El
CORAZÓN DE JESÚS ESTÁ QUEJÁNDOSE
Busqué quien me consolara y no lo hallé.(Sal 68)
¡Abandonado!
En
ese dolor, suma de todos los dolores que se llama la Pasión de nuestro Señor
Jesucristo, cuatro veces se lee en el Evangelio que se quejó el Varón
saturado de oprobios.
La
primera, de sus tres íntimos que se duermen: «¿No pudisteis velar una hora
conmigo?» (Mt 26,40)
La
segunda, de Judas, que lo vende y traiciona: «Amigo, ¿con un beso entregas al
Hijo del hombre?» (6 Mt 26,50; Lc 22,48)
La
tercera, del esbirro del tribunal que le abofetea: «Si he hablado mal, dime en
qué, y si bien, ¿por qué me hieres?» (Jn 18,23)
Y
la cuarta de su Padre que le priva de su presencia sensible: «Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46; Mc 15,34)
Estas
cuatro quejas tan serenas y reposadas, que más parecen lamentos que quejas, han
sido arrancadas de los labios y del Corazón de Jesucristo más que por cuatro
dolores distintos por uno solo manifestado bajo cuatro formas.
¡El
abandono!
Ésa
es la gran pena del Corazón de Cristo, ése es el dolor que flota sobre el mar
sin fondo ni riberas de dolores en que se anega su Corazón.
El
abandono de la amistad humana, en la soñolienta desidia de sus
íntimos y en la perfidia de Judas, el abandono de la justicia humana en
la insolente bofetada y el abandono de los consuelos de Dios en el abandono
de su Padre..
.
¡Siempre
el abandono poniendo la gota más amarga en el cáliz de sus amarguras!
¡Marías,
Marías!
Recoged
y saboread esta enseñanza y responded a una pregunta.
Para
vosotras, no se lee en el Evangelio que tuviera Jesús en su Pasión ni una
alabanza que os alentara, ni una queja que os censurara.
Eso
quiere decir esto: Jesús contó con vuestras hermanas del Evangelio en la hora
de sus abandonos...
¿Seguirá
contando con vosotras en esa hora sin término de abandonos de Sagrario por la
que aun está pasando?
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