El
CORAZÓN DE JESÚS ESTÁ
ANDANDO
LA CALLE DE LA AMARGURA
Pilato
entregó a Jesús a la voluntad de ellos
(Lc
23,25)
Nos
ama
Semana
Santa, Semana de los misterios, ¡cuántas cosas puedes enseñar a los sucesores
de aquel Juan y de aquellas Marías que fueron testigos y partícipes de ellos!
Lo
que enseña la primera Semana Santa
Yo
quisiera que tú les dijeras todo lo que viste de veleidad e ingratitud de las
muchedumbres, de odio y de envidia en los directores del pueblo, de cobardía y
de egoísmo en los amigos y favorecidos y también de fidelidad, delicadeza y
consecuencia en aquel grupito tan reducido... Sí, Semana de los misterios de la
Pasión, cuéntales y con muchos pormenores a los Discípulos de san Juan y a las
Marías de hoy, lo que hicieron y vieron y oyeron y sintieron sus padres en la
fidelidad reparadora...
Cuéntales
también lo que tú viste de bondad inacabable, de paciencia sin tasa, de
generosidad con excesos, de amor hasta el fin del Maestro.
Píntales
con todos sus colores la cara de Jesús en la oración prolija y en las angustias
de muerte del Huerto, cuando recibe la bofetada del soldado, cuando lo tratan
de loco...; sí, sí, grábales en el alma aquella cara escupida, acardenalada,
aquellos cabellos mesados, aquellos ojos hundidos por la calentura, tristes por
la pena y a pesar de todo amantes...; mételes muy dentro del alma la mirada de
esos ojos a Pedro que le niega, a las mujeres que le lloran, a Juan que no le
abandona, a su Madre que de pie está junto a su cruz.
Entéralos
bien de lo que fue la calle de la Amargura, el monte Calvario y de todo lo que
en esos lugares hicieron mis hermanos los hombres con Jesús su Padre...
Semana
de los misterios, penetra dentro del alma de los Discípulos de san Juan y de
las Marías de hoy, que les hace mucha falta tenerte presente.
La
gran Semana Santa
¡Que
todavía mis hermanos los hombres siguen portándose mal, muy mal con su Padre
Jesús, que todavía hay pueblo veleidoso y olvidadizo, y fariseos que odian y
conspiran hipócritamente y discípulos y amigos y favorecidos que lo niegan y lo
dejan solo..., que todavía hay calle de la Amargura y monte Calvario para
Él...!
Y
lo que es más triste: que la calle de la amargura y el monte calvario de ahora
han aumentado en número y han disminuido en compañía.
Hay
muchas calles de la Amargura y muchos montes Calvarios para Jesucristo, y en
muchos de ellos, ¡en muchos!, todo es ingratitud y olvido de turbas, odio de
poderosos, y cobardía de amigos y nada de fidelidad, ni de lágrimas, ni de
compasión que acompañen como en el primer Calvario...
¡Calles
de la Amargura sin lágrimas compasivas de mujeres, ni encuentros, ni abrazos de
Madre, qué calles más amargas seréis...!
¡Calvarios
sin sollozos de penitentes, sin protestas de amantes, sin agradecimientos de
redimidos, qué amargos calvarios seréis...!
¡Qué!
¿No es eso el Sagrario abandonado? ¿No es el mismo Jesús de la gran Semana el
que está allí, bebiendo hora tras hora detrás de la puertecita, quizás
apolillada, el cáliz de todas las amarguras y de todos los abandonos?
Marías
y Discípulos de san Juan de los Sagrarios-Calvarios, ¿os habéis enterado? Para
vosotros la semana de los misterios no es una semana de siete días que comienza
en las palmas del domingo y termina en el resurrexit de la madrugada del
otro domingo; para vosotros empezó el jueves del Cenáculo y no terminará
mientras haya quien grite en torno de los Sagrarios: «No queremos que Éste
reine sobre nosotros»...
Esa es vuestra gran Semana.
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