lunes, 25 de mayo de 2020

Para rezar en familia 25 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Santo. Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que eres el sumo sacerdote de la nueva Alianza: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

· Tú que nos edificas como piedras vivas en el templo santo de Dios: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.

· Tú que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don del Espíritu: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.

4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 16, 29-33


Catequesis para mayores de 12 años
Ayer celebramos al Ascensión del Señor. El mismo que fue engendrado y enviado por el Padre, ahora vuelve a Él. “Por eso creemos que tú has salido de Dios”. En su paso por este mundo y este tiempo, Jesús permanecía en la presencia del Padre hasta reencontrarse definitivamente con Él. “No estoy solo, porque el Padre está conmigo.” Así como como un día subió al Reino del Padre eterno, un día vendrá como Rey y Juez en su Parusía. Queremos ahondar en este misterio de la Ascensión al Cielo que nos anticipa y nos prepara para el día de Pentecostés. Por tal motivo, no queremos dejar pasar las palabras de San Agustín ante este solemne acontecimiento:
“Nuestro Señor Jesucristo ha subido al cielo; suba también con él nuestro corazón. Oigamos lo que nos dice el Apóstol: Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba. donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues, del mismo modo que él subió sin alejarse por ello de nosotros, así también nosotros estamos ya con él allí, aunque todavía no se haya realizado en nuestro cuerpo lo que se nos promete.
Él ha sido elevado ya a lo más alto de los cielos; sin embargo, continúa sufriendo en la tierra a través de las fatigas que experimentan sus miembros. Así lo atestiguó con aquella voz bajada del cielo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y también: Tuve hambre y me disteis de comer.
¿Por qué no trabajamos nosotros también aquí en la tierra, de manera que, por la fe, la esperanza y la caridad que nos unen a él, descansemos ya con él en los cielos? Él está allí, pero continúa estando con nosotros; asimismo nosotros, estando aquí, estamos también con él. Él está con nosotros por su divinidad, por su poder, por su amor; nosotros, aunque no podemos realizar esto como él, por la divinidad, lo podemos sin embargo por el amor hacia él.
Él, cuando bajó a nosotros, no dejó el cielo; tampoco nos ha dejado a nosotros, al volver al cielo. Él mismo asegura que no dejó el cielo mientras estaba con nosotros, pues que afirma: Nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.
Esto lo dice en razón de la unidad que existe entre él, nuestra cabeza, y nosotros, su cuerpo. Y nadie, excepto él, podría decirlo, ya que nosotros estamos Identificados con él, en virtud de que él por nuestra causa, se hizo Hijo del hombre, y nosotros, por él, hemos sido hechos hijos de Dios.
En este sentido dice el Apóstol: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. No dice: «Así es Cristo», sino: Así es también Cristo. Por tanto, Cristo es un solo cuerpo formado por muchos miembros. Bajó, pues, del cielo, por su misericordia, pero ya no subió él solo, puesto que nosotros subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo descendió él solo, pero ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la divinidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de todo el cuerpo pide que éste no sea separado de su cabeza.”

Santos del día:
San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, servidor de Cristo desde la edad de ocho años, pasó todo el tiempo de su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbria, en Inglaterra. Se dedicó con fervor en meditar y exponer las Escrituras, y entre la observancia de la disciplina regular y la solicitud cotidiana de cantar en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, o enseñar, o escribir. Terminó su voluminosa obra histórica con esta oración: “Te pido, Jesús mío, que me concediste saborear con delicia las palabras de tu sabiduría, concederme por tu misericordia llegar un día a ti, fuente de sabiduría, y contemplar tu rostro”. († 735).

San Gregorio VII, papa, anteriormente llamado Hildebrando, que primero llevó vida monástica y colaboró en la reforma de la Iglesia en numerosas legaciones pontificias de su tiempo. Una vez elevado a la cátedra de Pedro, reivindicó con gran autoridad y fuerte ánimo la libertad de la Iglesia respecto al poder de los príncipes, defendiendo valientemente la santidad del sacerdocio. “Me rodean un inmenso dolor y una tristeza universal -escribía en enero de 1075 al amigo san Hugo, abad de Cluny- porque la Iglesia oriental se aparta de la fe; y si miro hacia occidente, casi no encuentro obispos legítimos por la elección o por la vida, que gobiernen el pueblo cristiano por amor a Cristo.” Al ser obligado a abandonar Roma por este motivo, murió en el exilio en Salerno, en la Campania. († 1085)

Santa María Magdalena de Pazzi, virgen de la Orden de Carmelitas, que en la ciudad de Florencia, en la Toscana, llevó una vida de oración abnegadamente escondida en Cristo, rezando con empeño por la reforma de la Iglesia. Participó en la situación histórica y social de su tiempo escribiendo cartas muy valientes al Papa, a los cardenales, a los obispos y a los príncipes, señalando las causas de los males en algunos cristianos y pastores. Estuvo asociada a la pasión de Cristo con los estigmas y otros visiones y éxtasis místicos. Distinguida por 6 Dios con muchos dones, dirigió de un modo excelente a sus hermanas hacia la perfección. Es una santa que ayuda a luchar contra los placeres de la carne. (†1607)

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Dios misericordioso, concédenos experimentar en todo tiempo los frutos del misterio pascual que hoy celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.


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