viernes, 9 de octubre de 2020

San Héctor Valdivielso Sáez mártir, primer santo argentino

 


De padres españoles, Héctor nace en la calle Treinta y Tres Orientales 1075, barrio de Boedo (Buenos Aires) el 31 de octubre de 1910. Es bautizado en la parroquia San Nicolás de Bari, en el templo ubicado donde hoy está el obelisco de la avenida 9 de Julio, actualmente dicha parroquia se encuentra en la Av. Santa Fe 1352 y en ella aún está la primitiva pila bautismal.. Sus padres regresaron a España en 1914. Fue al colegio de las Hijas de la Caridad y luego a los 12 años ingresó al internado que los Hermanos de La Salle tenían en Bujedo, cerca de su casa, allí fue cuando Héctor tuvo la primera idea de hacerse religioso.

En 1922 ingresa en el aspirantado de la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (lasallanos). Se ofrece como voluntario para realizar el noviciado menor en la casa misionera de Lembecq-lez-Hall, Bélgica, previa autorización de sus padres. Pensaba que así podría ir pronto a su "patria Argentina", como decía en una carta ya que nunca se olvidó de sus orígenes, si hasta los niños con los que jugaba al fútbol le decían “el argentino”.

Pasó meses de preparación intensa, recibió el hábito con el nombre de Hermano Benito de Jesús en octubre de 1926. Fue buen compañero, abnegado, amable, cordial, hizo un buen año de noviciado madurando con serenidad y profunda religiosidad. De regreso a España, en 1927 emitió sus primeros votos religiosos, se sintió lleno de alegría y de afanes misioneros, alentados por su compromiso religioso. Después estudió magisterio y fue destinado al colegio de Astorga, León. Comenzó enseñando a los más chicos y luego a los más jóvenes, no se conformaba con la actividad meramente académica, sino también a actividades extraescolares de piedad y apostolado, las cuales siempre estuvieron alejadas de partidismos y banderías. Sabía utilizar en sus alumnos sentimientos religiosos y les dedicaba sin medida su tiempo, su corazón y su esperanza.

En 1933 es destinado al pequeño pueblo de Turón, a 20 kilómetros de Oviedo, en las cuencas mineras de Asturias, al norte de España, disimulado como profesor por las leyes vigentes.

En octubre de 1934 los grupos de izquierda lanzan una revolución, con el ideal de la revolución rusa de 1917. Comienzan las luchas en Gijón, Pola de Lena y, sobre todo, Oviedo. Los mineros y obreros se lanzan a la revolución, guiados por los Comités locales revolucionarios, formados por militantes socialistas y comunistas. Los sacerdotes y religiosos son considerados enemigos del pueblo y se da orden de detenerlos a todos. El colegio de los Hermanos estaba en la mira, aunque muchos habitantes del pueblo, incluso revolucionarios, quisieron salvar a los religiosos en reconocimiento a la labor educativa que realizaban.

Justo después de realizar los ejercicios espirituales anuales, el joven hermano Benito de Jesús es detenido junto a su comunidad y al capellán el 5 de octubre de 1934, mientras rezaban en la capilla. Todos son encarcelados y sometidos a un "juicio revolucionario" en la Casa del Pueblo. A pesar de que varios habitantes del valle intercedieron por los religiosos educadores, san Héctor y su comunidad de 8 hermanos mueren fusilados cerca del cementerio de Turón, junto a otros presos políticos, el 9 de octubre de ese año.

Son beatificados el 29 de abril de 1990. Ese día, Rafaela Bravo Jirón, una joven nicaragüense de 24 años de edad, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital Berta Calderón, de Managua, a consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos apenas le daban unas semanas de vida. El esposo de la joven, exalumno de La Salle, siguiendo el consejo del director del colegio donde había estudiado, reza dos novenas pidiendo a los mártires que intercedan. En la noche del 29 de abril, Rafaela siente unos dolores fortísimos, pero al día siguiente estaba totalmente curada. Las comisiones médicas que estudiaron durante años el caso consideran que se trata de una curación para la cual la ciencia no tiene explicaciones. No tuvo más síntomas ni molestias de ningún tipo desde entonces.

El 21 de noviembre de 1999 Héctor es canonizado por Juan Pablo II, quien expresó que habían sido martirizados por odio a la fe, y que aceptaron cristianamente el sacrificio antes de renunciar a Cristo Jesús. Murieron a causa de la persecución religiosa desatada dentro de un plan comunista de conquistar a España, que a partir de 1936 se aplicó de manera sistemática. Es el primer nacido en la Argentina declarado santo.

 

Oración

Señor Dios y Padre nuestro, Tú que has hecho del beato Héctor
y de sus siete compañeros mártires, educadores de la niñez y de la juventud,
testigos de la fe hasta dar la vida por ello,
te pedimos, por sus méritos y su intercesión,
que fortalecidos por el Espíritu Santo,
nos dediquemos con fervor al anuncio del Evangelio.
Por Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor.

 

 

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