miércoles, 28 de octubre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 210

 

Miércoles de la 30ª semana

LA PUERTA ESTRECHA

Entrad por la puerta estrecha (Mt 7, 13).

 

I. Para que nadie pueda creer de lo que había dicho el Señor, Pedid y recibiréis, que el hombre alcanzaría todo de Dios sin obras buenas, por eso Cristo enseña que es preciso también hacer obras buenas. Pues dice: entrad, esto es, poned empeño en entrar.

 

San Agustín da dos explicaciones. Cristo es la puerta: Yo soy la puerta (Jn 10, 9), porque sin él no se llega al reino. Esta puerta es estrecha por la humildad, pues se humilló hasta la muerte. Por eso dice Isaías: Palabra abreviada hará el Señor sobre la tierra (10, 23). Por eso entrad por la puerta estrecha, esto es, por la humildad y la pasión de Cristo. Pues qué, ¿no fue menester que el Cristo padeciese estas cosas y que así entrase en su gloria? (Lc 24, 26); y también lo es para nosotros. Por consiguiente, debemos entrar en el reino de Dios por muchas tribulaciones

 

También se dice que esa puerta es la caridad. Ésta es la puerta del Señor; los justos entrarán por ella (Sal 117, 20). Esta puerta ha sido estrechada por las leyes divinas, y por ella debemos entrar observando la ley y los preceptos.

 

II. Cristo señala el motivo de entrar por la puerta estrecha: porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición (Mat 7, 13). Describe dos puertas, una ancha y otra estrecha. La puerta ancha es así porque ha sido ensanchada por el diablo, ensanchada por la presunción y el orgullo. Es ancha esa puerta, porque es ancho lo que recibe a todos, pues no hay cosa alguna que la llene. Esta puerta es también la iniquidad o el vicio, y es ancha, de muchas maneras: La maldición, y la mentira, y homicidio, y robo, y adulterio la inundaron (Os 4, 2).

 

Existe además un camino ancho, y esto es obra del pecado. Este camino es espacioso, porque en sus comienzos parece ser ancho, aunque después se estrecha, pues su salida va a parar a la perdición, ya que los gajes del pecado son muerte (Rom 6, 23). Y muchos son los que entran por él (Mt 7, 13). Aquí señala el número, pues literalmente el número de los necios es infinito (Eccles I, 15).

 

III. ¡Qué angosta es la puerta, y qué estrecho el camino que lleva a la vida! Ésta es contraria a la anterior, y es estrecha porque está estrechada según la regla de la ley y es camino contra camino. Parecería que el camino de la caridad fuese ancho: Te guiaré por las sendas de la equidad; en las cuales, después que hubieres entrado, no se estrecharán tus pasos (Prov 4, 11); mas el camino de los pecadores es, por el contrario, estrecho. Por eso se dice en el libro de la Sabiduría: hemos andado por caminos ásperos (Sab 5, 7). Pero debernos saber que existe el camino de la carne y el camino de la razón. El camino de la caridad es camino estrecho en la senda de la carne, pero en el camino de la razón es lo contrario.

 

Y pocos son los que atinan con él. Difícil y raro es encontrarlo en el camino del espíritu, pero en el camino de la carne, no. La razón se infiere de que el camino de la carne es el placer y éste está a la mano; pero el camino del espíritu está oculto. ¡Cuán grande es, Señor, la abundancia de tu dulzura, que tienes escondida para los que te temen! (Sal 30, 20). Porque está oculto, por eso lo encuentran pocos. Pero algunos lo encuentran y retroceden, de los cuales se dice: Ninguno que pone su mano en el arado y mira atrás es apto para el reino de Dios (Lc 9, 62).

(In Matth., VII)

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