lunes, 12 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 194

 

Lunes de la 28ª semana

CUÁDRUPLE VISIÓN DE DIOS

¿No he visto a Jesucristo Señor nuestro? (1 Cor 9, 1).

 

Leemos que hay muchas visiones del. Señor. Una corporal, que ya pasó, a la que se refiere Baruc: Después de esto, fue visto en la tierra, y conversó con los hombres (3, 38); la. segunda, espiritual, que es presente, de la que dice el Salmista: Cesad y ved que yo soy el Dios (Sal 45, 11); la tercera eterna, que es futura, de la cual se lee en San Juan: Quiero que aquéllos, que tú me diste, estén conmigo en donde yo estoy, para que vean mi gloria (Jn 17, 24); la cuarta es momentánea, también futura, a la que alude San Lucas: Entonces verán al Hijo del hombre venir sobre una nube (21, 27). La primera se verificó en el mundo, la segunda en el alma, la tercera será en el cielo, la cuarta en el juicio.

 

La primera visión da un ejemplo de vida de tres maneras. Jesús fue visto pobre y humilde, para refrenar la ambición de riquezas: Yo soy pobre y dolorido. Véanlo los pobres y alégrense (Sal 68, 30, 33). Así lo vieron los pastores. Vil y abyecto, para refrenar la ambición de honores: Le vimos, y no era de mirar (Is 53, 2). Afligido y herido, para que se refrene la concupiscencia de los placeres.

 

La segunda visión da ayuda para progresar de tres modos, porque da fortaleza a los penitentes, mostrándoles sus culpas y sus castigos, como el sol hace ver los átomos del polvo; da esperanza a los que luchan, manifestando la recompensa, como Señor, a los que trabajan; da alegría a los contemplativos, ofreciendo placeres anticipados, como el tabernero que da poco vino: Gustad y ved qué suave es el Señor (Sal 33, 9).

 

La tercera visión, la eterna, excita el deseo de llegar a ella por tres motivos. Por el gozo verdadero: Lo veréis y se gozará vuestro corazón, porque es luz dulce y deleitable (Is 66, 14). Por la multiplicidad o pluralidad de los deleites. Entonces verás y te enriquecerás, y tu corazón se maravillará y ensanchará (Is 60, 5). Porque le veremos así como él es (1 Jn 3, 2) y es todo en todas las cosas (1 Cor 15, 27). Porque la razón poseerá la plenitud de la luz; la voluntad, mucha paz; la memoria, la duración de la eternidad. Por la eternidad del gozo: Sus siervos le servirán. Y verán su cara... y reinarán por los siglos de los siglos (Apoc 22, 3-4-5).

 

La cuarta visión produce odio o terror de pecar, por tres razones. Porque el hurto ha de ser publicado en presencia del juez viviente: He aquí que viene; ¿y quién se pasará para mirarlo? (Malaq 3, 1-2). Por la severa venganza de los malhechores; el ladrón que ve colgado a su compañero, teme más robar. Por la contemplación del premio a los buenos: Lo verán los rectos y se alegrarán; y toda iniquidad cerrará su boca (Sal 106, 42).

(In I Cor., IX)

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