lunes, 26 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 208

 

Lunes de la 30ª semana

CRISTO VIVIÓ EN ESTE MUNDO

DE ACUERDO CON LA LEY (MOSAICA)

 

Se lee en San Mateo: No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento (Mt 5, 17). Exponiendo este pasaje San Juan Crisóstomo dice: "Cumplió la ley: 1º) no quebrantando observancia alguna legal; 2º) justificando por la fe, lo cual no podía hacer la ley tomada a la letra"*.

 

Cristo vivió en todo conforme a los preceptos de la ley. En prueba de ello quiso también ser circuncidado; pues la circuncisión es cierta manera la obligación de observar la ley, según dice el Apóstol: De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley (Gal 5, 3).

 

Quiso Cristo vivir conforme a la ley: 1º) para aprobar la ley antigua; 2º) para consumarla y terminarla en sí mismo observándola, demostrando que la ley estaba ordenada a él mismo; 3º) para quitar a los judíos la ocasión de calumniarlo; 4º) para librar a los hombres de la servidumbre de la ley, de acuerdo con aquellas palabras: Envió Dios a su Hijo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley (Gal 4, 4-5).

 

Es cierto que Cristo sanó a un hombre en sábado y le ordenó que tomase su lecho, por lo cual decían los judíos: Este hombre no es de Dios, pues que no guarda el sábado (Jn 9, 16). Pero el Señor se justifica de tres maneras de no cumplir la ley en ese punto:

 

1º) Porque el precepto de la santificación del sábado no prohíbe las obras divinas, sino las humanas. Pues aunque Dios cesó el día séptimo de crear nuevas criaturas, no obstante trabaja siempre en la conservación y gobernación de las cosas. Ahora bien, los milagros de Cristo eran un trabajo divino. Por eso él mismo dice: Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo (Jn 5, 17).

 

2º) Porque dicho precepto no prohíbe las obras que son de necesidad aun para la salud corporal. Por ese motivo dice él mismo: ¿Cada uno de vosotros no desata en sábado su buey o su asno del pesebre, y lo lleva a abrevar? (Lc 13, 15). ¿Quién hay de vosotros, que viendo su asno o su buey caído en un pozo, no le saque luego en día de sábado? (Lc 14, 5). Es evidente que las obras de los milagros que Cristo hacía pertenecían a la salud del cuerpo y del alma.

 

3º) Porque aquel precepto no prohíbe las obras que pertenecen al culto de Dios.

(3ª q. XL, a. 4)

Nota:

* Hom. XVI in Matth. 281

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