Laudes y Vísperas
Francisco brilla de gloria
en la asamblea del Cielo
y, por insigne privilegio,
porta consigo los Estigmas de Jesús.
Compartiendo la pobreza,
al igual que los Doce,
carga con la Cruz de Cristo,
símbolo de la Alianza.
Mártir, por sus anhelos, se echa
a los hombros la Cruz del Señor,
que lo agrega a la gloria
de los Mártires en el Cielo.
Con el ayuno, Francisco
lleva continuamente la Cruz,
y, al fin, conquista venturosamente
la palma de los Confesores.
Tras haber seguido los pasos del Señor,
con su alma tan blanca como la nieve,
goza ahora del premio a la castidad
entre el coro de las Vírgenes.
Que el Padre el Hijo y el Espíritu Santo
nos purifiquen con su luz divina por las, llagas de Francisco,
y nos otorguen el premio de la Vida eterna. Amén.
I Vísperas
Cae la tarde lentamente
mientras las sombras se alargan.
Francisco sabe que llega la muerte,
su dulce hermana.
Mantiene enhiesto el espíritu
aunque la carne está flaca.
Sus miembros se tornan fríos
mientras el alma se abrasa.
Todos sus hijos, en torno,
le dicen su amor con lágrimas,
y queda el rebaño triste
porque su pastor se marcha.
Francisco, que mira al cielo,
flácida y suave levanta una mano
que bendice dispensadora de gracias.
Que el error y la lujuria
no mancillen vuestra casa.
Sola la virtud anide
en los cuerpos y en las almas.
Y luego voló su espíritu
como una paloma blanca
que en el Cielo ha puesto
el nido colgando en divina rama.
Al Padre, al Hijo, al Espíritu
ascienda nuestra alabanza.
Gloria y honor al Dios Trino
por los siglos que no acaban. Amén.
Oficio de lectura
Luce el Cielo su manto de estrellas
en la noche callada y serena;
cuando todos descansan y duermen,
fray Francisco absorto está en vela.
Y sus ojos, al Cielo elevados,
son plegaria de amor y de entrega,
y su voz, un susurro de rezos,
convertidos en dulces poemas.
«¡Quién sois Vos, Señor mío y Dios mío!
¡Quién soy yo, vil gusano en la tierra!...»
Y así pasan las horas volando,
y Francisco, extático, sueña:
¡Es heraldo del Rey de la gloria,
y la Dama Pobreza es su dueña!
Ya no cuentan dolores ni gozos,
sufrimientos y dichas no cuentan.
Demos gloria al Dios increado,
Trino y Uno en Personas y esencia,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
alabanzas y gloria eternas. Amén.
Laudes
Hoy a Francisco celebra
el mundo con alegría.
Hoy una nueva armonía
resuena en la creación.
Que en la mañana temprana
Francisco a todos invita,
para venir a la cita
y bendecir al Señor.
La luz que nace hoy de nuevo,
el aire que se ilumina;
el hombre que ya camina
a su trabajo y su afán.
El ave que mañanera canta
con gozo profundo...
Todo es hoy gozo en el mundo
por el Hermano Mayor.
Dad gloria a Dios, Uno y Trino,
que todo nos da en Jesús.
Gloria al que ofrece en la Cruz camino,
vida y verdad.
Cantad su gloria por siempre,
y, su alabanza cantando,
pregone que estáis amando
al Dios de toda bondad. Amén.
II Vísperas
Ven, Francisco, a tus hermanos,
visita a los pobrecillos;
ven, traspasado de amor
por las heridas de Cristo;
como nueva primavera
después del invierno frío,
¡ven, Francisco!
Ven, que los hombres
te vean por el mundo peregrino:
liberado, sin alforja
y sin dinero en el cinto;
y anuncia la paz y el bien
con los labios florecidos,
¡ven, Francisco!
Ven con los brazos sin armas,
hermano suave y pacífico;
ven, menor de los menores,
de corazón compasivo;
profeta sin amargura,
ven con el ramo de olivo,
¡ven, Francisco!
Ven, penitente gozoso,
que lloras de regocijo;
heraldo loco de amor
y paz de los enemigos;
ven por los barrios y plazas,
juglar del perdón divino,
¡ven, Francisco!
Ven, ángel de buenas nuevas,
háblanos de Jesucristo;
ven, boca del Evangelio,
cristiano sabio y sencillo;
hermano tan deseado,
Francisco tan bien querido,
¡ven, Francisco!
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