martes, 13 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 195

 

Martes de la 28ª semana

LA VERDADERA Y GRAN VIRTUD

 

I. La virtud verdadera. Se dice que algo es acto de virtud de dos modos:

 

1º) Materialmente, como hacer lo justo es hacer acto de justicia, acto virtuoso que puede existir sin la virtud; pues muchos que no poseen el hábito de justicia obran cosas justas, ya por la razón natural, ya por el temor, ya por la esperanza de alcanzar algo.

 

2º) Formalmente, como es acto de justicia obrar lo justo del modo con que el justo lo hace, es decir, con prontitud y agrado, y en tal concepto el acto de virtud no es sin virtud.

 

Así, pues, puede ocurrir que, al dar limosna materialmente, se haga sin caridad. Por eso decía el Apóstol: Si distribuyere todos mis bienes en dar de comer a pobres... y no tuviere caridad, nada me aprovecha (1 Cor 13, 3). Pero dar limosna formalmente, esto es, por Dios, con agrado y prontamente y en todas las condiciones con que debe hacerse, no es posible sin caridad.

(2ª 2ae , q. XXXII, a. 1)

 

II. La gran virtud.

 

En los actos de las virtudes hay que distinguir dos cosas, a saber: lo que se hace y el modo de hacerlo. Pero ocurre que una misma acción que se realiza como una virtud perfecta puede ser ejecutada no sólo por el que tiene poca virtud, sino también por el que no posee ninguna. Mas si atendemos al modo de obrar, el que no tiene virtud no puede obrar lo mismo que el que la tiene; ni el que tiene poca virtud, como el que la tiene grande, el cual obra con facilidad, con prontitud y con agrado; lo que no hace el que carece de virtud o la tiene escasa.

 

Así, ofrecerse al martirio, o también sufrir el martirio, no sólo puede ser ejecutado por la caridad perfecta, sino también la imperfecta, y lo que es más, también el que carece de caridad, según aquello del Apóstol: Si entregare mi cuerpo para ser quemado, y no tuviere caridad, etc. (1 Cor 13, 3). Pero la caridad perfecta lo hace con prontitud y alegría, como se ve en San Lorenzo y San Vicente, quienes mostraron alegría en los tormentos. Pero esto no puede hacerlo la caridad imperfecta ni el que carece de caridad.

(Quodl., 4, q. X, a. 1).

 

III. El ejemplo de la fe. ¿Puede la fe ser mayor en uno que en otro? Debe responderse afirmativamente.

 

Porque donde quiera que hay pequeño y grande, allí se encuentra mayor y menor. En la fe se da lo pequeño y lo grande; porque dice el Señor a Pedro: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mt 14, 31), y a la mujer: Oh mujer, grande es tu fe. (Ibid. 15, 28). Luego la fe puede ser mayor en uno que en otro.

 

Efectivamente, el acto de fe procede del entendimiento y de la voluntad. Por lo tanto, la fe puede decirse que es mayor en algunos por parte del entendimiento, a causa de la mayor certeza y firmeza; y en otro sentido, por la voluntad, por la mayor prontitud, devoción y confianza.

 

A la razón de la fe corresponde que la verdad primera sea preferida a todas, pero de entre los que la prefieren a todas, unos se someten a ella más cierta y devotamente que otros.

(2ª 2ae , q. V, a. 4)

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