viernes, 30 de junio de 2017

Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario 3 - El Corazón de Jesús, no está ocioso ni callado - San Manuel González García

III. El CORAZÓN DE JESÚS, A PESAR DE SU INMOVILIDAD Y SILENCIO APARENTES EN El SAGRARIO, NO ESTÁ OCIOSO NI CALLADO

Y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos
(Lc 5,17)

He aquí una pregunta que a no pocos cristianos y, diré más, piadosos, dejará perplejos:

¿Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús?
¡No habían parado mientes en que en el Sagrario hay quien pueda hablar y hable!, ¡quien pueda obrar en el Sagrario virtud!
¿Verdad que para muchos cristianos la idea del Sagrario es esto: Un lugar de mucho respeto, porque en él habita un Señor muy alto, muy grande, muy poderoso, todo majestad, pero muy callado y muy quieto?
Y no es que no crean que Jesucristo en el Sagrario esté todo entero como en el Cielo.
Creen ciertamente que está allí con divinidad y alma y cuerpo y por consiguiente con ojos que ven, con oídos que oyen, con manos que se pueden mover, con boca que puede hablar...
Sí, la fe de todo esto la tienen, pero es una fe que se quedó sólo en la cabeza y no bajó al corazón y mucho menos a la sensibilidad.
Es una fe que, por quedarse allí estancada, apenas se ha convertido en luz de aquella vida, en criterio, en calor, en amor, en persuasión íntima, en entusiasmo, en impulsor de acción y de acción decidida.
Le pasa a esa fe lo que a las semillas de plantas grandes sembradas en macetas pequeñas.
Por muy fecunda que sea la semilla, por mucha agua y luz con que la regaléis, si no dais a sus raíces tierra y lugar para su expansión, no conseguiréis sino una planta raquítica y encogida.
Y hay cristianos que hacen eso mismo con su fe, de tal modo la ahogan en su rutinario modo de ver y entender que, sin que se pueda negar que tienen fe, ésta apenas si da señales de vida y de influencia.
Me he convencido hace tiempo de que el mal de muchísima gente no es no saber cosas buenas, sino no darse cuenta de las cosas buenas que saben.
Mucha ignorancia hay, y de cosas religiosas es una ignorancia que espanta; pero con ser tan grande, es mucho más la que yo llamaría falta de darse cuenta.

sábado, 24 de junio de 2017

Domingo XII (ciclo a) Guión Litúrgico


ENTRADA: 
Nos encontramos en el domingo, el "Día del Señor, reunidos en su nombre, para la celebración de la Eucaristía, la proclamación del misterio pascual de Cristo hasta que Él venga de nuevo. Por medio de ella entramos en el dinamismo del amor sin condiciones.
 Con alegría y disposición interior, nos ponemos de pie para comenzar esta celebración  cantando:

LECTURAS:
Las Sagradas Escrituras nos invitan a confiar en la providencia de Dios y sostenidos por esta confianza anunciar la buena noticia a todos los hombres. Recibámosla con espíritu abierto

ORACIÓN DE LOS FIELES:

viernes, 23 de junio de 2017

El Sagrado Corazón de Jesús - Su devoción (grabación)

Sagrado Corazón de Jesús - Guión Litúrgico


Entrada
Hoy la Iglesia celebra, con toda alegría y mucha devoción, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Nos unimos a esta celebración, recordando tantas veces que hemos recurrido a la ayuda de nuestro Dios, en la advocación de su Sagrado Corazón. Agradecidos por todos los bienes y consuelos recibido de Jesús, como Iglesia que somos, nos unimos en ésta solemne celebración, cantando…

Lecturas:
Unamos nuestro corazón al Corazón misericordioso de Jesús, escuchando atentamente estas lecturas.

Oración de los fieles:

jueves, 22 de junio de 2017

Los Santos Tomás Moro y Juan Fisher ¿Murieron en vano? - Mons. Samuel Aquila

Tomás Moro y Juan Fisher ¿murieron en vano? 
S.E.R. Samuel J. Aquila
Arzobispo de Denver



La idea de que debe permitirse a los católicos volverse a casar y recibir la comunión no empezó con la carta que firmaron el Cardenal Kasper y otros miembros del episcopado alemán en 1993.
El episcopado de otro país – Inglaterra – fue pionero en este experimento en doctrina cristiana hace unos 500 años. El asunto que se trataba entonces no era si cualquier católico podía volverse a casar, sino si el rey podía, porque su esposa no le había dado un hijo varón.
Al igual que aquellos que abogan por la comunión para los que se han vuelto a casar por lo civil, los obispos ingleses estaban incómodos con la idea de aceptar el divorcio y el nuevo casamiento abiertamente. En su lugar, eligieron modificar la ley a las circunstancias individuales del caso al que se enfrentaban, concediendo al Rey Enrique VIII una “anulación” — de manera fraudulenta y sin la aprobación de Roma.
Si “el heroísmo no es para el cristiano corriente”,  como dice el Cardenal alemán Walter Kasper, ciertamente no lo era para el Rey de Inglaterra.  En cambio, cuestiones de felicidad personal y el bienestar de un país fueron los sólidos argumentos que sirvieron al divorcio de Enrique. Y el Rey difícilmente podría molestarse en dejar de comulgar como resultado de un matrimonio irregular.
El Cardenal Wolsey de Inglaterra y todos los obispos del país, a excepción del Obispo John Fisher de Rochester, apoyaron el intento del rey de deshacer su primer – y legítimo – matrimonio. Al igual que  Fisher, Tomás Moro– un laico y canciller del Rey  – también le negó su apoyo. Ambos fueron martirizados y posteriormente canonizados.
En pública defensa de la indisolubilidad del matrimonio del rey, Fisher sostuvo que “este matrimonio del rey y la reina no podía ser disuelto por ningún poder, humano o divino”. Por este principio, dijo, estaba dispuesto a dar su vida. Fisher continuó señalando que Juan Bautista no vio otro modo “de morir más gloriosamente que por causa del matrimonio,” a pesar del hecho de que el matrimonio entonces “no era tan santo en aquel tiempo como lo es ahora por el derramamiento de la sangre de Cristo.”
Como Tomás Moro y Juan Bautista, Fisher fue decapitado, y al igual que ellos, es llamado santo.

Oración para la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús - León XIII

Esta oración de consagración al Sagrado Corazón de Jesús fue escrita por el Papa León XIII, y el Papa Pío XI ordenó que esta consagración se rezase el último Domingo de Octubre (Día de Nuestro Señor Jesucristo Rey).

ACTO DE CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO
AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS




Jesús, dulcísimo Redentor del género humano, míranos postrados humildemente delante de tu altar; tuyos somos y tuyos queremos ser, y a fin de estar más firmemente unidos a ti, he aquí que, hoy día, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

  
Muchos, Señor, nunca te conocieron; muchos te desecharon al quebrantar tus mandamientos; compadécete, Jesús, de los unos y de los otros, y atráelos a todos a tu Santo Corazón. Sé Rey, ¡Señor!, no sólo de los fieles que jamás se separaron de ti, sino también de los hijos pródigos que te abandonaron; haz que vuelvan pronto a la casa paterna, no sea que perezcan de miseria y de hambre.

  
Sé Rey de aquéllos a quienes engañaron opiniones erróneas y desunió la discordia; tráelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que luego no quede más que un solo rebaño y un solo pastor.
  

Sé Rey de los que aún siguen envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islamismo. A todos dígnate atraerlos a la luz de tu Reino.

Cartas del diablo a su sobrino VIII - C.S. Lewis



VIII
Mi querido Orugario:
¿Conque tienes "grandes esperanzas de que la etapa religiosa del paciente esté finalizando", eh? Siempre pensé que la Academia de Entrenamiento se había hundido desde que pusieron al viejo Babalapo a su cabeza, y ahora estoy seguro. ¿No te ha hablado nadie nunca de la ley de la Ondulación?
Los humanos son anfibios: mitad espíritu y mitad animal. (La decisión del Enemigo de crear tan repugnante híbrido fue una de las cosas que hicieron que Nuestro Padre le retirase su apoyo.) Como espíritus, pertenecen al mundo eterno, pero como animales habitan el tiempo. Esto significa -que mientras su espíritu puede estar orientado hacia un objeto eterno, sus cuerpos, pasiones y fantasías están cambiando constantemente, porque vivir en el tiempo equivale a cambiar. Lo más que pueden acercarse a la constancia, por tanto, es la ondulación: el reiterado retorno a un nivel de que repetidamente vuelven a caer, una serie de simas y cimas. Si hubieses observado a tu paciente cuidadosamente, habrías visto esta ondulación en todos los aspectos de su vida: su interés por su trabajo, su afecto hacia sus amigos, sus apetencias físicas, todo sube y baja. Mientras viva en la tierra, períodos de riqueza y vitalidad emotiva y corporal alternarán con períodos de aletargamiento y pobreza. La sequía y monotonía que tu paciente está atravesando ahora no son, como gustosamente supones, obra tuya; son meramente un fenómeno natural que no nos beneficiará a menos que hagas buen uso de él.
Para decidir cuál es su mejor uso, debes preguntarte qué uso quiere hacer de él el Enemigo, y entonces hacer lo contrario. Ahora bien, puede sorprenderte aprender que, en Sus esfuerzos por conseguir la posesión permanente de un alma, se apoya más aún en los bajos que en los altos; algunos de Sus favoritos especiales han atravesado bajos más largos y profundos que los demás. La razón es ésta: para nosotros, un humano es, ante todo, un alimento; nuestra meta es absorber su voluntad en la nuestra, el aumento a su expensa de nuestra propia área de personalidad. Pero la obediencia que el Enemigo exige de los hombres es otra cuestión. Hay que encararse con el hecho de que toda la palabrería acerca de Su amor a los hombres, y de que Su servicio es la libertad perfecta, no es (como uno creería con gusto) mera propaganda, sino espantosa verdad. Él realmente quiere llenar el universo de un montón de odiosas pequeñas réplicas de Sí mismo: criaturas cuya vida, a escala reducida, será cualitativamente como la Suya propia, no porque Él las haya absorbido sino porque sus voluntades se pliegan libremente a la Suya. Nosotros queremos ganado que pueda finalmente convertirse en alimento; Él quiere, siervos que finalmente puedan convertirse en hijos. Nosotros queremos sorber; Él quiere dar. Nosotros estamos vacíos y querríamos estar llenos; Él está lleno y rebosa. Nuestro objetivo de guerra es un mundo en el que Nuestro Padre de las Profundidades haya absorbido en su interior a todos los demás seres; el Enemigo desea un mundo lleno de seres unidos a Él pero todavía distintos.

miércoles, 21 de junio de 2017

Aquello que se ha dado en llamar “el espíritu del Concilio”, que es contrario al Concilio mismo - Mons. Héctor Aguer

Reflexión de S.E.R. Mons. Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata,
en el programa "Claves para un Mundo Mejor"
(18 de mayo de 2017) 



Hoy quiero contarles una experiencia que he tenido recientemente y, a partir de ella, hacer un comentario. Hace poco recibí la consulta de un católico del interior del país que había oído a su párroco, en la misa dominical, decir en la homilía que ya no hay distinción entre lo sagrado y lo profano porque la Iglesia, según ese sacerdote, ha mandado salir al mundo y se ha identificado con él, de modo que ya no hay más distinción entre sagrado y profano. Le contesté obviamente a este señor parte de lo que les voy a expresar ahora a ustedes.

Esta distinción entre lo sagrado y lo profano viene desde la edad de piedra, por decirlo de algún modo, y si uno consulta una fenomenología de la cultura, una fenomenología de la religión, verá que siempre, siempre, el hombre ha comprendido que una cosa es lo que pasa aquí abajo y otra cosa es la relación con lo que los antiguos llamaban “el poder” o sea “el poder divino” o sea Dios, el mundo de Dios.

Además siempre ha habido, también desde tiempos inmemoriales, acciones sagradas, o sea dirigidas a Dios, distintas de las acciones cotidianas de los hombres. La confusión viene de los años posteriores al Concilio Vaticano II, pero no del mismo Concilio sino de aquello que se ha dado en llamar “el espíritu del Concilio”, que es contrario al Concilio mismo. Benedicto XVI ha insistido en que el Concilio debe ser leído a la luz de la gran tradición de la Iglesia, y si uno lee los documentos del Concilio Vaticano II, con todo su afán de reforma de la Iglesia, advierte una analogía con otros momentos históricos. Pienso, por ejemplo en lo que significó el Concilio de Trento para la gran reforma católica del siglo XVI; podríamos decir que lo es el Concilio Vaticano II para la gran renovación de la Iglesia a fines del Siglo XX y que continúa hoy día. Pero es una estafa hablar del “espíritu del Concilio” y hacer decir al Concilio lo contrario de lo que dijo.

¿Cómo es posible que no se reconozcan que existen realidades sagradas como la Santísima Eucaristía, por ejemplo, o la Santa Misa, o el hecho de la oración? En la oración el hombre se pone en comunicación con Dios y es eso algo distinto a la relación que uno tiene con las personas que le rodean o la intervención en acontecimientos propiamente humanos de cualquier carácter de cualquier parte, aunque sean óptimos.

San Luis Gonzaga, carta a su madre

De una Carta de san Luis Gonzaga 
dirigida a su madre


         Pido para ti, ilustre señora, que goces siempre de la gracia y del consuelo del Espíritu Santo. Al llegar tu carta, me encuentro todavía en esta región de los muertos. Pero un día u otro ha de llegar el momento de volar al cielo, para alabar al Dios eterno en la tierra de los que viven. Yo esperaba poco ha que habría realizado ya este viaje antes de ahora. Si la caridad consiste, como dice san Pablo, en alegrarse con los que se alegran y llorar con los que lloran, ha de ser inmensa tu alegría, madre ilustre, al pensar que Dios me llama a la verdadera alegría, que pronto poseeré con la seguridad de no perderla jamás.


Te he de confesar, ilustre señora, que al sumergir mi pensamiento en la consideración de la divina bondad, que es como un mar sin fondo ni litoral, no me siento digno de su inmensidad, ya que él, a cambio de un trabajo tan breve y exiguo, me invita al descanso eterno y me llama desde el cielo a la suprema felicidad, que con tanta negligencia he buscado, y me promete el premio de unas lágrimas, que tan parcamente he derramado.


Considéralo una y otra vez, ilustre señora, y guárdate de menospreciar esta infinita benignidad de Dios, que es lo que harías si lloraras como muerto al que vive en la presencia de Dios y que con su intercesión puede ayudar te en tus asuntos mucho más que cuando vivía en este mundo. Esta separación no será muy larga; volveremos a encontramos en el cielo, y todos juntos, unidos a nuestro Salvador, lo alabaremos con toda la fuerza de nuestro espíritu y cantaremos eternamente sus misericordias, gozando de una felicidad sin fin. Al morir, nos quita lo que antes nos había prestado, con el solo fin de guardarlo en un lugar más inmune y seguro, y para enriquecernos con unos bienes que superan nuestros deseos.

Cartas del diablo a su sobrino VII - C.S. Lewis


VII
Mi querido Orugario:
Me asombra que me preguntes si es esencial mantener al paciente ignorante de tu propia existencia. Esa pregunta, al menos durante la fase actual del combate, ha sido contestada para nosotros por el Alto Mando. Nuestra política, por el momento, es la de ocultarnos. Por supuesto, no siempre ha sido así. Nos encontramos, realmente, ante un cruel dilema. Cuando los humanos no creen en nuestra existencia perdemos todos los agradables resultados del terrorismo directo, y no hacemos brujos. Por otra parte, cuando creen en nosotros, no podemos hacerles materialistas y escépticos. Al menos, no todavía. Tengo grandes esperanzas de que aprenderemos, con el tiempo, a emotivizar y mitologizar su ciencia hasta tal punto que lo que es, en efecto, una creencia en nosotros (aunque no con ese nombre) se infiltrará en ellos mientras la mente humana permanece cerrada a la creencia en el Enemigo. La "Fuerza Vital", la adoración del sexo, y algunos aspectos del Psicoanálisis pueden resultar útiles en este sentido. Si alguna vez llegamos a producir nuestra obra perfecta —el Brujo Materialista, el hombre que no usa, sino meramente adora, lo que vagamente llama "fuerzas", al mismo tiempo que niega la existencia de "espíritus"—, entonces el fin de la guerra estará a la vista. Pero, mientras tanto, debemos obedecer nuestras órdenes. No creo que tengas mucha dificultad en mantener a tu paciente en la ignorancia. El hecho de que los "diablos" sean predominantemente figuras cómicas en la imaginación moderna te ayudará. Si la más leve sospecha de tu existencia empieza a surgir en su mente, insinúale una imagen de algo con mallas rojas, y persuádele de que, puesto que no puede creer en eso (es un viejo método de libro de texto de confundirles), no puede, en consecuencia, creer en ti.
No había olvidado mi promesa de estudiar si deberíamos hacer del paciente un patriota extremado o un extremado pacifista. Todos los extremos, excepto la extrema devoción al Enemigo, deben ser estimulados. No siempre, claro, pero sí en esta etapa. Algunas épocas son templadas y complacientes, y entonces nuestra misión consiste en adormecerlas más aún. Otras épocas, como la actual, son desequilibradas e inclinadas a dividirse en facciones y nuestra tarea es inflamarlas. Cualquier pequeña capillita, unida por algún interés que otros hombres detestan o ignoran, tiende a desarrollar en su interior una encendida admiración mutua, y hacia el mundo exterior una gran cantidad de orgullo y de odio, que es mantenida sin vergüenza porque la "Causa" es su patrocinadora y se piensa que es impersonal. Hasta cuando el pequeño grupo está originariamente al servicio de los planes del Enemigo, esto es cierto. Queremos que la Iglesia sea pequeña no sólo para que menos hombres puedan conocer al Enemigo, sino también para que aquellos que lo hagan puedan adquirir la incómoda intensidad y la virtuosidad defensiva de una secta secreta o una "dique". La Iglesia misma está, por supuesto, muy defendida, y nunca hemos logrado completamente darle todas las características de una facción; pero algunas facciones subordinadas, dentro de ella, han dado a menudo excelentes resultados, desde los partidos de Pablo y de Apolo en Corinto hasta los partidos Alto y Bajo dentro de la Iglesia Anglicana.

martes, 20 de junio de 2017

Deseo expresar mi aprobación y mi aliento a cuantos, de cualquier manera, siguen cultivando, profundizando y promoviendo en la Iglesia el culto al Corazón de Cristo - San Juan Pablo II

MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA CONSAGRACIÓN
DEL GÉNERO HUMANO AL SAGRADO CORAZÓN
REALIZADA POR LEÓN XIII


   
Amadísimos hermanos y hermanas:

1. La celebración del centenario de la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús, establecida para toda la Iglesia por mi predecesor León XIII con la carta encíclica Annum sacrum (25 de mayo de 1899: Leonis XIII P. M. Acta, XIX [1899] 71-80), y que tuvo lugar el 11 de junio de 1899, nos impulsa en primer lugar a dar gracias «al que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre» (Ap 1, 5-6).

Esta feliz circunstancia es, además, muy oportuna para reflexionar en el significado y el valor de ese importante acto eclesial. Con la encíclica Annum sacrum, el Papa León XIII confirmó cuanto habían hecho sus predecesores para conservar religiosamente y dar mayor relieve al culto y a la espiritualidad del Sagrado Corazón. Además, con la consagración quería conseguir «insignes frutos en primer lugar para la cristiandad, pero también para toda la sociedad humana» (ib., o.c., p. 71). Al pedir que no sólo fueran consagrados los creyentes, sino también todos los hombres, imprimía una orientación y un sentido nuevos a la consagración que, desde hacía ya dos siglos, practicaban personas, grupos, diócesis y naciones.

Por tanto, la consagración del género humano al Corazón de Jesús fue presentada por León XIII como «cima y coronación de todos los honores que se solían tributar al Sacratísimo Corazón» (ib., o.c., p. 72). Como explica la encíclica, esa consagración se debe a Cristo, Redentor del género humano, por lo que él es en sí y por cuanto ha hecho por todos los hombres. El creyente, al encontrar en el Sagrado Corazón el símbolo y la imagen viva de la infinita caridad de Cristo, que por sí misma nos mueve a amarnos unos a otros, no puede menos de sentir la exigencia de participar personalmente en la obra de la salvación. Por eso, todo miembro de la Iglesia está invitado a ver en la consagración una entrega y una obligación con respecto a Jesucristo, Rey «de los hijos pródigos», Rey que llama a todos «al puerto de la verdad y a la unidad de la fe», y Rey de todos los que esperan ser introducidos «en la luz de Dios y en su reino» (Fórmula de consagración). La consagración así entendida se ha de poner en relación con la acción misionera de la Iglesia misma, porque responde al deseo del Corazón de Jesús de propagar en el mundo, a través de los miembros de su Cuerpo, su entrega total al Reino, y unir cada vez más a la Iglesia en su ofrenda al Padre y en su ser para los demás.

La validez de cuanto tuvo lugar el 11 de junio de 1899 ha sido confirmada con autoridad en lo que han escrito mis predecesores, ofreciendo profundizaciones doctrinales acerca del culto al Sagrado Corazón y disponiendo la renovación periódica del acto de consagración. Entre ellos, me complace recordar al santo sucesor de León XIII, el Papa Pío X, que en 1906 dispuso renovarla todos los años; al Papa Pío XI, de venerada memoria, que se refirió a ella en las encíclicasQuas primas, en el marco del Año santo 1925, y Miserentissimus Redemptor; y a su sucesor, el siervo de Dios Pío XII, que trató de ella en las encíclicas Summi Pontificatus y Haurietis aquas. De igual modo, el siervo de Dios Pablo VI, a la luz del concilio Vaticano II, habló de ella en la carta apostólica Investigabiles divitias y en la carta Diserti interpretes, que dirigió el 25 de mayo de 1965 a los superiores mayores de los institutos dedicados al Corazón de Jesús.

Encíclica para la consagración del género humano al Sagrado Corazón "Annum Sacrum" - León XIII

CARTA ENCÍCLICA “ANNUM SACRUM”
DEL PAPA LEON XIII

 A LOS PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS Y OTROS ORDINARIOS, EN PAZ Y COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA

De la Consagración del Género Humano
al Sagrado Corazón de Jesús



Hace poco, como sabéis, ordenamos por cartas apostólicas que próximamente celebraríamos un jubileo (annum sacrum), siguiendo la costumbre establecida por los antiguos, en esta ciudad santa. Hoy, en la espera, y con la intención de aumentar la piedad en que estará envuelta esta celebración religiosa, nos hemos proyectado y aconsejamos una manifestación fastuosa. Con la condición que todos los fieles Nos obedezcan de corazón y con una buena voluntad unánime y generosa, esperamos que este acto, y no sin razón, produzca resultados preciosos y durables, primero para la religión cristiana y también para el género humano todo entero.

Muchas veces Nos hemos esforzado en mantener y poner más a la luz del día esta forma excelente de piedad que consiste en honrar al Sacratísimo Corazón de Jesús. Seguimos en esto el ejemplo de Nuestros predecesores Inocencio XII, Benedicto XIV, Clemente XIII, Pío VI, Pío VII y Pío IX. Esta era la finalidad especial de Nuestro decreto publicado el 28 de junio del año 1889 y por el que elevamos a rito de primera clase la fiesta del Sagrado Corazón.

Pero ahora soñamos en una forma de veneración más imponente aún, que pueda ser en cierta manera la plenitud y la perfección de todos los homenajes que se acostumbran a rendir al Corazón Sacratísimo. Confiamos que esta manifestación de piedad sea muy agradable a Jesucristo Redentor.

Además, no es la primera vez que el proyecto que anunciamos, sea puesto sobre el tapete. En efecto, hace alrededor de 25 años, al acercarse la solemnidad del segundo Centenario del día en que la bienaventurada Margarita María de Alacoque había recibido de Dios la orden de propagar el culto al divino Corazón, hubo muchas cartas apremiantes, que procedían no solamente de particulares, sino también de obispos, que fueron enviadas en gran número, de todas partes y dirigidas a Pío IX. Ellas pretendían obtener que el soberano Pontífice quisiera consagrar al Sagrado Corazón de Jesús, todo el género humano. Se prefirió entonces diferirlo, a fin de ir madurando más seriamente la decisión. A la espera, ciertas ciudades recibieron la autorización de consagrarse por su cuenta, si así lo deseaban y se prescribió una fórmula de consagración. Habiendo sobrevenido ahora otros motivos, pensamos que ha llegado la hora de culminar este proyecto.

Este testimonio general y solemne de respeto y de piedad, se le debe a Jesucristo, ya que es el Príncipe y el Maestro supremo. De verdad, su imperio se extiende no solamente a las naciones que profesan la fe católica o a los hombres que, por haber recibido en su día el bautismo, están unidos de derecho a la Iglesia, aunque se mantengan alejados por sus opiniones erróneas o por un disentimiento que les aparte de su ternura.

lunes, 19 de junio de 2017

Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario 2 - Lo que convendrá y gustará este viaje - San Manuel González García

II. LO QUE CONVENDRÁ Y GUSTARÁ
A LAS "MARÍAS" Y ALMAS DE ACCIÓN ESTE VIAJE


Siendo la «Obra de las Tres Marías» tan eucarística como evangélica, en nada pongo tanto empeño como en grabar ese doble carácter en ella.

La Obra eucarística y evangélica

Tienen tanto relieve en el santo Evangelio las Marías, se ven tan distintamente su acción, influencia, oficios y ocupaciones cerca de nuestro Señor Jesucristo, que la Obra venida a la vida para renovar y perpetuar los oficios de las mismas cerca del Corazón de Jesús Sacramentado, no tiene que hacer otra cosa que traducir a las Marías de hoy las páginas del Evangelio que retratan a las Marías de ayer.

¡Qué firmeza, consuelo y regocijo da a mi alma ver reunidas en la Obra de todos mis amores, las dos cosas que yo más quiero: La Eucaristía y el Evangelio! ¡Aquélla por lo que es y éste por lo que cuenta! ¡Qué dentro del espíritu de la santa Madre Iglesia y de su sentir tradicional me siento, cuando dedico la actividad de mi pluma, de mi pensamiento y de mi corazón a meter en mi alma y en la de los fieles los dos grandes amores cristianos!

Sus oficios en el Evangelio y en el Sagrario.   

Firme en este propósito, he señalado como oficios esenciales de las Marías de los Sagrario-Calvarios los oficios que en el Evangelio tuvieron las primeras Marías: Servir, Ungir, Compadecer, Estar de pie junto a la Cruz.
Fiel a esta orientación he compuesto e incluido en el Manual de las Marías el Vía-Crucis eucarístico, y movido de este mismo deseo, añado ahora estos ensayos de meditaciones del Evangelio ante el Sagrario.

Yo desearía por medio de estos ratos de meditación evangélica ante el Sagrario meter muchas ganas a las almas de entrarse dentro del Sagrario y enterarse de sus secretos y por añadidura y consecuencia llevar a las Marías a la perfecta imitación de sus hermanas mayores.

¿Cuál fue la ocupación principal y el oficio más ejercitado de aquellas Marías cerca de Jesús? No ciertamente el de ungir su cuerpo, que no fue menester más que una sola vez, ni el de servirle, que no eran necesarios sus servicios cada hora.

El oficio de las Marías del Evangelio siempre ejercitado y el que podría llamar característico, fue el de estar con Jesús, supliendo lo que podía echar de menos.
Tener para el Maestro unos ojos que siempre le miraran, unos oídos que siempre le escucharan, unos pies que siempre le siguieran, un corazón que siempre latiera al unísono con el de Él, y esto más que por conveniencia o recreo propios, para gusto y reparación y gloria de Él; éste fue el gran oficio de las Marías.

El gran oficio

Cartas del diablo a su sobrino VI - C.S. Lewis


VI
Mi querido Orugario:
Me encanta saber que la edad y profesión de tu cliente hacen posible, pero en modo alguno seguro, que sea llamado al servicio militar. Nos conviene que esté en la máxima incertidumbre, para que su mente se llene de visiones contradictorias del futuro, cada una de las cuales suscita esperanza o temor. No hay nada como el suspense y la ansiedad para parapetar el alma de un humano contra el Enemigo. Él quiere que los hombres se preocupen de lo que hacen; nuestro trabajo consiste en tenerles pensando qué les pasará.
Tu paciente habrá aceptado, por supuesto, la idea de que debe someterse con paciencia a la voluntad del Enemigo. Lo que el Enemigo quiere decir con esto es, ante todo, que debería aceptar con paciencia la tribulación que le ha caído en suerte: el suspense y la ansiedad actuales. Es sobre esto por lo que debe decir: "Hágase tu voluntad", y para la tarea cotidiana de soportar esto se le dará el pan cotidiano. Es asunto tuyo procurar que el paciente nunca piense en el temor presente como en su cruz, sino sólo en las cosas de las que tiene miedo. Déjale considerarlas sus cruces: déjale olvidar que, puesto que son incompatibles, no pueden sucederle todas ellas. Y déjale tratar de practicar la fortaleza y la paciencia ante ellas por anticipado. Porque la verdadera resignación, al mismo tiempo, ante una docena de diferentes e hipotéticos destinos, es casi imposible, y el Enemigo no ayuda demasiado a aquellos que tratan de alcanzarla: la resignación ante el sufrimiento presente y real, incluso cuando ese sufrimiento consiste en tener miedo, es mucho más fácil, y suele recibir la ayuda de esta acción directa.
Aquí actúa una importante ley espiritual. Te he explicado que puedes debilitar sus oraciones desviando su atención del Enemigo mismo a sus propios estados de ánimo con respecto al Enemigo. Por otra parte, resulta más fácil dominar el miedo cuando la mente del paciente es desviada de la cosa temida al temor mismo, considerado como un estado actual e indeseable de su propia mente; y cuando considere el miedo como la cruz que le ha sido asignada, pensará en él, inevitablemente, como en un estado de ánimo. Se puede, en consecuencia, formular la siguiente regla general: en todas las actividades del pensamiento que favorezcan nuestra causa, estimula al paciente a ser inconsciente de sí mismo y a concentrarse en el objeto, pero en todas las actividades favorables al Enemigo haz que su mente se vuelva hacia sí mismo. Deja que un insulto o el cuerpo de una mujer fijen hacia fuera su atención hasta el punto en que no reflexione: "Estoy entrando ahora en el estado llamado Ira... o el estado llamado Lujuria". Por el contrario, deja que la reflexión: "Mis sentimientos se están haciendo más devotos, o más caritativos" fije su atención hacia dentro hasta tal punto que ya no mire más allá de sí mismo para ver a nuestro Enemigo o a sus propios vecinos.

domingo, 18 de junio de 2017

Reflexiones sobre la Eucaristía a la luz del "Adoro te devote" 3 (última) - R.P. Raniero Cantalamessa O.F.M.Cap.

PIDO LO QUE PIDIÓ EL LADRÓN ARREPENTIDO
Reflexiones sobre la Eucaristía
a la luz del «Adoro te devote»

R.P. Raniero Cantalamessa O.F.M.Cap.
17 DICIEMBRE 2004



En la capilla «Redemptoris Mater» del Palacio Apostólico, el padre Cantalamessa ha centrado su predicación en una serie de reflexiones Eucarísticas a la luz del «Adoro te devote» –«Pido lo que pidió el ladrón arrepentido» ha sido el tema de esta tercera y última meditación–, en el contexto del Año de la Eucaristía convocado por Juan Pablo II.

Una laude de Jacopone de Todi, compuesta en torno al año 1300, contiene una clara alusión a la segunda estrofa del «Adoro te devote» que hemos comentado la vez pasada: «Visus, tactus, gustus…» . En ella Jacopone imagina una especie de contienda entre los distintos sentidos humanos a propósito de la Eucaristía: tres de ellos (la vista, el tacto y el gusto) dicen que es sólo pan, «sólo el oído» se resiste, asegurando que «bajo estas formas visibles está escondido Cristo» [1]. Si ello no basta para afirmar que el himno es de Santo Tomás de Aquino, muestra sin embargo que es más antiguo de cuanto se pensaba hasta ahora y, al menos por la fecha, no es incompatible con una atribución al Doctor Angélico. Si Jacopone puede aludir a él como a texto conocido debía haber sido compuesto al menos una veintena de años antes y gozar ya de cierta popularidad.
1. Contemporáneos del buen ladrón
Vayamos ahora a la tercera estrofa del himno que nos acompañará en esta meditación:
In cruce latébat sola déitas;
at hic latet simul et humánitas.
Ambo tamen credens atque cónfitens
peto quod petívit latro poénitens.
En la Cruz se escondía sólo la divinidad,
pero aquí también se esconde la humanidad.
Creo y confieso ambas cosas,
pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
Se acerca ya la Navidad. Cierta tendencia romántica ha acabado por hacer de la Navidad una fiesta toda humana de la maternidad y de la infancia, de los regalos y de los buenos sentimientos. En la galería Tetriakov de Moscú el cuadro de la Virgen de la Ternura de Vladimir que estrecha hacia sí a Jesús Niño, durante el régimen comunista llevaba la leyenda: «Maternidad». Pero los expertos saben qué significa en esa imagen la mirada preocupada y dibujada de tristeza de la Madre que parece casi querer proteger al niño de un peligro amenazador: anuncia la pasión del Hijo que Simeón le ha hecho entrever en la presentación en el templo.
El arte cristiano ha expresado en mil modos este vínculo entre el nacimiento y la muerte de Cristo. En algunos cuadros de pintores célebres Jesús Niño duerme en las rodillas de la Madre o tendido sobre un paño, en la postura exacta en la que se le representa habitualmente en el descendimiento de la cruz; el cortero atado que a menudo se ve en las representaciones de la Natividad alude al cordero inmolado. En una pintura del siglo XV, uno de los Magos ofrece en regalo al Niño un cáliz con monedas dentro, signo del precio del rescate que él ha venido a pagar por los pecados. (¡El Niño está en actitud de tomar una de las monedas y ofrecerla a quien se la da, signo de que morirá también por él!) [2].

Reflexiones sobre la Eucaristía a la luz del "Adoro te devote" 2 - R.P. Raniero Cantalamessa O.F.M.Cap.

«Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios»
Reflexiones sobre la Eucaristía
a la luz del «Adoro te devote»

R.P. Raniero Cantalamessa O.F.M.Cap.
10 DICIEMBRE 2004



En la capilla «Redemptoris Mater» del Palacio Apostólico, el padre Cantalamessa ha centrado su predicación en una serie de reflexiones Eucarísticas a la luz del «Adoro te devote» –« Creo todo loe que ha dicho el Hijo de Dios» ha sido el tema de esta segunda meditación–, en el contexto del Año de la Eucaristía convocado por Juan Pablo II.

CREO TODO LO QUE HA DICHO EL HIJO DE DIOS
Segunda predicación de Adviento a la Casa Pontificia

La historia del «Adoto te devote» es bastante singular. Es atribuido frecuentemente a Santo Tomás de Aquino, pero los primeros testimonios de tal atribución se remontan a no menos de cincuenta años desde la muerte del Doctor Angélico, ocurrida en 1274. Aunque la paternidad literaria está destinada a permanecer hipotética (como por lo demás, para los otros himnos eucarísticos que se atribuyen a su nombre) es cierto que el himno se sitúa en el surco de su pensamiento y de su espiritualidad.
El texto permaneció casi desconocido durante más de dos siglos y tal vez así habría seguido si San Pío V no lo hubiera introducido entre las oraciones de preparación y de acción de gracias de la Misa impresas en el Misal por él reformado de 1570. Desde aquella fecha el himno se ha impuesto en la Iglesia universal como una de las oraciones eucarísticas más amadas por el clero y por el pueblo cristiano. El nuevo Ritual Romano editado por orden de Pablo VI, lo acogió según el texto crítico establecido por Wilmart entre los textos para el culto eucarístico fuera de la Misa [1].
El abandono del latín corre el riesgo de volver a echarlo en el olvido del que lo rescató San Pío V; por esto es deseable que el año de la Eucaristía contribuya a volver a resaltarlo. Existen de él versiones métricas en los principales idiomas; una, en inglés, por obra del gran poeta jesuita Gerard Manley Hopkins.
Orar con las palabras del «Adoro te devote» significa hoy para nosotros introducirnos en la cálida ola de la piedad eucarística de las generaciones que nos han precedido, de los muchos santos que lo han cantado. Significa tal vez revivir emociones y recuerdos que nosotros mismos hemos experimentado al cantarlo en ciertos momentos de gracia de nuestra vida.

1. Palabra y Espíritu en la consagración

Visus, tactus, gustus in te fállitur,
sed audítu solo tuto créditur.
Credo quidquid dixit Dei Fílius;
nil hoc verbo veritátis vérius
Traducida la segunda estrofa del «Adoto te devote» dice:
La vista, el tacto, el gusto, se equivocan sobre ti,
pero basta con el oído para creer con firmeza.
Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más cierto que esta palabra de Verdad.

La única observación acerca del texto crítico de esta estrofa se refiere al último verso. Así como está, tanto en el canto como en la recitación, se está obligado por la métrica a partir en dos la palabra veritatis (veri – tatis), por lo que parece preferible la variante que cambia el orden de las palabras y lee Nil hoc veritatis verbo verius [2].
No es que los sentidos de la vista, del tacto y del gusto, por sí mismos, se engañen acerca de las especies eucarísticas, sino que somos nosotros los que podemos engañarnos al interpretar aquello que ellos nos dicen. No se engañan, porque el objeto propio de los sentidos son las apariencias –lo que se ve, se toca y se gusta– y las apariencias son realmente las del pan y del vino. «En este sacramento, escribe Santo Tomás, no hay ningún engaño. Los accidentes de hecho que se perciben por los sentidos están verdaderamente, mientras el intelecto que tiene por objeto la sustancia de las cosas es preservado de caer en engaño por la fe» [3].

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