El
CORAZÓN DE JESÚS
ESTÁ
LLAMANDO A LOS QUE QUIERE
Yo os elegí y os puse para... (Jn 15,16)
Un
poco de balance
Toca
a su fin el año viejo y asoma ya su cara por el horizonte el año nuevo.
María,
¿no tienes que ajustar cuenta ninguna con el que se va, ni pedirle nada al que
viene?
El
paso de un año a otro, ¿no arranca de tu boca y más aun de tu corazón una
palabra de pena o de alegría, de remordimiento o de gratitud y quizás de todo
eso junto?
¿Quieres
que en este rato de Sagrario que vas a echar conmigo ajustemos las cuentas al
año que se escapa entre tus manos?
El
año de un cristiano y sobre todo de una María ¡tiene tanto que ajustar!
¿Has
pensado seriamente alguna vez lo que sólo una hora de tiempo bien empleado
puede dar de gloria a Mí de utilidad a tu prójimo y de mérito a tu alma? ¿Sabes
todo el valor que mi Padre celestial da y reconoce a una sola palabra dicha en
mi nombre, a una sola lágrima derramada por Mí, a un solo paso dado en los
caminos que llevan a Mí, a un solo deseo bueno de trabajo por mí...?
Pues,
¡mira si en un año transcurren horas y se pueden decir palabras y derramar
lágrimas y dar pasos y formular deseos de Mí y por Mí!
Y
¡qué!, ¿te duele pensar lo que has podido hacer y no has hecho o te conmueve
recordar que en este año has hecho todo lo que has podido?
Quizás,
durante este año no pocas veces has respondido a los que te han pedido un
poquito de trabajo o de sacrificio por Mí: no puedo más; y hasta a tu conciencia
misma, que te lo pedía con insistencia, le respondiste lo mismo, ¡que no
podías!
Y,
dime, ¿era verdad? Ahora que pasó la ilusión que quizás te oscurecía, la pasión
que te extraviaba, el afán de comodidad que te dominaba, el horror a ser
humillada que te acobardaba... ahora, aquí solitos los dos y en esta paz del
Sagrario, ¿te atreves a seguir diciendo que aquello que dejaste de hacer fue de
verdad porque no podías?
¿De
verdad que aquellos buenos pensamientos y aquellos generosos deseos y aquellas dulces
invitaciones al trabajo que tantas veces llamaron a las puertas de tu alma
durante este año fueron legítimamente rechazados por no poder?
¿De
verdad?...
¡Qué
pregunta tan seria sobre lo que has dejado de hacer este año!
Pues
no es menos seria la que puedo hacerte sobre lo que has hecho, no ya sobre lo
malo que has hecho, sino sobre lo bueno.
Permíteme
que te haga esta pregunta: ¿Has hecho bien el bien? ¿En la medida que te
pedía, con la intención de agradarme, con la confianza en mi auxilio, con la
paz del que me sirve...?
¿Ves
cuántas cuentas que ajustar tiene el año de un cristiano?
¿Y
si ese cristiano es una María de mis Sagrarios-Calvarios? ¡La elegida para
consolarme y repararme!
No
te asustes, que todavía no es Jesús-Juez quien te exige cuenta, sino
Jesús-Padre quien te la suplica.
María,
María
Responde
al Jesús de tu Sagrario que te pregunta: ¿Has hecho por Él durante este año lo
que has podido?
Responde
a esta pregunta aun más fácil: ¿Has hecho por Él lo que buenamente has
podido?
Yo
te elegí y te puse
Para...
¿te acuerdas? ¡te impresionó tan dolorosamente aquel no estar nunca nadie
conmigo en mi Sagrario, que te decidiste a quedarte tú y a llamar para siempre
al Sagrario mío el Sagrario tuyo!
¡Mi
Sagrario! ¡Cómo se te derretía la boca y el corazón al repetir
en tus horas de trabajo, de adoración, de desagravio, de sacrificio: ¡Mi
Sagrario!, y ¡cómo esa palabra ponía en todo aquello humo de incienso,
fragancia de mirra y unción de bálsamo para el Jesús tuyo!
Sí,
para eso te elegí y te puse, para que de tu boca, de tu cariño, de tu trabajo,
de tus lágrimas, de tu cruz de cada día exhalaras ante el Sagrario tuyo y
mío el buen olor de todas esas cosas.
¿Ha
sido así?
Te
puse
Para
que fueras mi lámpara viviente. ¿Has ardido cada día?
¿No
te sorprendieron los ángeles de mi guardia alguna vez apagada?
Te
puse
Para
que fueras la mano que siempre señalara hacia Mí, la voz que de Mí
siempre hablara, el pie que hacia Mí siempre se dirigiera, el corazón
que siempre me quisiera... ¿y puedes asegurarme que tu mano, tu boca, tu
pie y tu corazón no dejaron ningún día su nobilísimo oficio por cansancio, por
miedo, por vanidad, por amor propio, por inconstancia, por... moda?
Te
puse
Para
que fueras un Sagrario mío en donde Yo entrara cada mañana por la santa
Comunión y de donde nunca saliera...
Y
¿me has dejado entrar todos los días? Y lo que es más triste, ¿no me echaste
alguna vez?
Te
puse
En
una palabra, para contar contigo...
¿Sabes
todo lo que punza a mi Corazón vivir en muchos, muchos pueblos sin contar con
nadie?...
¡Cómo
me duele eso!
¡Y
cómo debe obligar a la lealtad y a la abnegación a toda prueba el escoger a un
alma para contar con ella!
¡María!
¿He podido contar contigo todos los días del año que se va?... ¡María! ¿Podré
contar contigo todos los días del año que entra?...
Alma
de fe, seas o no María, de fe viva, de Comunión bien digerida, ¡qué! ¿podré
contar contigo? ¿Siempre? ¿En triunfos y derrotas? ¿Siempre?
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