iglesia Católica.
En el Evangelio
encontramos expresado el mandamiento del amor por boca de quien es el Amor de
Dios: “Este es mi mandamiento”. La persona de Jesús se identifica con el
mandato del amor (cuando dice “mi” mandamiento), porque Él es amor en persona,
Él ha cumplido libremente el imperativo interior de amar. Por este motivo Jesús
nos puede dar este mandamiento, porque en definitiva, será Él quien amará en
nuestras palabras y acciones. Es como si dijese: para que sean mis discípulos,
les insto a que me dejen a amar a través de ustedes mismos.
El Señor nos enseña a
amar según su modo y su medida. Lo dice después de haber lavado los pies a los
apóstoles, cuando se estaba por hacer comida eucarística y a horas de ser
sacrificado en la cruz.
Pero para hacernos
caridad en favor de otros, se requiere una identificación plena con quien es el
Amor. Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. Nos lo dice el Cristo
crucificado y resucitado que vino a salvarnos.
No podemos simplemente
seguir estando “cerca de Jesús” , es necesario lograr una unidad moral con Él.
Una unidad espiritual que me identifica personalmente con Él, no como sirvo
sino como amigo, como dos cuerpos en una misma alma.
No son ustedes los que
me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes y los destiné para que
vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Aquí aparecen dos verbos muy
importantes, elegir y destinar. Somos elegidos del Señor como cristianos, según
la condición o ministerio de cada uno. Y si hemos sido elegidos, necesariamente
conlleva un destino, una misión.
No puedo considerarme
elegido sin misión, sería elitista y sectario por usurpar privilegios. Y
contrariamente, no puedo tener un destino o misión sin una elección previa,
porque obraría por mi cuenta, por puro interés individual y no por el querer
divino.
Así todo lo que pidan
al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Cuando entramos en oración, si somos
amigos de Cristo, si nos identificamos con el Señor, entonces Él es quien ora
al Padre desde nuestro corazón como un altar. Por eso el Padre nos escucha,
porque escucha a su Hijo que clama desde nuestra alma, cuando oramos en su
Nombre al Padre.
Este es el
“testamento” final de Jesús, lo último que nos deja antes de partir: Lo que yo
les mando es que se amen los unos a los otros. Allí se concentra todo su
anuncio evangélico.
Si no tengo caridad
-dice también el apóstol- “nada soy.” La práctica de la vida moral animada por
la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios.
En los santos, vemos
los ejemplos del amor encarnado.
Santo del día: San Isidro Labrador. Sus padres eran unos
campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la
escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor
de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la santa
Misa y la Comunión.
Huérfano y solo en el
mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo,
ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de
Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando
y cosechando.
Se casó con una
sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María
de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada
en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover).
Isidro se levantaba
muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a
la Santa Misa. Por llegar más tarde al trabajo, sufría envidia e injurias de
parte de los otros trabajadores del campo y lo difamaban ante el dueño de las
tierras. Ante las calumnias, Vargas observó que mientras Isidro oía misa, un
personaje invisible (quizá un ángel) le guiaba sus bueyes y estos araban el
campo.
Lo que ganaba como
jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para
los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito).
Un día lo invitaron a
un almuerzo al cual llevó unos mendigos, les compartió su comida, alcanzó para
todos y sobró.
Los domingos rezaba,
asistía a misa y escuchaba la Palabra de Dios. También visitaba a los pobres y
enfermos y por la tarde paseaba por los campos con su esposa y su hijito. Un
día se les cayó el niño, que estaba en una canasta, en un profundo pozo de
agua, entonces se arrodillaron a rezar con mucha fe y las aguas de aquel aljibe
fueron subiendo y apareció la canasta con el niño. Le agradecieron a Dios el
milagro acontecido.
Falleció en 1130. En
1163 su cuerpo se encontró incorrupto y fue causa de sanción del rey Felipe III
que estaba enfermo y moribundo. Es el patrono de los labradores y de la ciudad
de Madrid (España).
También hoy recordamos
a San Torcuato, vivió entre los
siglos III y IV. Es el primer obispo de la ciudad de Acci, hoy Guadix, España.
Según algunas fuentes, es un confesor, según otras un mártir. Se le recuerda
como el primero de los "Siete varones españoles", obispos de varias
ciudades del sur de España, venerados como santos.
Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la
batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus
malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de
mi Padre”
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me
desampares ni de noche ni de día. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María
y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar
alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio,
estar al servicio, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Señor, Dios nuestro, que en la humildad
y sencillez de san Isidro nos dejaste un ejemplo de vida escondida en ti, con
Cristo; concédenos que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo y sea al
mismo tiempo, 8 plegaria de alabanza a tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios,
por los siglos de los siglos. Amén Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por
nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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