Viernes de la 26ª semana
LA IMPRUDENCIA
Hay tesoro
apetecible, y aceite en la morada del justo; mas el hombre imprudente lo
disipará (Prov 21, 20).
I. El tesoro
espiritual de la gracia no se quita sino por el pecado, mas se quita por la
imprudencia; luego la imprudencia es pecado.
Se llama imprudencia
que comete alguno cuando carece de la prudencia que naturalmente debe tener, y
según esto la imprudencia es pecado por razón de la negligencia, por la que uno
no pone empeño en adquirir la prudencia. También se dice que hay imprudencia
cuando la razón se mueve u obra de un modo contrario a la prudencia; por
consiguiente si esto tiene lugar por el apartamiento de las reglas divinas, es
pecado mortal; por ejemplo, si alguno, como despreciando y rechazando las
advertencias divinas, obra precipitadamente; pero, si obra fuera de ellas sin
desprecio ni detrimento de lo necesario para la salvación, entonces es pecado
venial.
II. La imprudencia
es un pecado general por participación; porque así como la prudencia es
participada en cierto modo por todas las virtudes, en cuanto es directiva de
ellas, así también la imprudencia lo es por todos los vicios y pecados; porque
ningún pecado puede tener lugar si no existe defecto en algún acto de la razón
directiva, lo cual pertenece a la imprudencia.
También es un pecado general la imprudencia si contiene bajo sí diversas especies, y esto de tres modos:
1º) Por oposición a
las diversas partes subjetivas de la prudencia; porque así como la prudencia se
distingue en monástica, que es directiva de uno solo, y en otras especies, que son
directivas de la multitud, así también la imprudencia.
2º) Según las partes
como potenciales de la prudencia, que son las virtudes adjuntas, y se
consideran según los diversos actos de la razón, y de este modo, en cuanto al
defecto de consejo, es precipitación o temeridad; en cuanto al defecto de
juicio, es inconsideración; en cuanto al mismo precepto, que es el acto propio
de la prudencia, es inconstancia y negligencia.
3º) Por oposición a
las cosas que se requieren para la prudencia, que son como partes integrantes
de esta virtud. Mas porque todas aquéllas se ordenan a dirigir los tres actos
mencionados de la razón, todos los defectos opuestos se reducen a las cuatro
partes indicadas, como la falta de precaución y de circunspección se incluyen
en la inconsideración; pero el que uno obre en contra de la docilidad, de la
memoria o de la razón, pertenece a la precipitación, como la imprevisión y
defecto de inteligencia y de habilidad pertenecen a la negligencia e
inconstancia.
(2ª 2ae , q. LIII,
a. 1 y 2)
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