domingo, 18 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 200

 

Domingo de la 29ª semana

ANUNCIACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

 

I. Fue conveniente se anunciase a la Bienaventurada Virgen que concebiría a Cristo.

 

1º) Para que se guardase el orden conveniente de la unión del Hijo de Dios con la Virgen, es decir, para que su espíritu lo supiera antes que lo concibiese en la carne. Por lo cual dice San Agustín: "Más dichosa es María percibiendo la fe de Cristo que concibiendo la carne de Cristo". Y después añade: "De nada hubiera aprovechado a María su cualidad de Madre, si no hubiese llevado más felizmente a Cristo en su corazón que en su cuerpo"*.

 

2º) Para que tuviera más cierta noticia de este misterio una vez que ya había sido instruida de él por parte de Dios.

 

3º) Para que ofreciese a Dios el presente voluntario de su obediencia, a lo que se ofreció dispuesta, diciendo: He aquí la esclava del Señor (Lc 1, 38). Y da ejemplo de recibir la fe, porque la anunciación, que es por la predicación de la fe, según aquello: la fe es por el oído (Rom 10, 17), precedió a la concepción espiritual de Cristo, que es por la fe.

 

4º) Para que se manifestase haber cierto matrimonio espiritual entre el Hijo de Dios y la naturaleza humana; y por eso, se esperaba por la anunciación el consentimiento de la Virgen en nombre de toda la naturaleza humana.

 

II. La anunciación fue hecha por el Ángel con un orden conveniente.

 

Tres cosas se proponía el Ángel con relación a la Virgen.

 

1º) Llamar la atención de su alma a la consideración de una cosa grande, lo cual hizo al saludar de una manera nueva y desusada; porque para un alma humilde nada es más extraordinario que oír hablar de su excelencia; pero la admiración excita la atención de la manera más viva; y por esto el Ángel, queriendo llamar la atención de la mente de la Virgen a la audición de un misterio tan grande, comienza por alabarla: Dios te salve, llena de gracia (Lc 1, 28). En la cual la expuso primero su idoneidad de concebir, al decir: llena de gracia.; expresó que concebiría en estas otras palabras: El Señor es contigo; y le anunció el honor consiguiente, cuando dijo: Bendita tú entre las mujeres.

 

2º) Se proponía instruirla en el misterio de la Encarnación, que debía cumplirse en ella, lo cual hizo preanunciando la concepción y el parto: Concebirás en tu seno y parirás (Lc 1, 31), y al manifestarle la dignidad de la prole concebida, cuando dijo: Éste será grande, etc. (Lc 1, 32), y también al demostrar el modo de la concepción, en estas palabras: El Espíritu Santo vendrá sobre ti (Lc 1, 35).

 

3º) Trataba de atraer su ánimo al consentimiento, lo cual hizo con el ejemplo de Isabel y con el argumento tomado de la omnipotencia divina.

(3ª, q. XXX, a. 1 y 4)

Nota:

* De Virginitate, cap. 3.

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